Estos últimos años, nos enteramos de los impactos del cambio climático casi “en vivo”: nevadas en Hawaii, “invasiones” de osos polares en pueblos rusos, incontrolables incendios forestales en California, temperaturas en Chicago más bajas que en la Antártida y olas de calor de más de 30 grados en Ushuaia. Así son cientos los ejemplos de eventos climáticos extremos que todos los días seguimos por los medios de comunicación.
Según palabras del Secretario General de Naciones Unidas, Antonio Guterres, “El cambio climático es el mayor desafío de nuestro tiempo y nos encontramos en un momento decisivo; ya que “los efectos del cambio climático son de alcance mundial y de una escala sin precedentes. Si no se toman medidas drásticas desde hoy, será más difícil y costoso adaptarse a estos efectos en el futuro”. Esto nos plantea grandes desafíos a nivel local para que tanto nuestra provincia y nuestras ciudades puedan lograr diseñar medidas de adaptación al cambio climático.
En principio es importante destacar y entender que el cambio climático no es un tema exclusivo del medio ambiente, sino una temática que abarca el gran abanico del desarrollo, porque justamente limita las perspectivas del mismo.
Las ciudades y cambio climático: Planificar para adaptarnos y resiliencia para seguir adelante
América Latina es la región mas urbanizada del mundo con alrededor del 80% de su población asentada en ciudades. Nuestra provincia no escapa a esta realidad y podríamos decir que es el fiel reflejo de este profundo proceso de urbanización y crecimiento de la población en los centros urbanos.
En el año 2013 la oficina de la ONU para la Reducción del Riesgo de Desastres publicó un informe en el que se destaca que en dos décadas (1990-2011) las ciudades latinoamericanas registraron 42.000 víctimas fatales, un millón de viviendas destruidas y casi otros seis millones de ellas afectadas por eventos meteorológicos extremos. Este mismo estudio, estima además pérdidas mínimas sólo en vivienda, del orden de los 87 mil millones de dólares; y todo indica que estas cifras seguirán en un claro crecimiento exponencial.
La falta de ordenamiento territorial y planificación urbana que evidenciamos, juegan en estos momentos de calentamiento global un papel totalmente en contra de las ciudades y es en este contexto donde se agravan las condiciones de vulnerabilidad que dejan a la población expuesta.
Para dar respuesta a lo antes mencionado, existen dos estrategias complementarias que son fundamentales a la hora de gobernar una ciudad: la primera ¿es la Mitigación, que esta dirigida a atacar las causas que generan el cambio climático y la segunda estrategia, la Adaptación, trabaja sobre las consecuencias del cambio climático, reduciendo la vulnerabilidad de las ciudades y por consiguiente el riesgo, generando herramientas para que las ciudades sean cada vez más resilientes, limitando los impactos negativos sobre la población e incluyendo los riesgos ambientales, la provisión de espacios verdes, la gestión de los residuos sólidos urbanos, entre otros.
Cuando se tiene la responsabilidad de gobernar una ciudad, lo cual implica, planificarla, pensarla, adaptarla al cambio climático y por sobre todo generar las herramientas que le permitan a la ciudad poder soportar cualquier tipo de impacto, sobreponerse con el menor costo posible y seguir adelante protegiendo a los más vulnerables, debemos tener en cuenta que no son una atribución exclusiva del área de ambiente, sino que, la máxima autoridad de una ciudad, la intendencia en su conjunto, debería poder pensar cada una de las acciones a seguir adelante en su gobierno dentro del contexto del cambio climático.
En nuestra región podemos ver evidenciado este fenómeno, como la desertificación de gran parte de estepa patagónica, la incidencia de las olas de calor y los incendios forestales en el oeste de la Patagonia sobre la cordillera, pero hoy también y en los últimos años principalmente afectando gran parte del pastizal.
Los cambios en los ciclos hidrológicos generan estragos en nuestra región, como falta de agua en el valle del Chubut o las graves inundaciones en la zona de Torres del Paine (Chile) seguidas de procesos de sequía con incendios forestales asociados en la misma zona, el desastre natural que causaron las lluvias en la ciudad de Comodoro Rivadavia, con más de 100.000 personas afectadas por esta tragedia.
La incidencia del calentamiento global en Tierra del Fuego
Aquí en nuestra provincia, no somos ajenos a todo lo expuesto en los párrafos anteriores. Hemos evidenciado en los últimos tiempos nuevos desafíos en cuanto a la gestión de nuestras ciudades y su adaptación a los impactos del cambio climático.
Nuestras ciudades han tenido un crecimiento explosivo y expansivo que hoy nos pasa facturas a medida que los impactos del cambio climático se comienzan a evidenciar en la población, no solo a la más vulnerable, sino que en algunos casos a toda la ciudad.
En el norte de la provincia nos encontramos diversos impactos en la zona urbana que se van generando a lo largo del tiempo por los impactos del cambio climático que ha modificado el régimen de lluvias y las temperaturas medias estivales, pero también por un crecimiento explosivo sin un “norte” que defina la planificación de Río Grande y que pueda adaptarse al contexto de cambio climático, generar herramientas que la vuelvan resiliente y le permitan seguir adelante.
En gran parte de la zona norte de la provincia, el régimen de lluvias se ha modificado con mayor impacto sobre la vida de la ciudad. Por eso, requieren no solo la atención inmediata de medidas de mitigación del impacto que generan, sino que un rápido y profundo cambio en la mirada del crecimiento de la mancha urbana de la ciudad y en la forma de planificar la distribución de la población.
La problemática que venimos sufriendo con mayor intensidad es el desecamiento del sistema lagunar de la zona norte y central de Tierra del Fuego, sistema compuesto por un conjunto de lagunas (Los Cisnes, del Peñón, Seca, Larga, Redonda y Don Bosco) de escasa capacidad de almacenamiento y muy sensibles a la evaporación, que se vuelve intensa en los veranos poco lluviosos y que suman en total unas 1200 hectáreas y que en la época estival en coincidencia con veranos cada vez mas secos y un sistema hidrológico que sufre las consecuencias del cambio climático genera la ocurrencia de un fenómeno que cubre bastas áreas de la ciudad de Río Grande con nubes de polvo en suspensión proveniente de los lechos secos de las lagunas conformado por limos, arcillas y arenas finas. Podemos decir que nos encontramos enfrentados de manera directa a la combinación de muchos factores y que si bien en nuestra ciudad su escala es baja, no por eso sus impactos sobre la población mas vulnerable, su análisis dentro del contexto del cambio climático y las herramientas de planificación asociadas a las medidas de adaptación no son menos aplicables a nuestra escala local.
En conclusión, Río Grande hoy sufre de la falta de planificación y de medidas tendentes a mitigar los impactos del calentamiento global. Por eso, es urgente adoptar medidas al respecto desde el municipio, que son quienes tienen la obligación primaría ante sus vecinos. Hoy la población sufre las consecuencias de esa falta de previsión, pero de no tomarse medidas urgentes el impacto será mucho mayor en los próximos años.