Un venezolano que perdió su pierna izquierda en un accidente de tránsito, emprendió una caminata hacia el extremo sur de América, con la esperanza de inspirar a su hija y compatriotas a seguir sus sueños pese a las adversidades. El sábado llegó a Ushuaia.
Ushuaia (Reporte Austral).- Yeslie Aranda dejó su ciudad natal de San Cristóbal, estado de Táchira, en el suroeste de Venezuela, el año pasado con una mochila, unos 30 dólares en su bolsillo y una prótesis de aluminio que le permitió sortear los escarpados caminos del continente.
El sábado, el hombre de 57 años de edad, desafiando las bajas temperaturas, llegó a Ushuaia la ciudad más austral del mundo.
«Yo estoy viviendo mi sueño», dijo Aranda mientras caminaba hacia un letrero que da la bienvenida a los visitantes «al fin del mundo».
Aranda, un ex conductor de camión, realizó este viaje mientras miles de compatriotas abandonan su país debido a la desesperación. Pero para él la razón es diferente: ser una fuente de inspiración para otros después de que casi muere en un accidente.
El 27 de agosto de 2013, Aranda conducía un colectivo en el estado venezolano de Barinas, cuando un camión que viajaba en la dirección opuesta perdió el control y se estrelló contra su vehículo. Aranda y su hija de 23 años, Paola, perdieron una pierna y fueron hospitalizados durante varias semanas.
Después de recuperarse del accidente que lo dejó en coma durante 15 días, Aranda comenzó a caminar con muletas a los santuarios religiosos que rodeaban su ciudad natal como una forma de «agradecer a Dios» por salvarle la vida. Pero también emprendió las caminatas para motivar a su hija, que no ha podido obtener una prótesis adecuada y ahora usa una silla de ruedas.
«Paola perdió su pierna derecha y la izquierda le quedó muy lastimada», relata Aranda. «Yo empecé a caminar para motivarla y demostrarle que a pesar de todo vamos a seguir adelante».
Aranda dijo que conoció a personas que se sonreían al ver a «alguien en una pata» y a su hija en silla de ruedas cuando iban de camino a los santuarios. Él piensa que su perseverancia inspirará a otros.
El año pasado decidió que era tiempo de dejar un legado viajando por todo el cono sur del continente.
«Quería estimular a la gente y decirles que pueden ir tras sus sueños sin importar su condición», dijo Aranda. «Hay muchas personas que no tienen ninguna limitación y a veces ni siquiera sueñan».
Con sus ahorros mermados por la crisis en Venezuela, Aranda apenas pudo reunir el equivalente a 30 dólares para el viaje. Una compañía de prótesis le regaló una nueva pierna de aluminio y un zapatero le regaló zapatillas decoradas con los colores de la bandera venezolana.