Sigfrido Nielsen, un geólogo con más de 30 años de experiencia como navegante, busca unir Buenos Aires y Ushuaia en su yate a vela y motor. Está acompañado por una tripulación de más de 30 navegantes con trayectorias muy diversas, desde una socióloga a un constructor.
Ushuaia.- Crear conciencia sobre el cambio climático y el impacto de la actividad humana en el medio ambiente, poner en juego habilidades diversas en un marco de igualdad de género y enfrentar un entorno desafiante como el océano son los objetivos del proyecto Caoba-Rumbo Sur, una travesía de más de 4.300 millas náuticas (8.000 kilómetros) que se puso en marcha en los últimos días para unir las ciudades de Buenos Aires y Ushuaia.
Esta aventura a bordo del yate a vela y motor Caoba, una embarcación de 50 pies (15,2 metros) de largo, comenzó el pasado 28 de noviembre en el Yacht Club Puerto Madero, y esta semana hizo su primera escala en el Club Náutico Mar del Plata, antes de continuar viaje hacia su próximo destino, alcanzado este martes: Puerto Madryn.
El proyecto surgió como una iniciativa personal del capitán Sigfrido Nielsen, un geólogo con más de 30 años de experiencia como navegante, quien en mayo buscaba un foco en el que concentrar su energía en medio de la pandemia.
«En plena cuarentena pensé en encontrar un objetivo al que apuntar, para sobrellevar mentalmente esta situación tan complicada para todo el mundo. Y pensé que como los puertos internacionales estarían cerrados en el verano por este tema, el mejor rumbo era el sur», dijo Nielsen a Télam, durante la escala en Mar del Plata.
El capitán se puso en contacto entonces con Aníbal Risso, navegante profesional con más de tres décadas de recorrido, quien después de muchos años con cruces del Atlántico y viajes por puertos de Sudamérica, se entusiasmó con la posibilidad de volver a navegar en el sur.
En cuestión de semanas, las reuniones por Zoom se fueron agrandando, y lo que había nacido como un plan individual comenzó a sumar navegantes con trayectorias muy diversas que se conocieron en su mayoría en la Escuela del Vela del Club Náutico Sudeste, en San Isidro, y profesionales de lo más diversos campos, desde una socióloga y una bióloga a un ingeniero, y desde una médica a un constructor, entre otros.
Así, el proyecto Caoba-Rumbo Sur se convirtió en una iniciativa compartida por una tripulación de más de 30 personas, que irán rotando en las escalas hasta llegar a las aguas australes, con el Cabo de Hornos como gran objetivo final.
«El hecho de viajar a la Patagonia y la vinculación de la náutica con el medio ambiente, que viene a través del agua, sumaron la necesidad de transmitir un mensaje de concientización sobre la ecología. Porque cuando uno navega se siente muy pequeño ante la naturaleza, y en tantos años uno ha podido ver lo que es el tema de la contaminación por la acción humana», explicó Nielsen.
En ese sentido, Risso contó: «Yo he visto un cambio en la cantidad de delfines o de ballenas que uno se cruza navegando. O que donde no había presencia humana, había basura. O por ejemplo, en cuanto al cambio climático, que hay zonas que en cuestión de años empezaron a sufrir tormentas tropicales. Eso te marca una necesidad de concientizar desde la náutica, que es la última frontera sin presencia humana».
El capitán señaló, además, que «ahora es normal ver 100 millas mar adentro redes plásticas o contenedores flotando en medio del océano, o advertir que ciertas zonas de glaciares ya no tienen la misma extensión».
Con el objetivo de aportar a la toma de conciencia en ese sentido, buscaron dar difusión a su travesía, con una plataforma web (www.caobarumbosur.com.ar) que permite seguir el recorrido, y diseñaron una ruta con escalas que incluyen visitas a centros de investigación biológica y geológica, parques marinos y áreas de conservación de flora y fauna.
La premisa del respeto a la naturaleza también impactó en el equipamiento del barco, que cuenta con sistemas de generación de energía limpia, tanto eólica como solar, que aportan el suministro necesario para los consumos abordo.
El otro gran objetivo del proyecto es lograr al articulación de una tripulación muy diversa, que ponga el foco en la igualdad de género, en un ambiente que, según Nielsen, «tiene una característica masculina», con un esquema de trabajo dinámico sin roles fijos.
Como todo proyecto nacido en 2020, éste también estuvo condicionado por la pandemia, no solo en la elección del rumbo, sino en aspectos como la necesidad del hisopado obligatorio para toda la tripulación antes de embarcarse, y de aplicar un esquema de burbuja, que se ve facilitado una vez que sueltan amarras.
«Los meses de preparación no fueron simples. De hecho, en el primer Zoom que hicimos, no sabíamos siquiera si podríamos zarpar. Pero al final fuimos los primeros en encarar una travesía de largo aliento en ocho meses, y allá vamos», concluyó el capitán de esta experiencia.