Debido al cambio climático, la pérdida de hielo entre el paralelo 60 y el paralelo 70 de latitud sur podría acabar con un gran número de las colonias.
Ushuaia.- Como todos los años, un equipo de investigadores del Instituto Antártico Argentino (IAA) se encuentra monitoreando las colonias reproductivas de pingüinos en la Antártida. Lo hacen a través del conteo de la cantidad de adultos. Ese parámetro poblacional es de suma importancia ya que muestra el tamaño de las colonias y cómo varía ciclo tras ciclo. Este año, debido al aumento de temperaturas causado por el cambio climático y el consecuente derretimiento del pack marino o mar congelado, todos los investigadores advierten sobre la amenaza para el pingüino emperador.
El relevamiento señala que la pérdida de cobertura de hielo entre el paralelo 60 y el paralelo 70 de latitud sur podría acabar con un gran número de las colonias del pingüino de mayor tamaño de todos, el emperador, que cumple un rol clave en el equilibrio antártico como predador tope. Precisamente en esas superficies de hielo, el pingüino desarrolla las etapas más importantes de su ciclo vital.
“En lo que respecta al estudio de aves en la Antártida, además de monitorear al pingüino emperador, también estudiamos a los pingüinos del género Pygoscelis, que son el Adelia, el Barbijo y el Papúa”, dijo Marcela Libertelli, licenciada en Ciencias Biológicas y jefa del Departamento de Biología de Predadores Tope del IAA. “Son más pequeños pero más numerosos. También seguimos a aves voladoras como petreles gigantes, petreles de las tormentas o cormoranes”, continuó la investigadora.
El trabajo de los científicos argentinos se desarrolla en distintas bases antárticas. Los relevamientos tienen lugar en la zona de Base Carlini, y en las bases Orcadas, Brown, Esperanza, Marambio y Primavera. Además, desde el año 2014 también se realizan relevamientos aéreos de una colonia de pingüino emperador sobre la barrera de hielos Larsen C, con un avión Twin Otter de la Fuerza Aérea Argentina.
“Los depredadores tope de la Antártida, tanto aves como mamíferos, nos dan una referencia del stock poblacional de los recursos vivos marinos antárticos, conociendo su disponibilidad y la ubicación de los stocks”, afirmó Libertelli. “Tener información de las principales poblaciones de presas, como el krill y algunas especies de peces, es muy importante para conocer el estado de las poblaciones claves que forman parte de la red trófica antártica”.
El reporte que producen año tras año los investigadores argentinos les ha permitido observar de qué manera el cambio climático afecta a las poblaciones de aves. “El pingüino emperador es el más grande de los pingüinos y, a diferencia del resto, no hace nido, sino que lleva su huevo todo el tiempo entre sus patas y pasa las etapas más importantes de su ciclo de vida sobre superficies de hielo que hoy se están perdiendo por el cambio climático”, alertó Libertelli. “Si nada cambia es probable que en tres o cuatro décadas la mayoría de las colonias de esta especie entre el paralelo 60 y el 70 de latitud sur desaparezcan”, concluyó.
Atenta a esta situación, toda la comunidad internacional antártica se encuentra analizando declarar al pingüino emperador como especie especialmente protegida. Si bien no solucionaría las consecuencias del cambio climático, al menos impediría que las actividades turísticas que hoy tienen como atractivo la visita a esas colonias de aves ya no puedan acercarse a ellas.