“Río Grande es claramente una de las ciudades más integradas a la modernidad. Su gran cantidad de recursos humanos tecnológica y culturalmente formados, sus recursos naturales renovables y no renovables como el gas y petróleo, el viento, su ganadería, sus posibilidades de producción agrícola y sus industrias de alta tecnificación, la convierten en una de las ciudades más ricas del planeta”, expresó el Decano de la UTN, ingeniero Mario Ferreyra. Lo hizo para enmarcar la realidad educativa en un contexto de virtualidad y llamó a revalorizar al mérito en su sentido más intrínseco. Aseguró que “volver a clases es esencial para recuperar la esencia del ser humano”.
Río Grande.- “Nunca vi una ciudad como la de Río Grande, con toda su pujanza, su sentido del progreso y especialmente su gente”, elogió el ingeniero Mario Ferreyra, Decano de la Facultad Regional Tierra del Fuego de la Universidad Tecnológica Nacional.
Ya en los prolegómenos del centenario de Río Grande, la autoridad académica entendió que “su cultura de la iniciativa privada también le otorga a sus ciudadanos, grados de libertad comparables a los lugares más avanzados de la Tierra. No en vano, a pesar de los riesgos de salud e incertidumbre que nos inflige esta terrible pandemia, mucha gente ha seguido llegando para buscarse un lugar para vivir dignamente. Es conmovedor ver a jóvenes argentinos, algunos con sus hijos recién nacidos, enfrentar nuestro clima tan duro, tan inhóspito y frío, con la esperanza de salir de la malaria económica y por supuesto espiritual”.
En ese sentido añadió que “lo lindo de Río Grande es que su historia se repite todos los días desde vuelta de la democracia. Su gente se renueva con los desafíos que aportan los recién llegados. Ya no son invasores, son los renovadores del espíritu pionero que nos identifica. Luchadores que fortalecen la esperanza de un futuro de grandeza y felicidad para nuestra ciudad, seres humanos que nos identifican con nuestra maravillosa historia de la que todos han sido artífices con su creatividad y trabajo”.
Revalorizar al Mérito como motor del progreso
Ferreyra observó que “el mérito es un derecho y un valor. Está establecido por reglas, por convenciones, hasta por leyes y reglamentos. Un mérito positivo es un reconocimiento o un premio, que la sociedad o los pares de una persona le otorgan. Van desde los reconocimientos científicos y académicos, éxitos empresariales económicos a los sociales y vecinales, basados estos últimos en actos colectivos o individuales de calidez y calidad solidaria del servicio a la comunidad”.
Agrega que “el mérito puede ser buscado: una carrera profesional, empresaria o deportiva entre muchas otras actividades o casual compañero; salvar una vida sin ser médico o policía o dar de comer a quienes no tienen comida”.
“Un mérito negativo tiene sanciones o castigos, impuestos por convenciones, leyes y reglamentos, que interpretan pares -o sea árbitros, jurados y jueces- designados con legitimidad y legalidad”.
Definió que “resulta entonces que el mérito es algo externo a una o varias personas (equipo) que si es calificado cómo positivo, produce satisfacción o alegría y si es calificado como negativo, insatisfacción o tristeza”.
Para el Decano, “el sistema educativo se ha caracterizado por el establecimiento de reglamentaciones y múltiples formas de evaluar a los alumnos para que puedan promocionar sus aprendizajes y también para los maestros y profesores para que asciendan en sus niveles profesionales. De igual manera deben hacerlo directivos y funcionarios de las escuelas y de las reparticiones públicas y privadas”.
Sobre este punto marcó que “la falta de contacto físico, introducida por la pandemia, podrá cambiar algunas de las herramientas de evaluación pero no podrá eliminar el concepto de mérito” y se preguntó ¿todos los alumnos deberían tener la misma nota, numeral o conceptual?
“Volver a clases es esencial para recuperar la esencia del ser humano”
En ese sentido evaluó que “lo importante en el acto de enseñanza-aprendizaje es la vinculación espiritual entre el maestro y el alumno. La virtualidad pone en riesgo este vínculo, pues su fuerza está en el amor que el maestro despierta en su alumno. Hay muchos elementos que se pierden en el contacto virtual siendo el primero el recuerdo de la maestra, la evocación de sus enseñanzas es primordial a la hora de aprender. Es una imagen que difícilmente sustituya una máquina. Volver a clases es esencial para recuperar la esencia del ser humano que es la práctica de la espiritualidad en todos los lugares donde se reúne con sus pares para realizar todas las actividades que hacen a la vida. Y la educación es la vida misma”, dijo recordando a los sabios griegos.
“En definitiva, el reconocimiento del mérito tiene un valor moral y ético incuestionable para el premiado y para la sociedad. Las dudas plateadas a su alrededor siempre serán posturas ideológicas que como tales entran en el anaquel de las materias opinables en las bibliotecas”.
Para finalizar reparó que “en una época de crisis tan dura y exigente para las inteligencias muchos pueden no sólo desacreditar a las personas sino también a las normas para mantener el poder y su lesionada autoridad”.