A un equipo de investigadores argentinos se suman cincos instituciones alemanas y dos universidades chilenas. Río Grande será una de las bases. Tanto por el despliegue tecnológico como por sus posibles conclusiones, se trata de un experimento de características inéditas que analizará los procesos tanto dinámicos como químicos de la atmósfera. Para una mayor riqueza de datos se realizarán mediciones desde el suelo, satélites e -in situ- desde una aeronave alemana, la fabulosa Gulfstream G550, que dispone 13 instrumentos únicos.
Río Grande A través de diferentes bases localizadas en zonas estrategias del sur argentino, un consorcio internacional de científicos de diferentes nacionalidades, intentarán medir parámetros -hasta ahora inéditos en nuestro suelo- de la atmósfera del sur de la Patagonia y de la península antártica, mediante instrumentos de última generación. Esto permitirá realizar predicciones más precisas sobre el clima y disponer información en tiempo real de posibles turbulencias a alturas que afectan a la aeronavegación y las telecomunicaciones, según publicó en la antevíspera, el matutino Clarín.
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La campaña Transporte y composición del hemisferio sur troposfera superior y estratosfera inferior (Southtrac) se propone realizar una serie de experimentos en la estructura vertical de los procesos atmosféricos en el hemisferio sur. Desde sus capas más cercanas a la superficie terrestre hasta a más de 90 kilómetros de altura.
“Para realizar un pronóstico del clima, se utilizan modelos matemáticos que predicen el movimiento de la atmósfera y en particular, de los movimientos ondulatorios dentro de la misma. A su vez, para poder conocer hasta qué punto las ondas afectan y condicionan a los modelos y al clima, es imprescindible tener información experimental de parámetros atmosféricos claves, tales como la temperatura, la velocidad vertical y horizontal del aire, la concentración de los distintos gases atmosféricos, entre otros. En el hemisferio sur, dicha información experimental es escasa”, advierte Alejandro de la Torre, director del Grupo de Dinámica Atmosférica (GDA) de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Austral, investigadores del Conicet.
El proyecto Southtrac, cuyas bases operacionales se ubicarán en las localidades Río Grande (Tierra del Fuego) y El Calafate (Santa Cruz) cuenta con la cooperación de investigadores del Conicet (Universidades Austral, UTN y de Cuyo) del Servicio Meteorológico Nacional, así como de 5 instituciones científicas alemanas, universidades de Chile y del Instituto Antártico Chileno.
Tanto por el despliegue tecnológico como por sus posibles conclusiones, se trata de un experimento de características inéditas que analizará los procesos tanto dinámicos como químicos de la atmósfera. Para una mayor riqueza de datos se realizarán mediciones desde el suelo, satélites e -in situ- desde una aeronave alemana, la fabulosa Gulfstream G550, que dispone 13 instrumentos únicos.
Este jet hará varios vuelos cruzados a través de la Patagonia sur, sobre los Andes y sobre la península antártica. Además, se contará con dos planeadores STEMME S-10, equipados con instrumental de medición a bordo, capaces de realizar vuelos de larga distancia y a gran altura a sotavento del sector argentino de la cordillera.
“Además de la importancia fundamental de medir y comprender la propagación de las ondas atmosféricas -algunas de las cuales se denominan ondas de gravedad- en el pronóstico del tiempo y de los fenómenos meteorológicos severos, tales como las tormentas de granizo, existen otras aplicaciones. Las ondas de gravedad originan perturbaciones y finalmente turbulencia del aire capaz de afectar seriamente la aeronavegación en la atmósfera y por encima de ésta, en la ionósfera, dichas ondas suelen afectar las telecomunicaciones.”, detalla de la Torre.
La primera etapa de la campaña tendrá lugar entre septiembre y octubre de este año y se centrará en los llamados aspectos dinámicos de la actividad atmosférica. La región donde se van a tomar las mediciones fue elegida porque es un sector de la atmósfera donde se sabe que existe una enorme actividad de ondas de gravedad, del cual, paradójicamente, se dispone actualmente de muy escasa información experimental.
“El área seleccionada es significativa porque coincide con la formación del vórtice polar antártico, un elemento de la circulación de la atmósfera de cuya dinámica casi no hay mediciones, pero que tiene gran importancia global. En Argentina nos va a servir, entre otras cosas, para conocer mejor las incursiones de aire frío. Además, va a posibilitar inferir también cómo funciona el vórtice polar ártico”, afirma Rodrigo Hierro, investigador adjunto del Conicet e integrante del grupo que dirige de la Torre.
La atmósfera es la envoltura gaseosa que rodea la superficie de nuestro planeta, al que permanece unida por atracción gravitatoria. Está compuesta por una mezcla de gases que forma el aire. En función del comportamiento de la temperatura con la altura, se distinguen 5 capas. La primera, a partir de la superficie terrestre, es la troposfera que llega hasta los 18 kilómetros, la estratosfera hace techo en los 50 km, la mesosfera (80 km), la termosfera o ionosfera (690 km) y la exosfera (10 mil km).
La segunda fase de la campaña se realizará entre noviembre y diciembre de este año y estará será destinada al estudio de los procesos químicos y de composición de la atmósfera. Esta parte de la investigación involucrará dos proyectos distintos que cuentan con la participación de investigadores del Conicet de la regional mendocina de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN).
Uno de estos proyectos estará a cargo de Enrique Puliafito, investigador independiente del Consejo, y se centrará en obtener información aérea in situ de contaminantes y de aerosoles relacionados con la quema biomasa, los cuales tienen efectos potenciales sobre la precipitación, las propiedades de las nubes y el balance radiactivo.
En la segunda etapa, Rafael Pedro Fernández, investigador del Conicet, buscará evaluar el impacto que poseen los Halógenos tipo VSL sobre la destrucción del ozono estratosférico en la periferia del vórtice polar antártico donde, debido a las bajas temperaturas, la existencia de cristales de hielo y los altos niveles de radiación, se incrementa la química de reciclado heterogéneo que destruye catalíticamente al ozono.