Según publicó el matutino El Tiempo de Azul, provincia de Buenos Aires, una mamá espera el milagro de que su hija de 35 años, madre de dos hijos que vive en Tolhuin se recupere. La joven mamá, cuyo esposo la abandonó, está postrada en Buenos Aires a raíz de un aneurisma que la dejó cuadripléjica y sus chicos quedaron en Tolhuin. Una amiga de la familia organiza un festival para reunir fondos.
Río Grande.- El Diario El Tiempo de Azul, provincia de Buenos Aires, publicó la triste historia de María Eugenia Pesch narrado por el periodista Augusto Meyer de esa localidad bonaerense, que sigue a continuación.
La chica, de actuales 35 años, lleva dos años prácticamente postrada producto, de un aneurisma. Los médicos le dijeron a los padres que el cuadro es irreversible, pero nada le quita a los familiares que la recuperación es posible. Por lo pronto necesitan contar con un baño acondicionado para higienizar a la joven. Una azuleña que se acercó a ellos se puso al hombro la organización de un festival musical y una rifa. Desde el Municipio se comprometieron a realizar una doble intervención en relación con el caso.
María Eugenia Pesch es una azuleña que hace doce años se radicó en Tolhuin. En esa localidad de la provincia de Tierra del Fuego distante más de 2600 kilómetros de aquí, esta joven de actuales 35 años de edad llevaba una vida por demás normal: trabajaba y convivía junto con su pareja y los dos hijos de ambos. Cada fin de año “Euge” llegaba a Azul, donde coincidía con sus restantes cuatro hermanas para pasar las fiestas con sus padres y demás familiares y amigos. Con el segundo de sus hijos en el vientre fue abandonada por su pareja, que regresó a esta ciudad. Ella se quedó en el sur, “carreteando” con los chicos y trabajando más que nunca para mantener el hogar: en la comuna de Tolhuin (le pagaban 5.000 pesos mensuales y tenía posibilidades de ser pasada a planta permanente); en la cocina de un restaurante; y preparando tragos en la barra de un bar.
El “mundo” de María Eugenia cambió en forma abrupta el 22 de octubre de 2016. Un aneurisma le dejó secuelas aparentemente irreversibles a nivel cerebral. Internada en el Hospital Santojanni de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires tuvo un paro cardiorrespiratorio y durante varios minutos, no hubo irrigación sanguínea a los centros nerviosos superiores. El 2 de noviembre del mismo año, lo médicos estuvieron trabajando durante 45 minutos en su reanimación, logrando estabilizarla. Su caso pasó luego por un centro médico de alta complejidad de Mar del Plata y nada -hasta el momento- permitió una recuperación. Recuperación que, a esta altura, está considerada por los médicos que la asistieron un milagro. Ella está postrada en una cama, al cuidado de sus padres y de la menor de sus hermanas. No habla (apenas emite un balbuceo) e ingiere un alimento por una sonda gástrica. Sus hijos: Lautaro, de actuales 12 años, y Brandon, de 8, quedaron al cuidado de una tía, hermana de “Euge” que vive en Tolhuin (es empleada de planta en el Municipio) y mantienen contacto con sus familiares de Azul.
“Nosotros habíamos quedado solos con mi marido. Ahora tenemos que lidiar con esta situación. En Azul ningún lugar está capacitado para tener a chicos discapacitados que se manejan en sillas de ruedas, que demandan un cuidado especial y que tienen un baño especialmente acondicionado para ser higienizados”, expresó Nora Beatriz Sosa de Pesch, mamá de María Eugenia.
La mujer contó a EL TIEMPO de Azul que el próximo domingo se cumplirá un año desde que se volvieron con “Euge” de una clínica especializada marplatense donde le confirmaron que la chica presenta lesiones de carácter irreversible.
“Hace casi dos años que ella está así y nadie te ayuda. La silla de ruedas nos costó 70.000 pesos. Lo que necesito con suma urgencia es el baño para mi hija. Allá no tenía trabajo en blanco, por lo que no tiene ningún tipo de cobertura ni subsidio. Acá tampoco tiene nada y la pensión nos vino rebotada cinco veces”, afirmó Nora, quien aclaró que la ayuda del Municipio es para casos de urgencia.
“Ella gasta 21 pañales por día (un bolsón tiene un costo de 288 pesos) porque tenemos que usar tres pañales juntos. Además hay gastos por la compra de jabón, y por el uso de agua y de luz”, explicó.
En contrapartida la entrevistada resaltó la ayuda que recibe del Hospital Municipal “Dr. Ángel Pintos”, que le provee la medicación que su hija toma para que el cuerpo no pierda “elasticidad” y pueda relajarse, dormir y evitar convulsiones. “Con el hospital Pintos me saco el sombrero. El año pasado, para esta fecha, tuvo una convulsión y cuando llamamos, en tres minutos tuvimos la ambulancia acá”, expresó.
Nora observa fotografías de sus hijas reunidas en Azul, felices y sonrientes, y cae en la cuenta del drama que vive a partir del aneurisma que sufrió María Eugenia, y que por ejemplo derivó en que dos de sus nietos queden –físicamente- lejos del cariño de su madre. “Nos dijeron que si para el año no tenía ninguna mejoría era un cuadro irreversible. Las neuronas, lejos de reproducirse, se están muriendo”, se lamentó la mamá, quien dejó en claro que por encima de los diagnósticos médicos mantienen la esperanza de una recuperación. Subsidiariamente, explicó, quieren que “Euge” tenga una vida mejor.
De ahí que ellos, como padres, asuman el costo de contratar a un terapeuta –pagan 250 pesos por hora-, práctica que ha permitido lograr avances en María Eugenia. “Una como madre y él como padre (levantando la vista en dirección a su esposo), lo hace porque tiene la esperanza de que ella pueda revertir su cuadro. Una espera día a día que se produzca un milagro”.
Consultada de si notan mejorías, dijo: “Notamos que ella mira tele y en este momento nos está escuchando (la nota se hizo en el comedor y la chica estaba acostada en su habitación). ‘Mica’ te puede decir, y eso que la conoce desde hace poco tiempo, que cuando llega otra persona ella observa y al ver llega el padre de trabajar, le da una alegría impresionante”.
Nora se aferra a la fotografía en la que están sus hijas. Esto no es una expresión literaria. Al tiempo que las lágrimas recorren su rostro, la impotencia de no poder hacer “algo más” no le impide soñar con un “despertar” de “Euge”. “‘La corchito’ –seudónimo con el que se conocía a María Eugenia de chica- es la más terrible de mis cinco hijas…”, expresó con la voz entrecortada.
El “ángel” llamado “Mica”
Micaela Zárate conoció a María Eugenia Pesch hace muy pocos días, más allá que después supo que ambas familias se conocían de antemano. Según relató a este diario, todo comenzó tras el fallecimiento de un familiar suyo. “Cuando murió mi abuela, mi mamá dona lo que es la leche y pañales y Nora (mamá de ‘Euge’) la contacta por Facebook”, expresó.
Esta joven que habló con EL TIEMPO tiene un protagonismo fundamental en el hecho que la historia de “Euge” cobrara una renovada trascendencia, y es el estandarte de la organización de un festival musical por el que se buscará recaudar la mayor cantidad de fondos posible para remodelar el baño de la casa acorde con las prestaciones que permitan una mejor higienización de la joven.
“Un día hablando con mi mamá le dije: ‘mamá: ¿y si hacemos algo…? Mi marido es cantante. ¿Por qué no hacer un festival a beneficio? Empezamos con una rifa y ahora vamos a seguir. Y después del baile también seguiremos porque ellos (los padres de María Eugenia) no pueden hacerlo solos”, indicó Micaela.
Nora, visiblemente emocionada, interviene y señala: “Yo siempre sentí esa impotencia del ‘qué dirán’…’Mica’ me dio el coraje de hacer lo que a nadie de mi familia le permití. Siempre le dije a mis demás hijas que yo no quería que nadie lucre con la salud de ‘Euge’. La rifa para comprar la silla la tuvimos que hacer por una necesidad imperiosa pero a cualquiera que le preguntés te va a decir que se me caía la cara de vergüenza cuando recibía mensajes de gente que me decía que fuera que me iba a comprar números de la rifa. A mí no me gusta pedir. Al contrario; yo siempre di. Siempre di lo que nunca tuve y me daba impotencia que, ahora que yo necesitaba, nadie me daba”, indicó.
Agregó que “tuvo que venir ella (por Micaela Zárate) para hacerme ver de la necesidad que tiene Eugenia de tener un baño. Yo la tengo que bañar en la cama y es una tortura; no sólo para mí, que me desgarro la espalda y los brazos, sino para ella que tiembla de frío”.
Tras aclarar que su marido es albañil independiente –por ende, tiene trabajo en forma eventual y muchas veces dependiendo del clima- y que ese es el único ingreso en el hogar, la mujer resaltó que “toda la ayuda que venga ahora es bienvenida”. “No es justo que vivamos como indigentes. Yo llevo a mis nietos a la escuela y mis hijas me ayudan con plata porque ellas trabajan”, agregó.
Nora tiene la suerte de contar con una familia constituida. La mayor de sus hijas egresó el año pasado como enfermera –trabaja en la clínica de salud mental- y “Maru”, la menor, es una abnegada estudiante de esa misma profesión.
Respecto de sus nietos -hijos de “Euge”-, indicó: “Los nenes están bien, con tratamiento psicológico. Mi hija (la que sigue viviendo en Tolhuin) los lleva a la escuela y a hacer toda clase de deportes”.
El festival se llevaría a cabo el viernes 15 de junio –la fecha y el lugar son a confirmar-. Ya comprometieron su presencia varios músicos y cantantes locales y de localidades vecinas y la idea inicial es cobrar una entrada accesible para que puedan concurrir las familias.
¿Qué es un aneurisma cerebral?
Un aneurisma cerebral es una protuberancia o dilatación en un vaso sanguíneo en el cerebro. Puede presentar una pérdida o una rotura, y causar sangrado en el cerebro. La rotura de un aneurisma se convierte en una amenaza para la vida rápidamente y requiere el tratamiento médico inmediato. Los signos y síntomas frecuentes de la rotura de un aneurisma son: dolor de cabeza repentino y muy intenso; náuseas y vómitos; rigidez en el cuello; visión borrosa o doble; sensibilidad a la luz; convulsiones; caída del párpado; pérdida del conocimiento; y confusión. Se desconocen las causas, pero hay una variedad de factores que pueden aumentar el riesgo de presentar un aneurisma: edad avanzada; tabaquismo; presión arterial alta; abuso de drogas; consumo excesivo de alcohol.
La ayuda oficial
Desde la Municipalidad de Azul se informó, ante la consulta de este diario, que en relación con el caso se realizará una doble intervención. Por un lado se iniciarán gestiones para analizar la posibilidad de obtener alguna ayuda económica originada en el Gobierno de la Provincia de Buenos Aires y, por otro, se anunció el aporte del pago del alquiler del lugar (sería ADIFA) y el costo que insuma la prestación del servicio de sonido para la realización del festival solidario a desarrollarse el próximo mes. Además se confirmó que a partir de junio, el subsidio que la familia de María Eugenia Pesch recibe de la comuna por la situación en la que se encuentra la joven, pasará de 3.000 a 5.000 pesos. Por otro lado se ratificó la continuidad que la chica recibe –en materia de medicación- de parte del hospital municipal. Cabe mencionar que en la Unidad Sanitaria N° 1, la mamá de “Euge” se aprovisiona de gasa y cinta que necesita para realizar la limpieza y cambio de apósito de la sonda gástrica.