Radio Universidad unió a Ushuaia y Río Grande con Rusia e Italia rescatando las vivencias de María Pontoni y Cayetano Gorjón quienes cumplieron 60 años de casados e invitaron a toda la ciudad de Ushuaia para los festejos. El éter unió a ambos con su hija Mónica Gorjón en Río Grande y su nieto Guillermo Guzmán en Rusia con la corresponsalía de la emisora universitaria en Roma. Cayetano, conscripto y chofer de la línea de colectivo que administraba la Base Naval, ganó la apuesta por una botella de vermouth y le tocó la mano cuando le dio el boleto a María en 1957. Vino el noviazgo y luego un largo matrimonio de seis décadas. Esta es parte de su historia.
Río Grande.- En el contacto habitual de los viernes rescatando a personalidades de Tierra del Fuego con el Dr. Marcello D’Aloissio, corresponsal en Roma de Radio Universidad (93.5 MHZ) se realizó un contacto internacional entre Italia, Rusia, Río Grande y Ushuaia por los 60 años del matrimonio ushuaiense de María Pontoni y Cayetano «Coco» Gorjón, evento social a la cual todos los vecinos de la capital provincial fueron invitados este sábado en la Sociedad Italiana de Ushuaia.
Mónica Liliana Gorjón (nacida el 6 de abril de 1961), hija de este matrimonio, se acercó a la emisora universitaria para compartir esta vivencia social junto al director de la radio, Alberto Centurión y la conductora, Lorena Vera, fue la encargada de esta comunicación con su madre en Ushuaia y con su hijo Guillermo Guzmán radicado en Rusia.
“Es una emoción muy grande la que estoy sintiendo en este momento; mis padres han decidido invitar a toda la comunidad de Ushuaia para el festejo del 60 aniversario de su casamiento; soy la única de la familia que está en Río Grande y después que termine el programa radial, viajo a Ushuaia a unirme a los festejos”, compartió Mónica.
Recordó que “para las Bodas de Oro, organizamos una fiesta entre las hijas y la verdad es que fue muy emocionante, pero nunca imaginamos que hoy iba a ser un evento tan especial, la verdad soy una persona muy agradecida de tener los padres que tengo y la familia que tengo. Los amo a todos”.
Mónica Liliana tiene una hermana mayor (de 58 años) llamada Susana Beatriz Gorjón, quien vive en Ushuaia y tiene tres hijos y tres nietos.
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Una historia de amor de novela
Por su parte María Pontoni, en comunicación desde Ushuaia, dijo al Dr. D’Aloissio en italiano que “es una emoción y un placer comunicarme con ustedes”, al tiempo que el corresponsal en Roma le deseó los mejores augurios por estos 60 años de casados.
“María nació en Italia, pero desde muy pequeñita, con ocho años vino a la Argentina donde encontró a su amor, Cayetano. Ella tenía ocho años cuando llegó desde Perugia. María nació casualmente en Cerdeña, pero toda la familia es de la región de Umbría, cuya capital es justamente Perugia que es una de las pocas regiones de Italia que no tiene salida al mar y es una región muy bonita de la península, turísticamente está a la vanguardia; además, tiene un centro religioso muy importante porque una de las ciudades es Asís, donde nació San Francisco de Asís”, explicó el Dr. D’Aloissio.
Ya en español, María Pontoni recordó que “vine de Italia en 1949; primero vino mi papá porque pertenecía a una empresa que hizo convenio con (Juan Domingo) Perón para venir a poblar la Patagonia, entonces mi papá vino a probar para ver cómo era la cosa y después, al año, nos trajo a nosotros”.
“Vine con mi madre y con mi hermana mayor que tenía 15 años después nació mi hermano menor acá en Ushuaia, pero ambos ya no están. Soy la única Pontoni que quedó y por supuesto mi sobrino. Estuvimos 30 días navegando desde Italia para llegar a Ushuaia, previa escala en Buenos Aires. Los responsables de la embarcación decían ‘por favor, madres cuiden a sus hijos’ por el tema de las barandas y porque los chicos somos muy traviesos y a lo último, cuando ya veníamos llegando decían ‘por favor hijos, cuiden a sus madres porque era un desastre’. El barco partió del puerto de Génova”.
“Yo apenas tenía ocho años, había pasado mi tercer grado en Italia, acá cuando llegué me pusieron en primer grado, sufrí una enormidad porque ahora le llaman ‘bullying’ pero antes le llamaban burla; se burlaban de mí pero así y todo seguí adelante porque tengo un carácter muy fuerte, siempre digo ‘me propongo esto y lo logro’, así que seguí estudiando con una maestra divina, Elsa (Mora de) Fadul (madre de la Dra. Liliana ‘Chispita’ Fadul) y gracias a ella pude terminar mis estudios y después hice la universidad y fui creciendo y ahí conocí a mi marido”.
Confió que “hice el secundario a los 50 años y después un año y medio de universidad. Siempre estaré agradecida a Elsa Fadul porque me enseñó todo lo que tenía que saber en materia de estudios y jamás me cobró un peso”.
“Acá en Ushuaia, Borsari puso una empresa de celulosa y empezó a fabricar viviendas con ese material. Actualmente ya no existe la fábrica, fue desmantelada y ahora hay departamentos en ese terreno. Mi papá vino con dos años de contrato, después cuando se fue Borsari, mi papá entró en la Base Naval de Ushuaia, donde trabajó en su profesión de minero, abrió caminos, trabajó en el Paso Garibaldi dinamitando ese paso que no era ruta, sino una trocha angosta y en ese tiempo no había casi vehículos, solamente estaban los de los presos y después cuando vinieron los de la Marina. Trabajó también en la represa de agua acá en Ushuaia, en el río (Olivia) no había desperdicios como ahora, que van las cloacas y todos los efluentes ahí. En ese tiempo era agua pura”, recordó María.
Ushuaia tenía unos tres mil habitantes cuando llegó, “y nosotros éramos 900 pasajeros en el barco, pero muchos se volvieron cuando vieron todo esto, algunos a Italia otros a distintos puntos de la República Argentina”, contó.
“Ushuaia era la nada misma en ese tiempo; nos calefaccionábamos a leña, con cocinas de leña que ellos mismos fabricaron en esta casa donde vivo; era la parte de abajo de cemento y la de arriba de hierro y le metíamos leña. Mi padre se iba al monte con caballo, subía las estribaciones y bajaba con árboles caídos, no cortaba los árboles, los enganchaba al caballo con una soga, los traía a casa y con el serrucho cortaba tacos y la verdad era todo un sacrificio”.
Consultada sobre cómo conoció a su esposo, con quien este viernes cumplió 60 años de casado e hicieron votos en la Catedral de Ushuaia y el sábado la fiesta en la Sociedad Italiana, “con familia y amigos del corazón, con los afectos que fuimos recogiendo en la vida. Para nosotros es todo un acontecimiento, tuvimos la suerte de estar juntos hasta ahora, tenemos buena salud, tenemos la mente bien porque a veces el Alzheimer ataca, pero como nosotros somos muy activos, gracias a Dios no tenemos esos problemas. Tal vez a mi me molestan un poco las rodillas, pero eso no es problema”.
Ahondó que “es un acontecimiento estos 60 años porque es muy raro que se llegue, ahora la gente se separa pronto, cada uno por su lado. Pero para nosotros no fue fácil, fue un camino difícil pero no imposible; el secreto fue amarse, quererse, respetarse y muchas veces ceder, uno tiene que ceder al otro”.
“Para nosotros es muy emocionante celebrar este aniversario con la familia, con los hijos, con los nietos y los bisnietos, a pesar que nos faltan dos nietos para festejar todos juntos pero están en el corazón, porque Guillermo que es el amor de mi vida y el otro nieto que está en Córdoba es muy pegado a nosotros; somos todos muy pegados, no se qué tenemos, pegamento”, graficó María.
Una de sus nietas es soprano y en la renovación de votos en la Catedral le cantó el Ave María de Schumann y en la fiesta en la Sociedad Italiana –de la cual es fundadora- le prepararon sorpresas. “Soy argentina e italiana”, dijo con orgullo María, quien también enseña italiano.
“El amor se construye de a dos”
María Pontoni reflexionó para las nuevas generaciones con respecto al matrimonio que “el amor se construye de a dos y lo importante es respetarse, escucharse, ceder y cuando uno está enojado, callarse hasta que pase la tormenta y después volver a retomar el hilo de la cuestión para poder llegar a un acuerdo. Todo siempre se puede con la palabra porque el diálogo es importante, con un abrazo grande, ese abrazo que te da energías, que da contención a ambos y el hombre no es más fuerte que la mujer. Por eso llegamos a los 60 años juntos”.
Aseguró que “no somos ejemplo de nada porque las personas son libres ante Dios, pero es la vida que decidimos edificar juntos”.
Una familia muy unida
La familia de María y Cayetano está compuesta por dos hijas, “Susana, la mayor, y Mónica quien tiene dos hijos, el primero Guillermo que está en Rusia y el otro está con nosotros acá en Ushuaia y con mi bisnieta; y, con Susana, tengo tres nietos, una me dio dos bisnietos y la otra una bisnieta”.
Consultada cómo se conocieron con Cayetano, María confió que fue amor a primera vista. “Nos miramos y estábamos muertos los dos. Él se jugó con una botella de vermouth. El tema era así: si se animaba a tocarme la mano, porque tengo un carácter fuerte y no permito ciertas cosas. Dijo ‘que te juego a que si le tocas la mano a la gringa, te va a dar un cachetazo, a que no’. Y cuando me dio el boleto del colectivo –porque él era chofer de colectivo de línea (que entonces lo gestionaba la Armada) y yo lo tomaba- se jugó la botella de vermouth y me tocó la mano cuando me dio el boleto y yo me morí de amor cuando me dio la mano y ahí empezó. Yo estaba re enamorada de él. Si es un bombón ahora, hay que imaginarse cuando tenía 19 ó 20 años”, relató.
“Mis padres no querían saber nada, porque los italianos querían la dote para sus hijas, quieren gente con plata y mi marido pobrecito era un conscripto de la Armada ‘rasca’ y encima morochito, pero el amor pudo más así que la peleamos hasta que nos casamos”, relató.
“Enfrenté a mi papá y cuando se dio cuenta que yo no iba a ceder, cedió ante la situación y después Cayetano fue el yerno más querido, se adoraban con mis padres y los padres de él. Fuimos una familia grande y agradezco a Dios haber tenido todas esas vivencias”, confesó María.
Cayetano Gorjón nació en Cabildo, provincia de Buenos Aires, a 50 kilómetros de Bahía Blanca. “Esa tocada de mano me costó 60 años y gané una botella de vermouth”, bromeó Cayetano.
Contó que “La idea era quedarme un año o dos en Ushuaia y el tiempo fue pasando, primero un año, después un año y medio y cuando me quise acordar, ya son sesenta años”, compartió.
“El secreto de nuestro matrimonio siempre fue tener diálogo entre los dos; cuando veo que mi señora está medio ‘chinche’ no le digo nada y ella hace lo mismo, cuando ve que estoy ‘chinchudo’ por algo, no me dice nada, pero cuando me descuido, ya pasó”.
Consultado sobre la apuesta de la botella de vermouth, Cayetano Gorjón recordó que “estuve de conscripto en la Armada; cuando llego a Ushuaia el 12 de febrero de 1957 en la Base Naval me designan como chofer de un micro de línea que había en toda la población de Ushuaia. Es así que andando en el micro, conozco a esta chica y conmigo, tenía un Cabo Primero (yo era conscripto). Entonces él fue quien me dijo al ver que yo la miraba mucho y ella me miraba mucho también: -‘A que no le tocás la mano cuando le das el boleto’ y le digo: -‘Te juego una botella de vermouth’. Cuando le doy el boleto a ella, le toco la mano y me miró y me quedé anonadado, así que el Cabo Primero me dijo: -‘No te dijo nada, entonces ya te la compraste’. Él me tuvo que pagar la botella de vermouth y me tuvo que invitar a cenar”, recordó.
Detalló que los colectivos que prestaban el servicio de transporte público colectivo de pasajeros en Ushuaia “eran un cuatro unidades, dos Chevrolet, un Dodge y un International. Había también un colectivo grande, tipo Mercedes Benz que era en realidad un Leyland”.
“De los viejos pobladores, ya quedan muy pocos, Ushuaia ha crecido para mal porque ha crecido mucho, pero sin planificación. Algunas calles parecen diagonales, muy juntas”, entendió.
“Tenemos muchos amigos, algunos lamentablemente se han ido, y también tenemos muchos abuelos que son parte de la familia”.
Con la Marina, “fuimos los primeros que hicimos el cruce en el Lago Fagnano hacia Río Grande, en esos tiempos prácticamente no había vehículos buenos para transitar. Los únicos que tenían vehículos más o menos lindos eran los de la Armada Argentina.
En relación a las comidas preferidas, dijo que mayormente les gusta la pasta, “capelletis, ravioles, lasagnas, tallarines, cuando nos gusta comer algo, y lo preparamos nosotros, al mejor estilo italiano y siempre lo hacemos para toda la familia, nunca comemos solos cuando cocinamos, los domingos los compartimos con los hijos, los nietos y los bisnietos”.
Reveló que “ya tenemos los pasajes a Italia para el 20 de octubre de este año; nosotros ya estuvimos en Italia en 1995, fue una experiencia muy linda, y en especial para ella porque hacía 45 años que no visitaba su tierra italiana. Ella vino a los ocho años. En la parte de Perugia, se acordaba de todo”.
Cayetano, quien fue futbolista, ciclista, ya en el otoño de su vida practica bochas y disfruta de la pileta.
Cayetano ‘Coco’ Gorjón fue empleado de Radio Nacional y del Correo y Telecomunicaciones cuando era ENCOTEL.
Desde la Madre Rusia con amor
Guillermo Guzmán, junto a su novia rusa Elena Malikova –a quien conoció en Italia como docente-, estuvo escuchando Radio Universidad y desde la distancia saludó a su abuela, lo cual marcó un momento muy emotivo en la emisora. “Acabamos de iniciar la primavera en Rusia; hace cinco meses que estoy viviendo acá; mi novia es rusa y el amor me trajo para estos lados, estoy estudiando y trabajando aquí, en la ciudad de Ekaterimburgo, capital de los Montes Urales”.
Con una ubicación excepcional en la frontera geográfica entre Europa y Asia, Ekaterimburgo tiene una población de 1,4 millones de habitantes.
La ciudad, situada al pie de los montes Urales, fue fundada por un decreto de Pedro I el Grande, y se la llamó Ekaterimburgo por Catalina I (Ekaterina en ruso), la esposa del zar.
Ekaterimburgo es la cuarta urbe más grande de Rusia en cuanto a población, y es una de las 11 ciudades rusas que supera el millón de habitantes.
Durante el siglo XVIII, la ciudad cobró fama como núcleo de la siderurgia rusa. Hoy es una ciudad moderna con infraestructuras de primera clase, entre las que figura una eficaz red de metro y un excelente aeropuerto.
Además, es uno de los centros artísticos más famosos de Rusia, y uno de sus principales núcleos deportivos. La ciudad fue una de las sedes de la Copa Mundial de Fútbol de Rusia 2018.
Ekaterimburgo es la tercera ciudad con más misiones diplomáticas del país (después de Moscú y San Petersburgo).
“Los argentinos y los rusos somos muy parecidos, lo que cambia es el idioma, si bien son un poquito más cerrados, pero somos muy parecidos”, reveló Guillermo.
“Acá me siento bien, la gran barrera es el idioma; estudio el idioma ruso en la universidad porque obviamente es fundamental y trabajo como profesor de Inglés y de Español en una escuela de lenguas”.
Hace 2 años me fui de Argentina a Italia para ver un poco como era la historia que de chico siempre me contaron en casa. Estuve viviendo en Sardegna (en español Cerdeña) por un año y al conocer a Elena en Italia decidimos armar juntos nuestra historia pero en Rusia dado que todos sus familiares viven acá. También estoy armando un proyecto de negocios para extranjeros que trata de hacer conocer la verdadera Rusia no turística en 10 días; su cultura, su lengua y el alma rusa”, contó Guillermo.