El intendente Walter Vuoto homenajeó al ex Presidente Nestor Kircher (1950-2010), en el décimo aniversario de su fallecimiento, compartiendo anécdotas de cuando lo conoció y analizando cómo transformó la política y la vida de los argentinos y argentinas.
“A los 18 años lo conocí a Néstor y realmente transformó mi forma de ver la política y el mundo y la vida. Era la primera vez que movilizábamos con bombos y con banderas. Y ser joven y peronista en ese momento era escuchar un tango, uno sentía nostalgia de lo que alguna vez pasó, sin vivirlo. Y recuerdo que fuimos y había un cordón policial, que era imposible de pasar. Nos dejaron ahí y no podíamos atravesar el cordón. Hasta que llegó Nestor. El mismo se bajó de la camioneta, los miró a los policías y les dijo: “Por favor, dejen pasar al futuro”. Nos miró a nosotros y nos dijo: “dejen los bombos y las banderas y pasen”. Y así entramos a ese primer acto de Néstor” recordó Walter Vuoto.
“Yo siempre digo que Néstor nos convocó, Cristina nos abrazó y Máximo nos formó. Del “que se vayan todos”, a abrazar la política como herramienta transformadora de la realidad. Lo más importante que creo que nos legó, es que la única verdad no es la realidad. Porque la realidad es reaccionaria. La única verdad es la voluntad, porque la voluntad es transformadora. Fue el primero que nos enseñó que pese a la adversidad, había que insistir. Y si nos caíamos, teníamos que volver a ponernos de pie y a ir sumando pasos, caminando detrás de una utopía. Y lo demás se iba haciendo realidad. Eso creo que es lo más importante que nos legó, que cuando nos caemos, nos tenemos que volver a levantar y que pese a la adversidad, fuimos capaces de reconstruir una Argentina e ir cociendo un entramado social muy importante, en el que podíamos mirar a aquellos que no se visibilizaban y de escuchar a aquellos que no tenían voz”.
“Néstor nos mandaba a formarnos. Recuerdo una vez que me dijo: “Hay que tener cuidado con tener mucho motor y poco chasis”. Y después comprendí con el tiempo como intendente de Ushuaia, que había que formarse, que había que armar, que había que construir colectivamente. Y que en realidad se estaba refiriendo a eso, que había que formarse como cuadro, porque iba a venir una Argentina que no iba a ser fácil y que es compleja. Y que las batallas que dio el peronismo del 45 al 55, las batallas que han dado las madres, las abuelas, que han dado los compañeros militantes del espacio del cual pertenecemos, son batallas en las que que hay que saber a ciencia cierta qué se está disputando en la Argentina. Y tener los pies bien puestos donde tenemos que tenerlos, que es en una Argentina con inclusión social, con soberanía política e independencia económica. Que son nuestras tres banderas a las que no podemos renunciar como cuadros políticos”.
Por último, recordó que Néstor “no solamente cambió mi mirada de la política, que nos llamó a transformarla a una generación que no creíamos en la política. Sino que también cambió de una vez y para siempre, la forma en la que uno ve la vida. Nosotros somos militantes políticos, que entendemos que a veces tenes más responsabilidades y a veces menos. Pero nunca dejás de ser un militante político, como lo fue él. Un gran Presidente y un gran militante político, que entendía que lo más importante siempre era la necesidad del otro, lo que le pasa al otro y la construcción colectiva”.
Todavía se nos pone la piel de gallina cuando recordamos aquel 27 de octubre de 2010, cuando la gente hacía una cola interminable para despedir a Néstor, se llenaba la Plaza de jóvenes, la gente salía a despedirlo desde los balcones y una caravana interminable de almas lo acompañaba desde las calles.
En estos diez años, los argentinos y las argentinas hemos aprendido mucho. Algunos de los sueños de Néstor son una realidad y otros siguen pendientes. Hoy hay una juventud preparada, hay cuadros formados, que no abandonan a pesar del fracaso y que se vuelven a levantar.
Comprendiendo las dificultades inmensas de nuestro tiempo, podemos darnos vuelta y ver todo lo que hemos conseguido, siguiendo el camino que nos marcó Néstor. Hemos logrado cuidar su legado y hacerlo crecer pese al ataque permanente y estigmatizante que hemos sufrido.
La fuerza de sus ideas está tan viva, que se siguen multiplicando, despabilando nuevas cabezas y enamorando a miles de jóvenes que todos los días se suman a la política.
Cuando Néstor asumió en el 2003, en su discurso ante el Congreso dijo algo que es fundamental recordar: “los argentinos queremos lo mismo, aunque pensemos distinto”.
La reconstrucción de la Argentina tiene que ser con todos y con todas. Tenemos, por lo tanto, una enorme misión pedagógica de explicar, ayudar a reflexionar, convocar, y generar los consensos, que hoy son tan necesarios, como fueron en 2003. Hoy más que nunca, la unidad es el único camino que nos puede salvar.
Para Néstor los jóvenes eran la posibilidad de hacer un puente con el futuro. Cuando nos habló, logró lo que muy pocos pueden hacer: sacudirnos. Nos sacudió las ideas, nos corrió del lugar de la queja permanente, de la apatía, para lanzarnos al mundo de la transformación, de la solidaridad, del trabajo en equipo.
A mí se me viene a la cabeza la imagen de que nos “parió” como ciudadanos. La crisis de 2001 nos encontró protestando en la calles, pero sin creer demasiado en nada. Escépticos en la oscuridad, y sin rumbo.
Néstor prendió todas las luces y nos encendió a todos. Poniendo luz sobre los que estaban invisibilizados, poniendo en el centro a aquellos que habían sido silenciados por los poderes fácticos, visibilizó los reclamos y las deudas pendientes.
Antes de Néstor y Cristina, nos habían convencido de que no se podía, que no éramos capaces, que no teníamos la fuerza, ni el carácter, ni la entereza, ni la ética, que no teníamos tantas cosas… que nos terminamos olvidando de todo lo que teníamos, de este pueblo que, como dice Alberto Fernández, sabe levantarse una y mil veces.
Si Néstor nos había inspirado, y Cristina nos había cobijado, Máximo vino a profundizar ese camino, formándonos como cuadros y como dirigentes, haciéndonos comprender la importancia de la organización.
Cuando Néstor asumió “por mandato popular, por comprensión histórica, y por decisión política” nos dijo que “cambio es el nombre del futuro”, que de lo que se trata es de “cambiar los paradigmas con los que se analiza un éxito o un fracaso de una dirigencia y de un país”. Y nos propuso un sueño: “una Argentina unida, normal, un país serio y más justo”.
Que hoy el pueblo argentino haya elegido a Alberto y a Cristina, nos vuelve a dar la oportunidad de lograr aquello que quedó inconcluso.
Con organización y unidad logramos hacer realidad ese anhelo de una política llena de jóvenes con vocación transformadora. Tenemos ahora el desafío de lograr la reconstrucción de la Argentina y ese país unido, libre, justo y soberano, con el que soñó el flaco.
Walter Vuoto Intendente de Ushuaia.