Después de cuatro años de gobierno de Mauricio Macri, el peronismo vuelve a la Casa Rosada. Alberto Fernàndez será oficializado hoy como el nuevo presidente de los argentinos, que aguardan con ansiedad el primer mensaje, el del discurso de la asunción ante el Congreso. La idea central, al menos en este inicio del mandato -que se extenderá hasta diciembre de 2023-, pasa por demostrar que «el país cambió, que la economía deja atrás la lógica del ajuste para encarar la lógica del crecimiento».
Buenos Aires.- El presidente enfoca su discurso en la necesidad de activar la economía y atender reclamos sociales. Sabe que hay poco tiempo para mostrar resultados
Por eso mismo, Alberto F. planteará un mensaje contundente en el sentido de que se viene un cambio en la dinámica económica. Su primer desafío es que ese relato recupere la credibilidad perdida después de 20 meses consecutivos de crisis.
Dependerá, claro, de las medidas que ponga en marcha desde el principio y de la estrategia en la negociación con los acreedores privados y con el Fondo Monetario Internacional. Sin descuidar la relación con Donald Trump, que otra vez jugará un papel decisivo en el vinculo de la Argentina con los organismos internacionales de crédito.
En su conferencia de prensa del último viernes, al presentar al gabinete nacional, el nuevo Presidente dio a entender que será cuidadoso en el plano fiscal, más allá de que entre sus prioridades figura darle inmediata atención a la franja de la sociedad más lastimada por la crisis.
Ya lo había destacado en lo que hasta ahora fue su único contacto público con Kristalina Giorgieva -titular del FMI-: bajo su administración, la Argentina irá hacia un ordenamiento fiscal pero sin que ello signifique una poda del gasto público.
De estas señales se desprende que las primeras medidas económicas irán hacia una recomposición de las jubilaciones mínimas, la AUH y los salarios más postergados, tanto públicos como privados.
La forma de financiar esas mejoras pero, sobre todo, la estrategia para encaminar la ecuación fiscal, será a través de un masivo incremento de las retenciones a las exportaciones del agro, la minería y la energía.
Primeras medidas, con foco en la caja
Al respecto, iProfesional pudo establecer que con esos incrementos se buscaría recaudar unos $250.000 millones adicionales anuales (equivalente a un punto del PIB), y así tender hacia un equilibrio fiscal.
Para lograrlo, siempre de acuerdo a infamación recabada por iProfesional con fuentes cercanas al nuevo gobierno, se analizaba una retención a la soja cercana al 33%. A su vez, tanto el maíz como el trigo y el girasol tributarían 15 puntos.
De confirmarse estos valores, se trataría de escalas que si bien quedarían por encima de las actuales, serían inferiores a los niveles que rigieron durante el mandato de Cristina Kirchner.
A diferencia del año 2008, cuando la suba de las retenciones se interpretó como emergente de una «voracidad fiscal» por parte de ese gobierno, ahora el escenario es distinto. El diagnóstico de Alberto F. es que la sociedad, después de casi dos años de crisis económica severa, ya no resistiría un nuevo ajuste sobre sus ingresos.
Y la alternativa más a mano refiere a la posibilidad de quitarle parte de la rentabilidad a los sectores de la exportación, que son los más beneficiados por la devaluación. A cambio, el compromiso del jefe de Estado, radica en mantener ese tipo de cambio alto. Fue lo que les prometió Fernández a las entidades del campo en el encuentro que mantuvieron en sus oficinas.
Alberto F. reconoce que sólo podrá renegociar la deuda con los bonistas si les muestra que la Argentina se encamina hacia un orden fiscal. Que, como suele decirse, «gasta menos de lo que entra al fisco».
El ministro de Economía, Martín Guzmán, será el encargado de transmitir esa orientación a los inversores, en su mayoría fondos y bancos del exterior que han sido golpeados severamente por la crisis.
La propuesta de Guzmán, según trascendió de sus propios dichos, sería suspender los pagos de los servicios de la deuda durante los próximos dos años, pero sin que eso afecte al capital adeudado.
En vista de este posible escenario, Wall Street reaccionó a favor de Guzmán en la primera rueda de negocios posterior a su designación. El lunes, el índice de «riesgo país» cayó 5%. Todavía se mantiene claramente por encima de los 2.000 puntos.
El nuevo gobierno peronista tendrá el doble desafío de conseguir un rápido despegue de la actividad económica, de manera de detener el proceso de despidos de trabajadores que empeoró en los últimos meses.
También debe convencer de que esa eventual mejora será sustentable en el tiempo. En otras palabras: de nada servirá que la actividad mejore por obra y gracia de la «maquinita» si, en pocos meses, esa estrategia se choca con la realidad de un nuevo shock inflacionario y otra devaluación.
La frágil paz social, en la lupa
En términos estrictamente políticos, a favor de Alberto F. juega la paz social que se mantuvo a pesar de la dureza de la crisis. Con sólo observar lo que ocurre en los países vecinos, ese es un activo que el nuevo jefe de Estado podría utilizar de base para la mejora.
Para darle alivio a esas tensiones de la sociedad, el jefe de Estado extenderá el congelamiento de las tarifas de los servicios públicos, al menos, durante el próximo semestre.
La postura de acompañamiento prometida por Mauricio Macri, de construir una oposición realista pero madura y constructiva, también debe entenderse como un valor en un contexto de incertidumbre económica.
El mismo valor tendrá, por supuesto, la gran alianza política construida por «Los Fernández», que de eminentemente electoral se transformará en un notable respaldo y cohesión para llevar a cabo las políticas necesarias para sacar al país de la crisis.
La intención es que esa comunión política se ensamble con los intereses del sector empresario en su conjunto, y de los sindicatos.
Y ahí es donde será clave el rol que finalmente ocupe el denominado «Consejo Económico y Social», que será creado por ley y cuya autoridad máxima sería nominada por el Ejecutivo y refrendada por el Congreso, de acuerdo a lo adelantado por el propio Fernández.
¿Será Roberto Lavagna quien finalmente ocupe ese cargo? «Es probable» responden asesores del jefe de Estado, luego de que el ex ministro y candidato presidencial asistiera a la misa del domingo en Luján compartiendo espacio con Macri y Fernández.
Si ese Consejo logra la robustez institucional imaginada por Alberto F., entonces sí habría que pensar en un bloque político que le dará mayor sostén a la nueva administración. El nuevo Presidente lograría, en ese caso, salir de la trampa de un mero acuerdo de precios y salarios que siempre tiene un «día después» muy complicado.
Sin una «luna de miel» extensa, sino más bien todo lo contrario, el Gobierno de Alberto F. empieza con expectativas pero también con grandes dudas. Un dólar que se mantiene quieto por obra y gracia de la prohibición de comprar divisas no es solución de nada sino, más bien, el emergente de que la crisis se encuentra en un nivel insostenible.
Con la renegociación de la deuda como eje central, a resolver después del verano, y una situación social caliente por la inflación y la pérdida de poder adquisitivo, ahí se juega la suerte del «primer semestre».
El día a día lo dirá.