A principio de los años 70, finalizando el gobierno del presidente Richard Nixon, se publicó un documento desde la Secretaria de Estado Norteamericano a cargo de Henry Kissinger, relacionado al crecimiento de la población de los países del tercer mundo, y considerado como un documento de Estado de “Máxima Importancia”.
Este informe Kissinger como se lo conoce, expresa que el crecimiento de los países hoy llamados periféricos, constituyen una amenaza para la seguridad política y económica de EE.UU.; es decir, que el aumento de la población no está en línea con los intereses del país del Norte.
Desde ese pensamiento se propone entonces un “drástico control”, mediante el aborto. Así, este documento confirma de qué manera EE.UU. se involucra en una de las campañas más egoístas e inhumanas del siglo XX y en lo que va del siglo XXI.
Este Memorándum, que fue desclasificado en 1989, continuúa alimentando las directrices de la política exterior de EE.UU., a través del condicionamiento de las ayudas a estos países, de implementar medidas como el aborto; hecho que se manifestó recientemente cuando Thompson vino a la Argentina a preparar el G 20 con una imposición del Banco Mundial: el aborto legal, seguro y gratuito.
Argentina tiene un problema de exclusión; 1/3 de la población está bajo la línea de pobreza; entonces surgen dos alternativas: o se utilizan recursos para combatir la pobreza, o se elimina la pobreza matando a los pobres.
El General Perón decía que se solucionaba con la bomba de hidrogeno o de trigo: el Peronismo por su naturaleza e historia elegía la bomba de trigo.
En 1974, Juan Domingo Perón, muy consciente de lo que el imperialismo anglosajón venía planeando, firmó el Decreto 659, considerando que los bajos índices de crecimiento poblacional, constituía una amenaza en el desarrollo futuro de la República; y que factores determinados por intereses no argentinos que estimulan y promueven modos de vida antagónicos con los que corresponden al destino de un gran país, desalientan la consolidación de la Nación y desnaturalizan la función fundamental de nuestros jóvenes como protagonistas del futuro de la Patria. Desde ese marco conceptual, establecía entonces mecanismos que alentaban a aumentar la población de nuestro extenso y despoblado país.
Hoy, se impulsa el aborto, en censurable actitud, que está reñida con la justa aspiración de nuestro líder de “garantizar” el derecho a la vida desde su concepción; y que deshonra de la peor manera los principios doctrinarios y filosóficos del Movimiento al que dicen pertenecer.
El filicidio, que es la muerte provocada al hijo, es la violación al Primer Derecho Humano: la Vida. Los derechos humanos no pueden ser selectivos. No existe mayor pobreza en una comunidad que la de pretender a través de la muerte, resolver los problemas personales o de grupos minoritarios.
El aborto está en retroceso en el mundo. EE.UU. dispone para tratamiento en el Congreso, de un proyecto que consiste en retirar el apoyo económico que brinda el gobierno federal a la empresa Plannead Parenhood, que dispone 700 clínicas abortivas entre EE.UU. y Canadá. Esta claro, eso determinaría el fin de un negocio en el país del Norte; por lo que deben buscar nuevos mercados; y para eso están los países en vías de desarrollo.
Nuestro compromiso como comunidad no puede ser acabar con los pobres; sino terminar con la pobreza. Los que acompañamos el caminar y la lucha por la vida de los pobres y trabajadores, hemos aprendido a creer, gracias a ellos, en el valor de la vida. El pobre, el trabajador, quiere dignificarse en esta vida y por eso; cada pedacito de vida que conquista, lo festeja.
La burguesía liberal y la izquierda “progresista”, grupo que se siente “mesías de los pobres”, que “ayuda” y “enseña” a los pobres; pretende decirles a ellos donde y como tienen que vivir. En realidad, les tienen miedo a ellos, tienen horror a ser pobres, los desprecian, los usan si es necesario; y les quieren enseñar a matar a sus hijos antes de nacer, para que no molesten; porque en el fondo para esta gente, los pobres no son una preocupación; son una molestia.
La justicia es responsabilidad; y la responsabilidad exige libertad; y la libertad brota de la verdad…Por eso solo la verdad nos hace libres.
Los que deciden la muerte de un ser vivo, lo hacen egoístamente desde la posibilidad que tuvieron de vivir.
Deben saber que los derechos fundamentales como el derecho a la vida, no tienen su origen en las decisiones fluctuantes de los poderes legislativos; sino en la estructura misma del ser humano y del justo orden que debe reinar en la convivencia social. Por esta razón, el reconocimiento de estos derechos significa también reconocer que existe un orden objetivo de las relaciones humanas fundadas en el orden natural. Quien tiene vida humana es PERSONA HUMANA. Por eso, el derecho a la vida constituye un hecho que no puede ser concedido ni derogado por un acto o poder humano; porque estos derechos tienen su fundamento en la misma naturaleza y dignidad de las personas.
La libertad personal no expresa el derecho a disponer de la vida humana. Ser libre no es ser dueño de la vida, ni propia ni ajena. Se impone en estos tiempos de relativismo ético, clarificar la cultura de la vida sobre la cultura de la muerte.
Este es el espíritu que prevaleció en la discusión del derecho a la vida durante la reforma de la Constitución Nacional en 1994: el del reconocimiento de esta altísima dignidad, y el respectivo deber de ser tutelado por los Estados del mundo.
Por otro lado, las mujeres no podemos permitir empequeñecernos al abandonar la tarea asumida desde el inicio de los tiempos. ¿Qué ser sensato puede pensar en ser libre si mata a sus hijos?
Los pueblos que legalizan el aborto son pueblos pobres y egoístas, porque cercenan la posibilidad de creer, de soñar, de proyectar, de construir y reconstruir tanto daño realizado por la mezquindad y falta de amor. El mayor daño es el cometido contra los niños por nacer. Ellos son nuestra esperanza, nuestro presente y futuro, nuestra mirada de contemplación de la perfección creada; nuestro horizonte eterno.
Démosle entonces la posibilidad de nacer, la oportunidad de amar y ser amados, y así, traeremos la paz al mundo.
(*) Dra. María Teresa Méndez, Legisladora Provincial (MC) y Convencional Nacional Constituyente (MC)