La Albiceleste de Lionel Messi consiguió la gloria máxima en Qatar 2022 tras el triunfo por penales ante Francia en el Lusail Stadium, luego de igualar 3-3 en los 120 minutos. Una final no apta para cardíacos, pero valió la pena ante todas las cosas. Jugó un enorme partido hasta el descuento de Mbappé y no mereció sufrir. El haberse impuesto en la mejor final de la historia no hizo más que inyectarle épica a una conquista trabajada, sufrida, pero cargada de mística… Y muy buen fútbol. Se trata de la tercera estrella para la Selección y la primera en el torneo para el astro rosarino que, a los 35 años, logró su gran sueño, como Maradona en 1986.
Buenos Aires.- Las páginas más gloriosas del fútbol argentino se escriben a flor de piel. La Selección argentina transpiró, luchó, sufrió, jugó y ganó ante Francia. No fue un triunfo más, fue un partido para el infarto. La albiceleste empató 3 a 3 en los 120 minutos reglamentarios. Fue un vaivén de emociones, pero la tanda de penales es nuestro amigo más profundo.
Los once titulares para enfrentar a Francia en la gran final del Mundial de Qatar fueron
Emiliano Martínez; Nahuel Molina Lucero, Cristian Romero, Nicolás Otamendi, Nicolás Tagliafico; Rodrigo De Paul, Enzo Fernández, Alexis Mac Allister; Lionel Messi, Julián Álvarez y Ángel Di Maria. DT: Lionel Scaloni.
El fútbol hizo justicia. La Argentina hizo justicia por botines propios. Lionel Messi tiene la foto que mereció toda su brillante carrera: con la casaca albiceleste y la Copa del Mundo en sus manos. La Selección se impuso 4-2 por penales ante Francia (tras igualar 3-3 en los 120 minutos) en el estadio Lusail y se consagró campeón del Mundial de Qatar 2022. A los 35 años, en el quinto intento del capitán (autor de dos goles; el restante de Di María), la pared se rompió.
Con las graderías copadas por los colores celeste y blanco, con todos los rincones del país embanderados y embargados por la emoción, los dirigidos por Lionel Scaloni jugaron la definición con plena concentración y seriedad, al punto que los galos no patearon al arco en toda la primera etapa. Apenas un síntoma de la exhibición que regaló Argentina. Con presión asfixiante, incómoda hasta para los espectadores que temieron verse encima a Julián Álvarez, rompiendo la pantalla de TV en alguna de sus corridas. Con paciencia y toque. Con personalidad. Con el acierto táctico del DT de colocar a Di María, una pesadilla, sobre Koundé, por la izquierda. Con De Paul empujando. Con Enzo Fernández manejando los tiempos. Con Messi disfrutando, ya despojado del peso de las tensiones que se evaporó tras ganar la Copa América 2021 en el Maracaná.
Difícilmente se haya visto mayor diferencia conceptual entre dos equipos en una final del mundo como la que se advirtió en el primer tiempo entre Argentina y Francia. Gracias a Messi, de penal, tras una infracción de Dembelé a Di María, y al propio Fideo, luego de una jugada colectiva de excelencia, la Selección tomó ventaja. Tanto fue así que Deschamps realizó dos cambios antes del primer tiempo. En la segunda parte, después del enorme desgaste del primer tiempo, llegó el tiempo de resistir. Pero sin la necesidad de que los 10 jugadores se sujetaran al travesaño rodeando a Dibu Martínez. Scaloni definió el ingreso de Acuña por Fideo superstar para obturar caminos. De Paul con su manejo de los tiempos, haciendo lo que había que hacer en cada acción, más el manejo de Mac Allister y Fernández, más las perlitas de Messi, hasta supieron arrancarles algunos “ole” a las tribunas.
Pero el suspenso llegó con el penal de Otamendi a Kolo Muani. Dibu estuvo a centímetros de atajarle a Mbappé. Y, con el efecto Países Bajos, casi inmediatamente llegó el 2-2, también de Kiki, con una volea. Minuto 81. Igual que el 2-2 contra Alemania en México 86. Entonces, Maradona tomó la pelota y arengó: “Ahora lo ganamos”. Lo mismo se propuso la Albiceleste.
Un alargue para seguir sufriendo
El suplementario arrancó planchado. Argentina pareció revivir luego del cimbronazo francés. Pero recién se hizo efectiva la recuperación cuando Lionel Messi empujó un rebote de Lloris, tras un remate de Lautaro Martínez. La Selección volvía a estar arriba en el marcador. La alegría retornó en el rostro de los hinchas y futbolistas albicelestes.
De todas formas, ¿qué tan difícil es hablar de justicia? Señoras y señores, la vida es injusta en muchos momentos. Mbappé obtuvo un rebote fuera del área de «Dibu», se posicionó para rematar y Gonzalo Montiel, quien ingresó en el primer tiempo del alargue, tapó ese disparo con el brazo. Nuevamente, penal y gol de Francia. A sufrir, como de costumbre.
Sobre el final, ambos seleccionados -que brindaron un gran espectáculo- tuvieron su última oportunidad. Martínez salvó un remate memorable de Muani, quien se encontró mano a mano con el uno del Aston Villa. Luego, de contra, Lautaro Martínez cabeceó de forma esquiva y la Selección desperdició la chance de evitar los penales.
El final feliz llegó con los penales
El guión pedía algo así, la escena épica, con el muchachito de la película, para coronar tamaña obra. No obstante, otra vez se interpuso un obstáculo. Otro penal que Mbappé tradujo en su hattrick y en el 3-3. Y en los penales llegó la gloria. Otra vez con Dibu como héroe, atajando el penal de Coman y poniendo nervioso a Tchouameni para que desviara el suyo. Fue Gonzalo Montiel el héroe que puso el 4-2 decisivo.
Ahora bien, ¿se acuerdan de los finales felices? Todas las historias tienen un desenlace complejo, pero terminan sonriendo los que sueñan desde que son niños. Esa fue la demostración de esta Selección. Los penales fueron esa gran resiliencia, en un partido no apto para cardíacos.
Como ante Países Bajos en Brasil 2014 y Qatar 2022, Yugoslavia e Italia en el Mundial 1990, Emiliano Martínez se puso los guantes de Amadeo Carrizo, Ubaldo Fillol, Nery Pumpido y Sergio Goycochea. Gigante «Dibu» para tapar el penal de Kingsley Coman y para intimidar a los demás futbolistas franceses. Argentina fue certera: Lionel Messi, Paulo Dybala, Leandro Paredes y Gonzalo Montiel metieron sus penales. De esta forma, la Selección argentina obtuvo la tercera Copa del Mundo de la historia.
No fue un camino sencillo
Porque no fue un camino sencillo el de la selección argentina, tal como quedó comprobado en la final. Todo parecía marchar sobre ruedas después de la victoria 5-0 ante los Emiratos Árabes en la previa del inicio del torneo que sirvió para estirar el invicto de la Scaloneta a 36 partidos. Pero, después de aquel holgado triunfo conseguido el 16 de noviembre, Lionel Scaloni se encontró con la primera turbulencia. “Los jugadores son bastante grandecitos como para decir si están en condiciones de seguir o no”, disparó después del pitazo final y anticipó lo que ocurriría al día siguiente.
Nicolás González y Joaquín Correa, dos fijas en este ciclo, fueron dados de baja y en su lugar convocó de urgencia a Ángel Correa y a Thiago Almada, quienes se encontraban en la Argentina y no esperaban el llamado. Ahora sí, con esos cambios, estaba definida la lista de 26 futbolistas para afrontar el desafío más importante de todos.
El primer rival era Arabia Saudita, a priori, el más accesible del grupo en el que también estaban México y Polonia. El 22 de noviembre el Estadio Lusail, con capacidad para casi 89 mil personas, se vio invadido por una marea blanca y celeste, pero que en su mayoría estaba representada por fanáticos asiáticos que apoyaban a la Argentina pese a no hablar español. Eso, sumado a que los verdaderos hinchas de la Selección estaban dispersados por las tribunas, provocó que no se sintiera el aliento que se esperaba, sobre todo después del banderazo multitudinario que se había celebrado el día anterior.
La historia comenzó de la mejor manera para el campeón de América porque a los 8 minutos el árbitro Slavko Vincic fue llamado por el VAR por una infracción en el área sobre Leandro Paredes en un tiro de esquina y cobró penal. El encargado de ejecutarlo fue Lionel Messi, que puso rápidamente en ventaja a la Albiceleste en lo que parecía ser el inicio de un sencillo trámite. Pero no.
El gran protagonista de esa primera mitad fue el fuera de juego. Fueron tres los goles anulados a la Argentina por posición adelantada, uno de La Pulga y dos de Lautaro Martínez, unos por aciertos del juez de línea y otro por la intervención de la tecnología. Esto provocó que el equipo se sumergiera en la frustración por no poder liquidar un juego que no parecía traer mayores problemas, hasta que en el segundo tiempo llegó lo impensado.
En una ráfaga de fútbol, Saleh Al-Shehri, con una corrida fantástica que dejó en el suelo a Cuti Romero, y Salem Al Dawsari, con un enganche en el área y tiro a colocar que se clavó en un ángulo, dieron vuelta el marcador y pusieron a Arabia Saudita 2-1 arriba. Entonces, Scaloni buscó reaccionar, entraron Julián Álvarez, Enzo Fernández, Lisandro Martínez y Nicolás Tagliafico, pero no hubo modificación posible que cambiara el destino: Argentina debutó con una derrota.
El shock fue total. El campeón de América, el conquistador de la Finalissima, el equipo invicto, el ejército de Messi, besó la lona en el primer round. “Where is Messi?” (dónde está Messi) pasó a ser el grito más escuchado en Doha, mientras Neymar, Mbappé y Cristiano Ronaldo arrancaron con goles y triunfos, La Pulga había recibido un duro golpe de arranque. Pocos lo sabían entonces, pero el golpe fue necesario.
Scaloni pateó el tablero para el siguiente partido, debía enfrentar a México que venía de empatar sin goles contra Polonia (el resultado que más necesitaba Argentina si aún pretendía acabar primero en la zona). No había margen de error porque una derrota lo eliminaba del torneo y por eso el entrenador mandó de arranque a Guido Rodríguez, Gonzalo Montiel, Alexis Mac Allister y Lisandro Martínez, por Leandro Paredes, Nahuel Molina, Papu Gómez y Cuti Romero, respectivamente. Después de un cero a cero en el primer tiempo con pocas llegadas, parecía que la historia se repetía, hasta que Messi contestó la pregunta que todos sus detractores se hacían. “Where is Messi?” “Acá”.
A los 64 minutos, el Diez dominó a metros de la medialuna del área un pase filtrado de Di María y, sin levantar la cabeza, sacó un zurdazo bajo que se coló contra un palo del arco defendido por Memo Ochoa y desató la locura de la gente en Lusail. Luego del desahogo, el juego del equipo fluyó hasta asemejarse por momentos al que se había visto en los últimos amistosos y partidos de Eliminatorias hasta que llegó el segundo gol, el de Enzo Fernández. El ex Benfica había entrado poco antes del primer tanto y, en un estado de inconsciencia total, recibió un córner corto desde la izquierda, se metió en el área, con una bicicleta se armó el hueco y desenfundó un tiro espectacular que se metió en un ángulo y sentenció la historia.
Argentina había vuelto a mostrar parte de lo que supo ser y ahora restaba Polonia. El equipo de Robert Lewandowski acumulaba 4 puntos y con un empate podía asegurarse no sólo el pase a octavos sino además la clasificación a la siguiente ronda como líder del Grupo. Pero para ese entonces la Scaloneta ya había pasado por el taller mecánico y estaba lista para el partido.
Alexis Mac Allister, Enzo Fernández y Julián Álvarez formaron como titulares para el partido que se destrabó en el arranque del complemento cuando Nahuel Molina desbordó por derecha y asistió al Colo para que definiera de primera al segundo palo. Ese tanto era una muestra de lo que ya se veía: el equipo podía generar peligro sin la necesidad de que Lionel Messi interviniera. Esto se repitió en el segundo cuando Enzo filtró un pase perfecto para la Araña que al dominar el balón quedó perfilado para sacudir de derecha y gritar su primer gol en un Mundial y darle a la Selección el pase a octavos como puntero del Grupo.
Esa semana fue de festejos constantes en Doha porque mientras la Argentina se recuperaba, en otros grupos Francia, España, Brasil y Portugal recibían golpes inesperados ante selecciones menores, al tiempo que Uruguay, Alemania, Bélgica y Dinamarca armaban las valijas después de consumar sus fracasos. El siguiente rival iba a ser la inesperada Australia.
La selección oceánica fue la gran sorpresa del Grupo D, en el que quedó por detrás de Francia y por encima de Túnez y Dinamarca. La Selección abrió el marcador a través de Lionel Messi en la primera mitad, con una gran acción individual de derecha a izquierda, como en sus comienzos en Barcelona, y con un disparo suave a colocar que dejó inútil la estirada del arquero Mat Ryan.
Justamente, el portero australiano iba a ser clave en el segundo tiempo cuando en apenas 10 minutos, dominó larga una pelota y perdió ante la presión de Julián Álvarez. La Araña volvió a picar y puso el 2 a 0 parcial que parecía darle pie a la goleada. Pero no, aún había que sufrir. Cuando el combinado vestido de amarillo parecía haber arrojado la toalla, un zapatazo de Craig Goodwin que no llevaba ningún peligro se desvío en Enzo Fernández, descolocó a Dibu Martínez y se metió en el arco para el 1 a 2, cuando quedaban menos de 15 minutos para el cierre. El resto del encuentro fue sufrimiento porque la Albiceleste no pudo liquidar el duelo, ni siquiera con las tres ocasiones claras de gol que dilapidó Lautaro Martínez, pero pese al sudor que emergió sobre el final producto de los nervios, el marcador no se movió y la Scaloneta arribó a cuartos.
Allí lo esperaba un viejo conocido con un nuevo nombre: Países Bajos (ex Holanda), a quien ya había enfrentado en 1974, 1978, 1998, 2006 y 2014. Los antecedentes sobraban para este gran duelo que sumaba un condimento especial, la presencia de Louis van Gaal. El experimentado entrenador que supo ser “el peor” en la carrera de Ángel Di María, según las palabras del propio Fideo, y el enemigo de Juan Román Riquelme en Barcelona, no tuvo mejor idea que declarar días antes que la Argentina defendía con 10 futbolistas, porque Messi no colaboraba con la marca. El neerlandés no supo que con esas palabras estaba cargando de pólvora la bala de su enemigo.
Los cuartos de final se transformaron en una batalla. Los jugadores argentinos, que hicieron silencio en la previa, salieron al campo de juego con la misión de ganar para asegurarse el séptimo partido, pero además para acabar futbolísticamente con el adversario naranja. Nahuel Molina, luego de una asistencia sensacional de Messi, puso el 1 a 0 en el primer tiempo, mientras que en el segundo el propio Leo, de penal, estampó el 2 a 0 y dejó una imagen que ya es bandera. Después de convertir, se abrazó con sus compañeros y corrió hacia el banco de suplentes neerlandés para colocar sus manos por detrás de sus orejas y hacerle el Topo Gigio a Van Gaal.
El Messi más maradoniano de todos se hizo presente en Qatar y aún había más. Los europeos consiguieron el agónico empate con dos tantos de Wout Weghorst, un delantero que quedará por siempre recordado por ser el “bobo” al que Messi se refirió post-partido. Pero aún había tiempo para eso, porque antes apareció el héroe de los guantes. Dibu Martínez, de deslucida actuación en el Mundial hasta ese momento, fue clave en la definición por penales en la que se definió el boleto a semis.
Desde aquel “mirá que te como” contra Colombia en la Copa América 2020 que el público sabía que tenía una garantía en el arco en una definición así, pero había que demostrarlo. El guardameta del Aston Villa tapó los dos primeros disparos. Sus víctimas fueron Virgil van Dijk y Steven Berghuis. Eso le dio a la Argentina el margen de error necesario para no sufrir con el fallo de Enzo Fernández, que buscó esquinar su tiro, y para festejar con la conversión final de Lautaro Martínez.
Ahora sí. “Qué mirás bobo. Anda pa’ alla”, le dijo Messi a Weghorst en una frase que ya es remera, bandera, taza y hasta tatuaje. Messi se sacó. Fue a buscar a Van Gaal, le gritó que no hablara antes de los partidos, le negó el saludo al futbolista neerlandés que durante el partido lo había insultado y de fondo Dibu Martínez le espetaba un “I fuck you twice” (“Te cogí dos veces”) al técnico naranja, que había anticipado en la previa que en la definición por penales los europeos contaban con una ventaja. Otro error.
Argentina se sumaba a Croacia y al día siguiente aparecieron Francia y Marruecos. Solo cuatro. Después de tanto, la Albiceleste era oficialmente una de las mejores cuatro selecciones del planeta y estaba a dos partidos de la gloria máxima. Antes, debía medirse contra el equipo comandado por Luka Modric, que en 2018 se había impuesto 3-0 en la fase de grupos y había clavado uno de los puñales más dolorosos en la historia reciente del seleccionado sudamericano.
Para este partido la Argentina ofreció una gran performance. El resultado fue 3-0, con un gol de Messi y dos de Julián, héroe de la noche qatarí. Otamendi se consagró como el mejor defensor central del torneo, por si hasta ese momento aún quedaban dudas, Enzo Fernández se adueñó del mediocampo y la Selección alcanzó la gran final para mantener esa racha histórica y vigente de nunca haber perdido en semis. Después de ocho años de Brasil 2014, La Pulga tenía su tan ansiada -y por momentos inimaginable- revancha.
Y el sufrimiento se estiró hasta los penales. Aunque Argentina hubiera merecido la gloria antes, incluso en los 90. Sirvió para que la descarga de emoción fuera aún mayor. Para que Messi, Di María, Dibu Martínez y Scaloni rompieran en lágrimas. Para que Argentina quebrara los 36 años de sequía. Llegó la tercera. La que ganó Maradona. La que disfrutan Messi y toda la Argentina.
Argentina campeón del Mundo
El plantel lo merecía, porque construyeron un grupo humano envidiable para cualquier seleccionado. El cuerpo técnico lo merecía, porque los juzgaron sin conocer sus planes de trabajo. El hincha lo merecía, porque muchos de ellos gastaron fortuna para estar en el Mundial Qatar 2022. El pueblo lo merecía, porque necesitaba una alegría dentro de tantas pálidas.
Argentina es el mejor campeón del mundo. Dios y Diego Armando Maradona sabían que aquella derrota con Arabia Saudita era el cachetazo necesario para volver a las bases. No había que perder el foco. Y así fue el camino: México, Polonia, Australia, Países Bajos, Croacia y Francia. Un trayecto soñado que termina con lo que podría haber sido una injusticia para Lionel Messi, quien ahora va a ser el hombre más feliz de la Tierra. Trabajo terminado y ahora sólo queda festejar en nuestro país, con alegría y responsabilidad.
Copamos los premios del Mundial
Leo fue el mejor de la Copa, Martínez se llevó el Guante de Oro y Fernández el top entre los jóvenes. Mbappé se metió como goleador.
Argentina levantó la Copa, sí señores, somos campeones del mundo por tercera vez. Tremendo. Sufriendo, gritando goles de Messi, penales del Dibu, locura de los hinchas… La Selección, como en 1978, como en 1986, es el rey del mundo. Pero también la Scaloneta copó los premios del Mundial de Qatar 2022.
Lionel Messi fue el mejor del torneo y se llevó el Balón de Oro de la Copa del Mundo. No dejó dudas. Siete goles, asistencias, gambetas, magia. Obra completo del 10 argentino.
Emiliano Martínez fue enorme, sobre todo en los penales ante Países Bajos y, nada menos, en la final frente a Francia. También sacó pelotas clave en partidos, como la última contra los galos, en el suplementario. Por eso, fue el Guante de Oro de Qatar 2022.
Enzo Fernández tiene 21 años, pero juega como un experimentado. Su presente es total y su futuro enorme. Por eso, el ex River fue elegido como el Mejor Jugador Joven de la Copa del Mundo. Merecidísimo.
El único premio que no fue para Argentina es la Bota de Oro, que se la llevó Mbappé, que metió tres goles en la final y terminó con ocho en la Copa, uno más que Messi.
Cuál es el significado de la túnica que lució Lionel Messi al levantar la copa
Fueron 36 años, y unos minutos más. La espera para que el capitán alzara la copa del mundo se vio retrasada por una vestimenta que sorprendió a todos. De qué se trata y por qué es importante para la cultura qatarí.
La miró. La tocó y hasta la besó. Pero aún no era el momento para poder levantarla. Es que después de alzarse como campeón del mundo, Lionel Messi fue convocado para recibir el premio como mejor jugador del mundial. Sin embargo, era otro trofeo el que quería alzar bajo las estrellas del Lusail Stadium.
Es que, tras la foto “obligada”, donde compartió su alegría con Emiliano “Dibu” Martínez, como mejor arquero, y Enzo Fernández como mejor jugador Sub 21 de la competencia; el capitán de la selección nacional se restregaba las manos mientras esperaba su turno para tomar los más de 36 centímetros de altura y más de 6 kilos de aquella copa del Mundo que tanto se le negó.
Pero a la espera aún le restaban unos minutos más de demora. Es que antes de que Messi lograra alzar la copa del mundo, el presidente de la FIFA, Gianni Infantino, y el actual emir de Qatar, el jeque Tamim bin Hamad Al Thani, le pusieron una suerte de túnica denominada como “Bisht” o “Beshth”. ¿Qué significa esta vestimenta? ¿Por qué era tan importante que el capitán de la selección usara estas ropas al alzar el trofeo?
Según el productor y director, Tallie Dar, esa capa, que para cientos de argentinos fue un momento más de espera hasta el grito final en que Messi levantó la copa, se trata de un gesto de honor que Qatar le dio al capitán de la albiceleste. Además, de un símbolo de realeza, estilo y elegancia.
Denominada como “Bisht” o “Beshth”, “los guerreros árabes lo usaban después de una victoria. También lo usa la familia real”, señaló el comunicador canadiense. Al tiempo que destacó que “el emir de Qatar le dio el honor a Messi en señal de respeto”. “Es un guerrero que ganó por su país Argentina”, agregó. Esta prenda fue usada por los árabes durante siglos. Incluso, señalan que se trata de una parte esencial del código de vestimenta convencional para los hombres.
El Beshth está confeccionado en pelo de camello y lana de cabra, gracias a los cuales se hila el material. El siguiente paso es conformar la tela, que debe quedar de forma transparente ya debe usarse arriba de otras ropas, como son las túnicas denominadas: thawb o kanzu. Existen dos versiones, la más fina está destinada al verano, la más gruesa y con pelo, para el invierno.
De color negro, marrón, beige, crema o gris, estas ropas son elegidas por el clero, funcionarios no religiosos, seculares o jefes tribales, reyes e imanes. En resumidas cuentas, se trata de una capa que está vinculada con la realeza, la posición religiosa, la riqueza y los ritos. Una suerte de traje y corbata para los occidentales.
Su uso está destinado a ocasiones importantes, tales como bodas o peregrinaciones religiosas. Pero también tiene otro significado, según indicaron diversos medios internacionales. De este modo, esta túnica evidencia estatus y además señala “la opulencia, la monarquía y las ocasiones ceremoniales. Es comparable a ponerse una corbata negra en el oeste”, resaltaron desde el periódico El Mundo.
Al respecto, el secretario general del Comité Supremo para la Organización y el Legado de Qatar 2022, Hassan Al Thawadi, habló con la prensa y resaltó que el Bisht que usó Messsi bajo las estrellas de Lusail fue “para celebrar los momentos importantes” en su vida. “Es una ropa oficial nuestra. Siempre ponemos eso para compromisos importantes, para celebrar los momentos importantes en nuestra vida”, resaltó durante su alocución en la zona mixta.
Más allá de las ropas, las cábalas, la espera. Messi, junto a Lionel Sacaloni y todos los integrantes de la Scaloneta, fueron más que dignos ganadores de esta túnica y varios otros reconocimientos. Porque, como dijo el represente qatarí, se trata de la celebración de un “momento importante” en la vida de cada uno de los jugadores y, por qué no, de los más de 45 millones de argentinos que, a horas de que terminara la final, siguen celebrando que la Argentina es la “mejor del mundo”.
La emoción de Carlos Bilardo viendo a Messi y a la selección argentina campeona del mundo
Apenas se consagró el combinado argentino, las redes se inundaron con la imagen del Narigón. Hasta el actual DT se emocionó.
Argentina cumplió el sueño de coronarse como campeón mundial luego de 36 años. Y si hay alguien que sabe de logros es Carlos Salvador Bilardo, el entrenador del recordado equipo en México 1986. Por ello, no sorprendió que apenas finalizara el encuentro disputado en el estadio Lusail de Qatar el nombre del Narigón haya sido uno de los más mencionados.
“Ojalá que lo hayan disfrutado los dos, creo que sí”, respondió Lionel Scaloni en la conferencia de prensa cuando le preguntaron por Bilardo y por César Luis Menotti, el otro entrenador campeón del mundo en Argentina 1978.
“En la misma mesa no creo que esté, ellos tienen una carrera y marcaron una época. Hoy me vale que la gente esté contenta”, continuó el oriundo de Pujato, quien ya había celebrado el título de la Copa América 2021 frente a Brasil en el Maracaná y la Finalissima ante Italia en Wembley.
Sin embargo, entre las tantas menciones de los entrenadores campeones del mundo hubo una imagen que se viralizó: Carlos Bilardo disfrutando del título argentino en Qatar.
La emocionante foto fue aportada por la propia familia del Doctor y en la misma se lo ve sentado en el sillón, con dos imágenes de la Virgen en la mesa y enfrente la pantalla de TyC Sports que muestra en primer plano Lionel Messi besando la Copa del Mundo. Todo un símbolo por tratarse del trofeo que Narigón tanto valoró a lo largo de su exitosa carrera.
En la propia señal deportiva, a Lionel Scaloni le mostraron esta imagen y su reacción fue a pura emoción. “¡Qué bueno, qué bueno! Un adelantado. Él y el Flaco Menotti. Un agradecido, nacimos viéndolo a ellos y no me pouedo imaginar estar ahí. Le agradezco que esté viviendo este partido, un momento inolvidable”, reconoció el entrenador de 44 años.