La Distopía 22/23

Nuestra provincia, nosotros, nos enfrentaremos en los próximos años a una verdadera “distopía”, y reitero verdadera porque el concepto por definición es la construcción  de un mundo imaginario indeseable, recreado muchas veces por la literatura y el cine, lo contrario a “utopía”. Las raíces griegas de la palabra hacen referencia a “lugar malo”. Generalmente creado y habitado por pestes incurables, radiación nuclear, infertilidades masivas provocadas, alienígenas, muertos vivos o solo el triunfo apocalíptico de la maldad humana. En estos futuros distópicos se vuelve al grupo por la supervivencia frente a otros grupos que luchan por lo poco que quedó, y porque la mayoría no está, se murió o se fue.

En el 2023 se termina la utopía fueguina, nuestra “fantasía” de progreso por el que vinimos y nos quedamos, el sub régimen de promoción industrial de la Ley 19640. El “motor” de la norma legal: una economía, aunque no su objetivo estratégico, es decir, sus fines geopolíticos. Y se puede afirmar aquí que la clase política, los trabajadores, los empresarios, los grandes y pequeños comerciantes, las instituciones públicas y privadas, con mayor responsabilidad en los que dirigen, claro está, equivocaron mayoritariamente el debate en defensa de los alcances del marco legal. Lo hicieron desde la lógica discursiva impuesta por los enemigos de la ley 19640, enemigos por diferentes motivos e intereses, desde los geopolíticos hasta los económicos. Ese discurso, propalado por parlanchines, ignorantes o pagados por poderosos medios de comunicación apunta a lo económico instalando lo costoso que es para los argentinos nuestra vida, algo que a todas luces es falso porque no se produce erogación especial del Estado nacional sino que no se cobran impuestos a una economía que si los pagara simplemente no existiría.

Párrafo aparte merece uno de nuestros “representantes” por la Alianza Cambiemos, el mismo que figura en el listado  de morosos de la cuota alimentaria que le corresponde a sus hijos, el mismo que propuso construir un puente en la Primera Angostura financiado con fondos nacionales que se entregaría a la infraestructura de uno de los países interesados en nuestra soberanía con el que mantenemos una “amigable conflictividad”. El mismo que, montado en su ignorancia, cretinismo y traición a sus representados, se ha sumado al discurso de los enemigos de los fueguinos y de la defensa de la soberanía nacional que dicen que nuestra economía es inviable, no competitiva, que debe reconvertirse. El mismo que ha manifestado que el discurso de defensa de la soberanía basado en Malvinas es un “falso chauvinismo nacionalista” demostrado en el hecho de que los argentinos comen mayonesa Hellmann’s que pertenece a capitales británicos. Todos los caminos conducen a Roma.

Es cierto que es necesario una paulatina diversificación de la economía de Tierra del Fuego pero para poder realizarlo se debe ampliar el horizonte de inversión como el que se lleva adelante en Manaos, en cierta medida nuestro espejo, con la extensión de la promoción hasta el 2073 y en ese proceso diversificar y hasta reconvertir  la economía y dejar de depender exclusivamente de la pluma fuente de la Casa Rosada.

Esa lógica económica del debate impuesto también  ha instalado la idea de que somos  simples “armadores” desconociendo en la critica que ningún  producto industrial en el mundo se fabrica en un solo lugar desde las materias primas hasta el producto final y que a la vez desconoce y desacredita el desarrollo tecnológico de nuestra industria y el conocimiento que hemos invertido en la formación de profesionales y operarios de esas empresas que sufren por el modelo de eliminación de barreras aduaneras proteccionistas para la industria nacional y el destino de las divisas al pago de intereses de deuda externa, la ruleta financiera y la fuga de capitales desarrollado por el gobierno de Macri.

Es y ha sido el grave error discutirlo desde ese  aspecto. En el fin geopolítico está la verdadera defensa. El conflicto permanente sobre cuestiones limítrofes con Chile, entre ellas el ya resuelto litigio por el Canal de Beagle sobre el que los fueguinos votaron en contra.

Las Islas Malvinas y todo el archipiélago, las riquezas de la pesca e hidrocarburos de nuestro mar de las que se adueñó el Reino Unido y la estratégica definición de la soberanía antártica que superpone problemáticos límites con los países mencionados. El ejercicio pleno de la soberanía mediante el efectivo poblamiento del centro de semejantes y cruciales problemas debería haber sido el eje del debate porque desnuda  los intereses de compañías petroleras, pesqueras, los intereses sobre la riqueza antártica y los intereses sobre el afianzamiento de la ocupación ilegítima de nuestras islas cuyos habitantes tienen, gracias a nuestro recursos pesqueros y nuestro petróleo, 10 veces el PBI per cápita de un argentino.

A esto debemos sumar que la política energética del gobierno nacional es  dolarizar tarifas, quitar subsidios y transferir el contenido de nuestros bolsillos, de todos,  a las empresas energéticas. En nuestra provincia la quita total del subsidio al gas se completa en el 2022.

Un escenario que no solo afecta directamente a la energía para calefacción sino también al costo de la electricidad. Un combo perfecto que atraviesa la vida de todos los sectores sociales, políticos, económicos, todas las actividades de las que vivimos, ricos, pobres, clase media. No hay grieta posible.  El escenario del poblamiento estratégico con altísimos costos energéticos y con un horizonte de inversión económica de poco más de tres años se cae a pedazos y tiene solo como resultado el éxodo masivo. Algo que ocurrió, en menor escala porque éramos menos, entre fines de los ochenta y principios de los noventa. Una provincia vacía en la que las cosas tomaron y tomarán valores de distopía.

Los efectos del éxodo  atraviesan a todos los sectores sociales. ¿Dónde se va trabajar?¿ A quién se cura?¿A quién se le da clase?¿A quién se transporta? ¿Qué basura se junta? ¿A quién se le vende alimentos, ropa, útiles escolares, herramientas, anteojos, materiales

de construcción? ¿A quién se le vende pan? ¿Qué se construye? ¿A quién se defiende o se acusa?¿A quién se imparte justicia? ¿Cuál es el valor de una propiedad y cuánto vale un alquiler en una ciudad vacía? ¿A quién se les vende autos?¿ Para qué economía trabajan los bancos? ¿Quién usa cable, teléfono, taxi? ¿Quién paga patentes e impuestos? ¿Cuáles son las funciones de los empleados de un inexistente estado?

¿Cómo se pagan sus sueldos?

Hay ejemplos históricos y cercanos. Uno, Sierra Grande que contiene las respuestas a las preguntas planteadas. A ningún lado, a nadie, ningún, nada. La nada.

En ésta política del gobierno nacional de entrega de la soberanía algunos quedarán, unos pocos, con comportamientos distópicos, aprovechando la belleza natural con sus emprendimientos turísticos, naturaleza ya despoblada del exceso de “incómodos morochos” asentados en las laderas, quedarán solo los necesarios. Otros en escritorios firmando permisos de pesca. Otros  haciendo mantenimiento de caños de petróleo y gas para llevarlos a otra parte, sin ninguna capacidad de cumplir la amenaza del poder de clase de  “El Gorosito” de Caleta Olivia que mirando desafiante a Buenos Aires hace el gesto de cerrar la canilla. Otros  haciendo nuevos pozos. Pocos. No se necesitarán más habitantes en el “lugar malo”, distópico, que expulsará de mala manera a quienes sobren. La mayoría.

Sería hora que empecemos a debatir, interpelarnos e interpelar a la dirigencia sobre nuestro futuro, sobre todo en épocas electorales en las que como dice un reconocido político fueguino “la pared mea al perro”, en épocas en las que se golpea la puerta del otro lado. ¿No?

 

 

(*)

Hugo Schneider

Prof. en Historia

UTN-FRTDF

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.