Alentado por una política diplomática de concesiones implementada por el actual gobierno argentino en la Cuestión Malvinas, el Reino Unido orquestó su más reciente provocación a la Argentina bajo la fachada de “promover el intercambio cultural” con el continente a través de un concurso destinado a estudiantes universitarios sudamericanos para visitar las islas con todos los gastos pagos y convivir una semana con una familia local.
Aunque el concurso “Why would I like to meet my neighbours in the Falkland Islands?” (“¿Por qué me gustaría conocer a mis vecinos de las islas?”) se realizó en años anteriores con invitaciones a estudiantes de Brasil, Uruguay y Chile, la inclusión esta vez de la Argentina es otra evidente muestra de la decisión británica de imponer la presencia del ilegítimo gobierno isleño, co-patrocinador de la actividad, en la relación bilateral argentino-británica.
La iniciativa llega, además, pocos días después de otra provocación, haber montado un “escritorio” del ilegítimo gobierno de las Islas Malvinas en el pabellón británico de la más tradicional exposición rural uruguaya, en Montevideo, lo que mereció un pronunciamiento de la Cancillería argentina, en el marco de la salvaguarda de nuestros legítimos e irrevocables derechos sobre las Islas.
Esta serie de actitudes británicas resultan inadmisibles y contrarias al interés argentino de crear un marco de acciones positivas con miras a fortalecer la vinculación bilateral en términos de cooperación y diálogo entre ambos países orientados a la búsqueda de la solución de la controversia de soberanía.
Pero es oportuno contrastarlas con otras acciones positivas que, pese a dicha controversia, contribuyeron históricamente al fortalecimiento de los vínculos bilaterales en términos adecuados de cooperación y diálogo.
Nos viene enseguida a la memoria el “Acuerdo de Comunicaciones” del 1 de abril de 1971, un conjunto de medidas prácticas que facilitaron el movimiento de personas y bienes entre el continente y las islas en ambas direcciones.
Ese acuerdo facilitó la conexión directa con el continente con dos vuelos semanales de LADE desde Comodoro Rivadavia, la construcción de una pista por la Fuerza Aérea, el abastecimiento de energía por YPF y Gas del Estado, la provisión de productos frescos, atención médica gratuita, documentación, exención de impuestos y otras ventajas.
Pero lo más relevante, para el actual contexto, fue una generosa política de becas escolares para que los isleños cursaran estudios primarios y secundarios en el continente, con libros, útiles, seguros médico y dental, que en sólo tres años logró 30 beneficiarios.
En 1974, los propios isleños pidieron a las autoridades argentinas que le enviaran un maestro de castellano. A partir de entonces, hasta 1982, viajaron y ejercieron la docencia diez jóvenes docentes, en su mayoría mujeres, de las cuales el caso más conocido es el de la actual diplomática María Fernanda Cañas.
Confirmando esta actitud histórica, más aquí en el tiempo, del 7 de septiembre de 2015 al 1 de marzo de 2016 nuestro país concretó un ofrecimiento de becas para cursar estudios universitarios en el continente destinados a habitantes de las Malvinas.
Si el actual gobierno argentino persiste en su política concesiva hacia el Reino Unido en relación a la Cuestión Malvinas, corriendo de la agenda la disputa de soberanía, es dable suponer que sólo se obtendrán los mismos resultados que estan cosechando en estos días.
En este caso, la maniobra británica nos plantea a los argentinos una obligación adicional, la de renovar el compromiso de establecer una mejor relación entre el continente y los isleños, mientras Buenos Aires y Londres resuelven bilateralmente la disputa de soberanía.
Porque queremos a las Malvinas y a sus habitantes cada vez más cerca, pero así, no.
(*) Jorge Argüello. Secretario de Estado para la Cuestión Malvinas.
Provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur.