Macri ve cómo se acelera la erosión de su imagen

En pocos días se difundirá un nuevo dato trimestral de desempleo medido por el Indec. Y en el Gobierno ya se preparan para lo peor, donde hay altas probabilidades de que la medición vuelva a ser de dos dígitos, algo que no ocurría desde hacía siete años.

Buenos Aires.- Lo cierto es que el temor a engrosar la lista de trabajadores suspendidos o despedidos se instaló en la agenda pública, en este inicio de 2019. Lo reflejan las encuestas consultadas por el propio Gobierno. Y lo revelan informes técnicos, que llevan un minucioso conteo de la problemática laboral.

En concreto, la cantidad de suspensiones y despidos en las empresas se disparó dos veces y media durante el primer bimestre del año, en relación con lo sucedido entre enero y febrero de 2018. Y la tendencia mantuvo en el comienzo de marzo.

De acuerdo con un relevamiento del Centro de Economía Política Argentina (CEPA), al que tuvo acceso iProfesional, durante enero y febrero se contabilizaron 12.149 casos entre suspensiones y despidos en las compañías privadas.

En los primeros 60 días del año pasado, se habían contabilizado apenas 4.732 casos. Siempre tomando en cuenta lo acontecido en el sector privado.

Como es previsible, la industria se transformó en el principal expulsor de mano de obra, profundizando un escenario de achicamiento. Le siguió el sector de los servicios, con el comercio como uno de los mayores rubros en problemas por la caída del consumo.

 

Suba en el ranking de preocupaciones

 

La creciente preocupación por la estabilidad a nivel empleo se empieza a notar en las mediciones del humor social. En la encuesta semanal que realiza la consultora Management & Fit, el «índice de optimismo» marcó la semana pasada un descenso de 1,5 punto.

El factor que explicó esa baja fue, precisamente, la incertidumbre por la situación en el mercado laboral, que se contrajo 3,5 puntos.

Para los expertos, el malestar por el escenario laboral amenaza con tomar fuerza justo en medio de la campaña electoral, lo cual disminuye las posibilidades del oficialismo.

Por lo pronto, en la última encuesta de la Universidad de San Andrés se observa cómo la preocupación por el desempleo subió seis puntos en menos de un año y ya se ubica casi al mismo nivel que la delincuencia en el ranking de los temores argentinos.

En el mismo lapso, el índice de desaprobación de la gestión de Mauricio Macri se disparó 10 puntos, hasta ubicarse en un 63% de la opinión pública.

Ante la constatación de que el problema va en crecimiento, el Gobierno comenzó a analizar medidas que ayuden a frenar la crisis. Actualmente se está en plena negociación con algunas de las industrias más afectadas, como la automotriz, que reclaman protección del mercado interno y reintegro de impuestos a la exportación, como forma de reactivar rubros que mantienen altos niveles de capacidad instalada ociosa.

 

Los privados, con la peor parte

 

De todas formas, si en la comparación con lo ocurrido el año pasado se incluyen las suspensiones y los despidos en el Estado, la conclusión es que la cantidad de trabajadores afectados no varió demasiado, al menos en el inicio de 2019.

Sucede que, en aquel primer bimestre de 2018, el ajuste había pasado por las empresas públicas y por el Estado. Ya sea en la administración central, las gobernaciones o las intendencias. Algo que en 2019 no está sucediendo. El recorte de los planteles se están realizando en las empresas privadas, mientras que el Estado mantiene a sus empleados.

Para resumir: mientras en el primer bimestre de 2018 hubo 7.515 despedidos y suspendidos en el Estado, ahora fueron tan sólo 98 las personas con problemas laborales en ese rubro.

Otro mal síntoma de la situación actual lo da que, al menos en el comienzo del año, se contabilizaron más despidos que suspensiones.

La ecuación suele dar al revés. Pero lo que viene sucediendo es que los empresarios intentaron, primero, retener a los empleados suspendiéndolos. Eso sucedió el año pasado. Pero ahora, al ver que la marcha de la economía continúa hacia abajo, decidieron dar un paso más y se desprendieron de personal.

El Ministerio de Producción y Empleo detectó que, durante todo el año pasado, se perdieron 191.300 puestos de trabajo formales (en blanco). De ese total, 130.000 se dieron en el sector privado.

El retroceso en el empleo formal resulta superior al de las recesiones de 2016, 2014 y 2012, y encendió un alerta sobre el deterioro del mercado laboral. Algo que parece confirmarse en el comienzo de 2019.

En 2018, los sectores más golpeados fueron la industria (-61.000), comercio (-36.000) y la construcción (-13.600), mientras que mostraron aumentos minas y canteras (4.400), enseñanza (4.400) y agricultura (2.100).

De acuerdo al informe de CEPA, en enero y febrero -otra vez- la destrucción de empleo se centraliza en la industria.

En ese rubro se perdieron 5.222 empleos. A los que habría que añadir a otras 3.130 suspensiones.

En tanto, en «servicios» hubo 3.502 despidos, mayormente en el rubro comercial, fuertemente golpeado por la caída en el consumo. La crisis afecta mucho a los supermercados: según los últimos datos del Indec, entre enero último y enero del año pasado, las grandes cadenas despidieron 3.775 empleados, el 3,9% de su plantel. Hoy el sector emplea de forma directa a 93.030 personas.

En la construcción, la situación parece ser menos crítica. En el primer bimestre se contabilizaron 400 trabajadores despedidos, por debajo del promedio del año pasado.

Una de las características en el arranque de 2019 refiere a la masividad en las crisis de algunas empresas. Uno de los peores casos fue el de Metalpar. La fábrica de carrocerías echó a 600 personas tras cerrar sus puertas. Otra transportista, Ersa, despidió a 400.

El sector textil también suma malas noticias, y se destaca como el nicho más castigado por la coyuntura. Marcas reconocidas como Wrangler y Lee ya anunciaron que dejan de fabricar en el país, lo que implican unos 200 despidos.

También se encolumnan las compañías que presentan sus procedimientos de crisis ante la Secretaría de Trabajo. Fate, el fabricante de neumáticos del grupo Madanes, se inscribió entre las últimas que lo hicieron. Por la crisis peligran unos 430 empleos.

Los Procedimientos Preventivos de Crisis (PPC) son un reflejo de la recesión que afecta a las empresas y, según un informe de la consultora Synopsis, el año pasado lo solicitaron 108 empresas.

Sin dudas, el sector automotor atraviesa el peor momento de la década. Sólo durante el primer bimestre del año se contabilizaron 2.900 suspendidos. A los que se sumaron otros 4.000 durante marzo. Las principales fábricas atraviesan un momento de crisis.

A General Motors, Renault, Fiat, PSA Argentina y Honda, que en las últimas semanas vinieron anunciando esquemas con suspensiones en sus terminales, se acaba de agregar la fábrica de camiones Iveco, que esta misma semana informó la suspensión de 900 empleados en su planta de Ferreyra, provincia de Córdoba. Además, la compañía abrió un programa de retiros voluntarios.

De acuerdo a las cifras oficiales, durante enero, las fábricas de autos trabajaron al 15% de su potencial. Para tener una idea: en enero del año pasado habían operado al 25% (en enero suelen darse paradas técnicas), pero la retracción de comienzos de año fue histórica.

Además de los ya mencionados rubros de textiles, autopartes y alimentos, otro de los rubros padecientes es el de la electrónica y electrodomésticos, notoriamente perjudicados por la pérdida de poder adquisitivo de la población.

Lo mismo sucede con el comercio. De acuerdo al informe de CEPA, entre enero y febrero, ya se contabilizaron 1.685 despidos. Se trata de locales que cerraron sus puertas por la caída en los niveles de consumo.

 

¿El piso de la crisis?

 

Es temprano para hablar de brotes verdes, y además el Gobierno evita cualquier mención a ese término. Pero lo cierto es que los últimos datos sobre la evolución de la industria y de la construcción podrían marcar que la recesión ya tocó fondo. Al menos en esos sectores.

De hecho, uno de los resortes de la construcción cerró febrero en «verde». En el sector la novedad es tomada con mucha cautela y, en simultáneo, con una indisimulable cuota de esperanza.

El dato llegó de la mano de la Asociación de Fabricantes de Cemento Portland (AFCP): su informe mensual correspondiente a febrero arrojó que el despacho del insumo subió 1,5 por ciento respecto de igual mes pero del año pasado. Y más de un 5% comparado con enero de este 2019.

El indicador no sería relevante si no fuera porque, en medio de la recesión, los economistas y los funcionarios del Gobierno están súper atentos a los indicios que manda la economía real.

Hasta ahora, ningún análisis serio puede afirmar si la crisis llegó a su peor momento para comenzar el rebote.

Difícil hacer pronósticos mientras la parte financiera continúe a los saltos. Sin estabilidad ni certidumbre por el lado cambiario y sin tasas de interés competitivas, una respuesta por la afirmativa sería más voluntarismo que otra cosa.

 

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