Con la paralización de las actividades en el sector industrial se instaló un debate acerca de las repercusiones que tiene la situación en cada sector y cómo afectará a los trabajadores. En el sector metalúrgico y alrededor de la organización gremial los análisis se realizaron con mayor crudeza que en otros ámbitos laborales. ¿Es cierto que las dos seccionales fueguinas de la UOM reflejan “dos mundos distintos”? como se dijo en algunos medios. En un año electoral, el debate y el análisis corren el riesgo de ser parciales y tendenciosos.
Río Grande – (Por José Piñeiro) – La situación planteada por la suspensión de actividades en el sector metalúrgico, a raíz de las respuestas definidas frente a la pandemia COVID 19, dio pie para el análisis sobre las condiciones laborales del sector y la reacción que tuvo cada una de las seccionales de la UOM y la conducción nacional del gremio, frente al parate. Algunos parecieron descubrir recién ahora que Río Grande y Ushuaia son –como se expresa en algunos medios- “dos mundos distintos”, una situación que solo algún distraído podía desconocer y que se viene reflejando en casi cada hecho político o gremial, desde hace algunos años.
Dirigentes de la Seccional Río Grande se plantaron cuando arrancaban los ´90, casi en soledad, ante el histórico mandamás de la UOMRA, Lorenzo Miguel. Apareciendo como opositores en Congresos Nacionales, manejados con mecanismos burocráticos que meterían miedo y silencio a más de uno de los críticos de hoy. Así fueron construyendo un sector opositor al por entonces secretario General de la UOM nacional, ganándose el respeto de otras seccionales del país por la postura que sostuvieron frente a un Miguel que parecía intocable, y de hecho así lo sería hasta el final de sus días.
A principios de los ´90 esa corriente, que se supo identificar por su ineludible compromiso alrededor de la solidaridad con otros sectores de trabajadores en lucha, llegó a la conducción de la seccional local y desde el vamos tuvo claras diferencias –por momentos más marcadas y en circunstancias un poco menos- con los dirigentes metalúrgicos de la capital provincial. Fue así que siempre la UOM, reflejando quizás las distintas características sociales de ambas ciudades, tuvo un perfil mucho más combativo en Río Grande que en Ushuaia, siendo permanente vanguardia en reclamos a los que luego se sumaban o que terminaban beneficiando a sus pares del sur de la provincia.
La conducción que encabeza Oscar Martínez hoy, sector que llegó al gremio con Ricardo Zárate como secretario General, lleva varios años guiando los destinos de los obreros y las obreras de la seccional. Lo propio sucede en la Seccional de Ushuaia, dónde siempre se impuso una conducción más ligada a los dirigentes nacionales e identificada con el sindicalismo tradicional. Quienes repasen la historia, mirándola como la película que transcurrió en estas varias décadas no como la fotografía de una pandemia, sabrán que la trayectoria de cada seccional refleja “dos mundos distintos”.
Dos mundos o dos veredas, que más allá de aciertos o errores circunstanciales expresan dos formas de ver el sindicalismo y la vida misma. Focalizar entonces el análisis en la situación de los trabajadores encuadrados como Personal de Prestación Discontínua o en el sueldo completo que se cobró en la empresa New San, por decisión patronal no por exigencia gremial, es poner el foco en una mínima parte de la historia y en ese sentido distorsionarla.
Septiembre está cerca y para ese mes tienen prevista la elección interna los trabajadores metalúrgicos, quizás la fecha no sea ajena a los análisis parciales y parcializados que aparecen por estos días. ¿Serán tiempos de reeditar la frase: con los dirigentes a la cabeza o con la cabeza de los dirigentes? Tal vez sí, pero será también importante que la cabeza esté puesta al servicio de que los trabajadores vayan “hasta la victoria siempre”, como lucen los metalúrgicos de Río Grande en sus orgullosas camperas, y que no estén puestas esas cabezas al servicio de quienes pretenden accionar la guillotina, descabezando a un sindicato que supo escribir su historia con tinta de solidaridad, organización y lucha.