La fuerte y directa estrategia del oficialismo de llamar a votar en las primarias, muestra que Juntos por el Cambio tiene un adversario tanto o más difícil de derrotar que el kirchnerismo: el ausentismo electoral.
Buenos Aires.- «El domingo 11 de agosto te pido por favor que nos acompañes con tu voto. Ahora más que nunca», apela el propio Mauricio Macri en varios spot de campaña, marcando a las claras que el Gobierno toma a las PASO muy en serio.
Este es un aspecto que influye directamente en la cantidad de votantes que tiene la posibilidad sumar cada fuerza y que puede cambiar radicalmente la ecuación a favor del oficialismo, debido a que en el entorno presidencial se considera que el segmento de indecisos, de apolíticos y desinformados -que son los que deciden a último momento si van a concurrir- tenderá a votar por los oficialismos. Ergo: cuanta más gente concurra a sufragar, mayores serán las posibilidades para Macri.
Hablando en números: el objetivo es que concurra más del 75% del padrón. Ese fue el nivel de asistencia de las PASO 2015, mientras que el de las legislativas del 2017 cayó a 72,4%. En esa ocasión, el macrismo perdió con Cristina Kirchner en las primarias de la provincia de Buenos Aires.
Cada punto representa a unos 330.000 electores, lo que equivale a decir que el Gobierno espera que en estas PASO concurran a las urnas al menos un millón de ciudadanos más que hace dos años.
Un objetivo que, a primera vista, luce difícil de cumplir pero que algunos encuestadores creen que no es imposible. De hecho, asocian la recuperación de Macri en las encuestas a un incremento en la disposición del público a votar en las primarias.
El consenso de los expertos es que en la población que decide a último momento si concurre a votar o no hay jóvenes de entre 16 y 17 años y también mayores de 70 años, que no tienen obligación de presentarse. Según datos de Synopsis, estos últimos son el 10% del padrón, «un segmento donde el Gobierno tiene ventajas de hasta 40 puntos».
El último antecedente histórico que parece ratificar esa presunción fue en las elecciones legislativas de 2017, cuando el macrismo quedó abajo del kirchnerismo en provincia de Buenos Aires en las PASO y luego, en las generales, con un nivel de asistencia de alrededor de cuatro puntos porcentuales más de votantes, Bullrich pasó a Cristina Fernández de Kirchner.
En cambio, si concurre menos gente, las chances serán mayores para la oposición. Esto se debe a que entre los politólogos se considera que el voto opositor siempre es más militante y fiel.
«En vistas a esta polarización, el oficialismo se vio obligado a calentar el ambiente para incrementar la participación electoral con la hipótesis de que, como sucedió en 2015 y 2017, a mayor participación haya más votos a su favor», resumen en analista político Carlos Fara.
A su entender, el Gobierno no sólo necesita tener más expectativa positiva para la primera y segunda vuelta, sino también tratar de no perder por más de tres puntos en las PASO porque «eso es lo que hoy los mercados financieros consideran razonable para no entrar en zona de turbulencia». Algo que, de suceder, sería muy negativo para las aspiraciones de Macri.
La mala noticia para el macrismo es que las estadísticas marcan una tendencia a un ausentismo cada vez mayor en las PASO que, al desvirtuarse de su sentido original y no tener internas partidarias, pierden interés para mucha gente.
En esta estrategia para captar a los indecisos o posibles ausentes a la fecha electoral se suma un dato estadístico no menor. Según Gonzalo Peña, director de la consultora OH Panel, entre un 12% y 15% del electorado termina de decidir el voto el mismo domingo de la elección.
«Va a haber una gran movilización en general de los partidos para lograr que haya más gente que vaya a votar, sobre todo en los lugares donde al Gobierno le va mejor», afirma a iProfesional el politólogo Julio Burdman.
Llamado a votar
En los últimos spots de Juntos por el Cambio, el mensaje es llamar a concurrir a las urnas. El propio Pichetto asegura: «No pierdas tu voto».
Incluso, en la misma línea, el oficialismo realizó otro spot de campaña con los principales referentes: Mauricio Macri, María Eugenia Vida y Horacio Rodríguez Larreta, indicando argumentos de por qué es «tan importante que vayas a votar» y solicitando «por favor» que se asista a sufragar.
Un mensaje difícil de transmitir en momentos donde existe una atmósfera de gran apatía política entre los argentinos, ya que no se percibe un clima electoral importante.
Incluso, gran parte de la clase política cree que las PASO no tienen mucha utilidad electoral, sino que en realidad son una gran «encuesta» sobre las preferencias de los argentinos y tener una aproximación sobre qué puede ocurrir en las generales de octubre. De hecho, desde la UCR, socio político de Cambiemos, quisieron derogar esta instancia primaria pocos meses atrás.
Por combatir esta apatía generalizada, los argumentos claros del Gobierno para incentivar a que los votantes concurran a las urnas están vinculados con el miedo del regreso al pasado y que en las elecciones se dirimen sólo dos alternativas posibles y totalmente antagónicas entre sí.
En las publicidades oficiales se cita que las opciones son elegir entre «el día y la noche», «democracia o autoritarismo», «transparencia o corrupción», «libertad de prensa o volver al país del miedo».
Dicha pieza está representada por personas jóvenes, menores a los 40 años, justamente, una de las franjas que son más apáticas a presentarse a votar
La estadística como reflejo
La falta de entusiasmo popular por las PASO se refleja con claridad en las estadísticas: en las últimas cuatro elecciones la participación en las primarias fue en franco descenso, con una caída de la asistencia a lo largo de seis años (entre el 2011 y 2017) en más de 6 puntos porcentuales del electorado.
Tal vez es un síntoma de que, al no haber una disputa real de internas en los partidos políticos, la gente no le ve sentido ir a votar en una elección que no define ninguna situación para el país.
En el siguiente gráfico se puede observar cómo fue descendiendo la presencia de los electores en cada una de las PASO.
Los números marcan que en las primarias de 2011 se presentó el 78,6% del electorado, pero a medida que pasaron los años la presencia bajó a alrededor del 75% (en 2013 y 2015), y en las legislativas de 2017 tocó el piso del 72,4% de los asistentes.
En el Gobierno se especula que en la última votación (2017) la participación fue inferior porque no se trató de una instancia definitiva y tan trascendente como un cambio presidencial.
Por eso la misión del oficialismo es superar, al menos, los registros de las PASO de las últimas elecciones presidenciales, del 75%.
¿Objetivo cumplible?
Bajo este panorama, queda el interrogante por dilucidar si la intención del Gobierno de sumar un mayor presentismo a las primarias es un objetivo posible de cumplir.
Para muchos expertos, es un desafío complejo revertir la tendencia creciente de ausentismo electoral que hubo en las PASO.
Si la misión del Gobierno es que la cantidad de gente se incremente respecto del último antecedente de agosto, entonces deberían concurrir unos 850.000 electores más que en las PASO de las Legislativas de 2017.
Pero si la meta del oficialismo es más exigente y pretende alcanzar la asistencia máxima registrada, que fue 78,6% en las PASO de las presidenciales de 2011, ahí se deberían presentar a votar dos millones de personas más que en las primarias de 2017.
Entre los analistas que creen que es posible superar la meta del 75% figura Lucas Romero, director de Synopsis: «Se espera una mayor asistencia porque la polarización favorecerá una mayor participación».
En resumen, aun con todos los factores que pueden jugar en contra, algunos analistas creen que la estrategia general del Gobierno es acertada.
«Creo que puede haber un corrimiento de votantes que se pensaban abstener o votar en blanco en esta instancia y que saldrán al auxilio del Gobierno, porque el oficialismo está tratando de dramatizar el escenario», concluye Fara.