Los empresarios dedicados al negocio de la informática están dialogando con el Gobierno para reflotar uno de los objetivos que, en su momento, más desvelaba a la entonces presidenta Cristina Kirchner: tener una industria de punta con valor agregado local y que lleve estampado el sello «Hecho en Argentina».
Buenos Aires.- En total, son cerca de una decena de compañías, medianas y chicas, que hasta 2017 venían produciendo notebooks en provincias como Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba, además de Tierra del Fuego, pero que se vieron obligadas a reconvertirse y a enfocarse en otras unidades de negocios, a raíz de la decisión del gobierno de Macri de abrir las importaciones para forzar una baja de los precios y alinearlos con los de la región (Chile como referencia).
Para los empresarios que se vieron afectados, tal medida no sirvió de mucho: argumentan que, a casi tres años de aquella decisión, la brecha de precios no se igualó por completo y la tecnología disponible en las cadenas de electro sigue atrasando varios años.
Para peor, aseguran que las sucesivas devaluaciones, que provocaron un encarecimiento de los equipos en relación con los salarios, hicieron que el parque de dispositivos en poder de los usuarios acumule una antigüedad notoria.
«Hoy tenemos un ‘agujero’ que estimamos en 10 millones de computadoras», plantea Carlos Scimone, presidente de CAMOCA, entidad que nuclea a empresas de informática, quien acaba de reunirse con el secretario de Industria, Ariel Schale, para adelantarle los detalles del plan.
Según el directivo, esos 10 millones de equipos representan la cantidad de unidades que dejaron de renovarse o que, directamente, no se sumaron al mercado luego de la iniciativa tomada por el macrismo y que se vio teñida por los abruptos saltos del dólar, que pegaron de lleno en el poder adquisitivo de los consumidores.
Ahora, estas Pymes (muchas de las cuales debieron reconvertirse en importadoras y distribuidoras), son las que tomaron la iniciativa para que se dé marcha atrás con la medida que quitó aranceles, de modo tal de volver a pensar en Argentina como polo para la producción de notebooks a partir de ensamblado, pero también con valor agregado local.
El año de gloria para la actividad fue en 2013, cuando las empresas ubicadas en la parte continental alcanzaron 2,1 millones de dispositivos. A esa cifra se le sumó el aporte de las plantas emplazadas en Tierra del Fuego, de la mano de 1,3 millones de unidades.
Así, las computadoras con la etiqueta celeste y blanca sumaron 3,4 millones, frente a menos de 400.000 equipos importados. Cinco años después (2018), en plena gestión macrista, desde el polo fueguino directamente no salió ninguna portátil -según datos de CAMOCA- mientras que en el continente apenas se ensamblaron 218.000 unidades,
En 2019 «el número fue peor, cercano a 200.000 dispositivos», señala Scimone. Es decir, en pocos años el número de notebooks nacionales se derrumbó nada menos que 94%.
Con estas cifras volcadas en un paper, los representantes de la cámara se acercaron al despacho de Schale, con quien mantuvieron una reunión que se extendió 45 minutos.
Schale había sido funcionario en épocas de Cristina Kirchner, ocupando puestos claves en áreas de Producción y Comercio Exterior. Mantiene buena vinculación con los industriales, dado que hasta 2019 se desempeñó en el área privada como director ejecutivo de Fundación ProTejer, que representa a toda la cadena textil.
En la carpeta que le acercaron:
– Para 2020, la meta planteada por el grupo de empresas que quiere reavivar al sector informático es de 800.000 equipos saliendo de las líneas de producción y ensable
– Para 2021, la idea es superar el millón de unidades. De ese total, 300.000 provendrían del plan Conectar Igualdad, la otra pata del «plan de reindustrialización» del sector
Según detalla Scimone a iProUP, esta rama de actividad subsiste con escaso volumen de portátiles ensambladas y manufacturadas localmente, «dado que es muy difícil poder competir con China». Por eso, la iniciativa del sector privado contempla la suba escalonada de las tasas a las importaciones (ahora en 0%).
«Es necesario que haya un arancel acorde a los productos terminados pero fijado en función del precio de cada modelo. Hoy, el problema es que termina entrando una notebook de 300 dólares al mismo precio que una de 2.000 dólares. Son dos productos totalmente distintos y para usos diferentes», explica.
Por eso, se apunta a establecer tres niveles de aranceles: uno para equipos más económicos; otro para los intermedios y uno diferente para los más costosos.
– En el caso de las dos primeras categorías (donde se enfocarían las empresas nacionales), la alícuota superará el 16% para poder hacer frente a la competencia asiática
– En cambio, los modelos más caros seguirán entrando al país con una tasa del 0%.
«No tenemos la intención de coartarle la posibilidad a los usuarios de tener un equipo más sofisticado a un precio lógico, porque no apuntamos a producirlos. Sí vamos a enfocarnos en dispositivos intermedios, de uso hogareño. Pero para crear empleo y reactivar las líneas, claramente tenemos que contar con una cobertura», explica Scimone.
Frente a esto, también están dialogando con la Dirección General de Aduanas para analizar el caso de las «posiciones bolsa». Es decir, las posiciones arancelarias del nomenclador que utilizan las importadoras para ingresar un producto y que están muy poco desagregadas, provocando que hoy sea muy complejo definir si lo que está entrando es gama baja, media o alta.
El directivo recalca que este esquema de reinstauración de aranceles, a su vez, significará más recaudación impositiva para el Estado y más mano de obra, luego de que la apertura importadora provocara una «importante sangría de puestos de trabajo». Desde la entidad remarcan que, tras la implementación de la apertura dispuesta por el macrismo, «se perdieron cerca de 7.000 puestos».
«Con este proyecto no pensamos en recuperar esos mismos niveles, pero sí estamos hablando de varios miles de empleos», señala. Además, el objetivo es reactivar todas las industrias satélites que pueden convertirse en proveedores de insumos y accesorios, tales como cargadores, baterías de litio, cables y hasta memorias RAM.
«Todo lo que rodea a la industria informática puede tener valor agregado local», explicita el directivo.
Tal como ya había detallado iProUP, el tiempo de reacción de la industria puede ser inmediato, porque los ‘fierros’ están disponibles. Según Scimone, «el equipamiento está, casi no se perdió capacidad instalada, solo hay que volver a ponerlo en funcionamiento».
Es que, de las 12 máquinas destinadas a producir plaquetas que llegaron a operar en Argentina, nueve permanecen desactivadas, una está funcionando en el polo fueguino y otras dos se vendieron a Estados Unidos (usadas pueden valer entre u$s1 y u$s2 millones).
Conectar Igualdad
El plan Conectar Igualdad, que fue implementado en tiempos de Cristina Kirchner en 2010, llegó a entregar más de 5 millones de notebooks educativas durante el tiempo que estuvo activo.
Exo, Newsan, BGH, PC Arts, Grupo Nucleo, Coradir, Novatech Solutions y Stylus fueron algunos de los jugadores que formaron parte de la primera edición de la iniciativa impulsada por el kirchnerismo.
Ahora, CAMOCA busca reflotar el programa con el objetivo de producir entre 200.000 y 300.000 unidades en una primera etapa. Para ello, la entidad tiene planeado reunirse en breve con el ministro de Educación, Nicolás Trotta.
«Entendemos que, por la situación fiscal, no se puede proponer algo tan masivo como antes», explica Scimone. Agrega que, a diferencia de la edición original, «ahora apuntamos a tres productos distintos».
«Para un chico de cinco u ocho años, el teclado no es tan necesario. Ahí es mejor ir directo a una pantalla, a una tablet. En cambio, para un estudiante de más de 12 años, el teclado es fundamental. Por eso queremos que Conectar Igualdad ahora esté más diversificado», concluye.