Gustavo Lorda presentó ‘Qualia’. Trazos y reflejos de Tierra del Fuego

Con prólogo de Romina Martínez, el diseño de tapa de Andrés Facio y el resumen de Fernando Noy, la primera publicación del músico y artista visual Gustavo Lorda ya vio la luz y está iluminado las librerías. La obra resume lo intrínseco de la belleza, nos transporta a mundos desconocidos cual fantasía onírica; en suma, el arte en su apoteosis. “Qualia es la fotografía que quiero para mí, mi necesidad más básica de llevarme algo de belleza de lo que veo”, definió el artista. El libro vio la luz gracias a la Editora Cultural Tierra del Fuego.

Río Grande.- Por Radio Universidad 93.5, el músico y artista visual Gustavo Lorda, presentó su primera publicación ‘Qualia’. Trazos y reflejos de Tierra del Fuego, publicada por la Editora Cultural Tierra del Fuego y que rescata imágenes del espacio- tiempo de la geografía humana.

“Qualia es una manera de llamar a esta experiencia subjetiva que uno tiene ante los estímulos, por ejemplo, el dolor, es muy subjetivo, le tengo terror a las vacunas, me duelen mucho”, introdujo Lorda.

En ese sentido apuntó que “el rojo significa algo para mí, pero para otra persona significa otra cosa; hay una carga, una experiencia sensorial interna que es propia del cerebro de cada uno que no se puede transmitir en palabras, que es subjetivo. Eso es la Qualia”.

Confió que el nombre “me lo acercó Alejandra Nicolossi; yo estaba enloquecido porque no le encontraba el nombre al libro y yo veía que las imágenes podrían ser un haiku (*) esa poesía japonesa que tiene muy poquitas sílabas, muy cortitas; pero ya estaba muy trillada la palabra. Después me enteré que los artistas japoneses que escribían haiku también hacían imágenes muy sencillas y lo llamaban Haiga y como título era muy feo”, notó.

 

Un círculo de luz

 

Agregó que “un día, cuando ya estaba desahuciado con el nombre, ella me trae eso a raíz de algunas conversaciones que habíamos tenido y considero que si hay una manifestación artística, cualquier persona tiene las condiciones sensoriales para disfrutarla, no necesita que nadie se las explique y por eso le puse Qualia, porque no se necesita intermediario entre el libro y el lector que en toda su percepción va a poder valorar y disfrutar de lo que está plasmado en el libro”.

“Qualia empezó a gestarse en el 2016 porque la última muestra individual que había hecho (de fotografía) fue en el 2013 y pensé en hacer otra, pero como en Tierra del Fuego estamos siempre muy alejados de todo, si uno hace una muestra tiene que comprar los marcos, las fotos y lleva mucho dinero, la muestra está unos veinte días o un mes y después vuelve para tu casa”, comentó.

Dijo además que “tengo muchas fotos en mi casa, durmiendo y las fotos piden ojos, alguien que las contemple y me dije: voy a cambiar el formato y quizás el formato libro sea más lento, pero con pasos seguros y el libro viaja más fácil. En esta situación geográfica, como se dan las cosas acá, el libro iba a tener una proyección y un trayecto diferente a una muestra que va al museo o al centro cultural, rebota y vuelve a casa y ocupa lugar, si tuviera una mansión, no habría problemas. Ahí comenzó a surgir Qualia”.

Resumió que en el libro se pueden apreciar “fotos muy antiguas que tienen diez años y otras muy nuevas que tienen un año. En realidad empecé a jugar con esto del círculo. Está el formato rectangular, el formato cuadrado y listo, pero el lente de la cámara es un cilindro y lo que pasa por un cilindro, es un círculo de luz. Es como un agujero en la pared, cuando pasa la luz del sol se refleja en un círculo, la luz tiende a redondearse y es así que empecé a jugar con imágenes que ya tenía y hacer círculos era como volver al origen. El primer símbolo que vio el hombre en la antigüedad era la Luna; también podemos observar que el Yin y el Yang es circular; el óvulo es un círculo. El círculo es el comienzo de todo”.

 

Adiós a Euclides

 

“Es así que me gustó y vi que las imágenes funcionaban y me sacaban de cierto orden geométrico de acomodar y componer las fotos con líneas rectas y también, hay una cuestión que es un poco Zen y es eliminar lo que sobra. Si se quiere que la fotografía funcione, hay que eliminar todo lo que sobra y es así que el círculo me ayudaba a concentrar lo que yo quería mostrar, que tampoco lo pienso mucho: lo miro, funciona y ya está, lo dejo; no hay una reflexión y significaba algo para mí”.

Gustavo Lorda nació en pleno centro de Capital Federal. “Cuando era chico, con mi familia salíamos a caminar de noche por Buenos Aires en los ’70. Era una época de transición porque se había dejado de quemar basura en los incineradores por el hollín. Entonces se comenzó a ver basura, no así plástico que en ese tiempo era muy escaso, y a mí me gustaba –a los cinco, seis y siete años, recoger cosas de metal, pedazos de canillas, cosas que brillaban y me llamaban la atención y me las llevaba a mi casa. Mis viejos me decían que yo era un ‘revolvedor’ de basura. Ahora me doy cuenta que sigo haciendo lo mismo, pero con la cámara y hay algunos momentos en que hago fotografías para mí mismo y es lo propio de quien camina por una playa y levanta caracoles”.

Reparó que “cuando uno levanta un caracol, lo hace con asombro, para apreciar la belleza, el equilibrio, la geometría; el caracol es un desarrollo de vida, es arquitectura. El mensaje del caracol es maravilloso y uno entra en un estado de expectación, de atención que también es Zen -la meditación me acompañó toda la vida-”.

 

Alumbrando Qualia

 

“Después hablé con Gustavo Groh que tiene una editora en Ushuaia, empezamos a tirar números, después hablé con un amigo diseñador que vive en Europa y diseña libros de arte y ahí me enteré que publicar el libro en Europa o acá, sale exactamente lo mismo, hasta que vino Macri, el mismo monto me tiraron. Si se edita un libro en Europa, es lo mismo que distribuirlo en la provincia de Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba, en cambio, ahí ya cubriste todo Europa, en Tierra del Fuego es muy difícil”, dijo.

Aseguró que en los cuatro años de Mauricio Macri “me fue imposible juntar el dinero para editarlo por mi cuenta. Pero a fines de 2018, la Editora Cultural Tierra del Fuego, que es un organismo del Estado y depende de la Dirección de Cultura provincial, sacó una convocatoria”.

La mecánica es que el escritor o artista visual presenta un proyecto, “lo evalúan artistas de Buenos Aires o de Tierra del Fuego y lo aprueban o no. En mi caso fue aprobado y así comenzó el largo derrotero dentro de la Editora, que tiene una partida anual asignada justamente para publicar libros”, explicó Lorda.

Recordó que justamente, en el gobierno de Fabiana Ríos, el propio Lorda integraba el equipo de Gestión Cultural “y vi nacer a la Editora; no fui parte pero escuché los alegatos de Silvio Bocchicchio sobre la necesidad de tener esta herramienta para los escritores y artistas, porque hasta ese momento, podía publicar quien tenía mejor cintura para moverse entre los escritorios, no era algo democrático”, observó.

“Habiendo autores y artistas de talla en Tierra del Fuego, era necesario contar con una herramienta democrática, de calidad, con una buena partida de dinero y que haga realidad estos proyectos”, entendió.

“Me encontré con Andrés Facio, quien estudió diseño gráfico a la antigua y yo no quería estar mandando emails a diseñadores gráficos, yendo y viniendo. Quería trabajar con alguien al que podía verle la cara y Andrés vivía a cuatro cuadras de mi casa. Estuvimos cuatro horas hablando, de dibujo, de arte, de diseño y en los últimos cinco minutos hablamos de la tapa. Tuvimos cuatro reuniones hasta que él encontró esa tapa que para mí, era mejor imposible”, compartió.

“La lógica es que el círculo estuviera centrado en la tapa, él lo descentró y le dio una dinámica increíble y me dije: con prólogo y con tapa ya es un libro”.

 

Poniendo palabras al sentido de las imágenes

 

La encargada de prologar el libro fue Romina Martínez, reconocida artista visual. “Sin que le explique nada, ella entendió todo lo que había detrás de cada imagen, de mi intención porque ella no habla mucho de las imágenes, habla de la intención mía al sacar la foto. Ella, con su enorme sensibilidad, descubrió eso, lo vislumbró”.

Asimismo, Fernando Noy fue el encargado de resumir en la contratapa con un poema.

“Nunca me hubiese atrevido a pedirle, él se ofreció tras ver las imágenes del proyecto”.

 

El Prólogo de la artista visual Romina Martínez

 

Para mi, Gustavo es un enigma. Siempre me pareció maravillosa su actitud de búsqueda, su mirada aguda, despojada de prejuicios sobre lo nimio. Y es que construye universos con lo irrelevante, como si el detalle únicamente lo llamara a él, mientras el resto pasamos caminando, ciegos. Porque solo la humildad puede permitir encontrar

 

Poesía en lo invisible.

 

Lejos de ser sentencias, y mucho menos cuestionamientos, Qualia nos sugiere, desde la honestidad y el asombro propios del artista, el encuentro con lo «inefable». Nos propone la experiencia privada e intima del contacto con «uno mismo», perderse en lo hipnótico de cada mácula, de cada textura. El efecto de las luces, los colores y las delicadas sutilezas por momentos imperceptibles apelan desde lo puramente sensible a la memoria más primitiva, al ser individual e intransferible, único y personal. Querer hablar de Qualia no es más que un intento inexacto, voluntarista y pretencioso de mi parte, en el que evidentemente he fracasado y por eso me disculpo. Pero en este empeño de «atraparlo» en palabras me permito decir que Qualia es evocación, conocimiento y experiencia. como no existen dos personas en el mundo que puedan observar lo mismo, solo Y resta alentar al espectador a aceptar la invitación del artista a ser protagonistas de un relato impronunciable, solo accesible desde la emoción más pura.

 

Agradecimiento a la Editora Cultural Tierra del Fuego

 

Gustavo Lorda agradeció a la Editora Cultural Tierra del Fuego. Su reconocimiento fue para todo el equipo del Comité Ejecutivo encabezado por la Licenciada Lucía Rossi, Florencia Lobo, María Belén Molina, Lourdes Soledad Gorostegui, Pablo Varone y Patricia Lamas.

 

 

(*) El haiku es un género poético de origen japonés. Los haikus se escriben, según la tradición, en tres versos sin rima, de 5, 7 y 5 sílabas, respectivamente. Suelen hacer referencia a escenas de la naturaleza o de la vida cotidiana, y a menudo incluyen una referencia a una época o momento del año (kigo).

 

 

 

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