Un martes de enero de 1983, Javier Rivero partía de su querida San Juan en busca de un “nuevo horizonte” que lograra mejorar la calidad de vida de sus padres. Su padre, atravesaba una compleja enfermedad y el contexto “obligó” a partir desde Mendoza a un joven Javier que con tan sólo 23 años, llegó a Tierra del Fuego para no irse nunca más.
Leer más