Sin techo para la producción de carnes

El productor Julio Mercado analizó la situación del mercado de carnes y la necesidad de incrementar la cantidad de madres, para lo cual es necesario trabajar en la producción de alimentos. Por la crisis económica ha bajado el consumo en el país, si bien la provincia está por encima de la media. No obstante no tiene techo la producción porque actualmente se satisface apenas el 20% de la demanda con carne de la zona.

Río Grande.- El productor Julio Mercado fue consultado por Radio La Red 93.9 y Provincia 23  sobre la producción de carne en la provincia, la variabilidad de precios y la vía por la cual se podría incrementar la cantidad de reses.

“Estamos con un gran problema de aumento de precios, si bien la carne viene retrasada hace más de dos años. En la pandemia el valor era irrisorio para el productor y esto genera menor producción. Ahora se acomodó un poco el precio a los valores históricos. El valor histórico del kilo vivo en Liniers era de entre noventa centavos y un dólar diez el kilo vivo para la categoría de novillos. En la pre pandemia estábamos alrededor de 30 centavos de dólar. Lamentablemente es una cadena compleja, porque desde el engorde ya es un animal perecedero. Eso significa que tiene un tiempo para que cumpla con el objetivo. Una vez que se engordó el animal tiene que pasar a la faena. Si no se puede faenar, se empieza a perder plata. A partir de ahí se convierte en un producto extremadamente perecedero, y se necesita que la cadena esté aceitada. Todo eso no sucedió en los últimos dos meses y recién ahora se está acomodando un poco la situación”, señaló.

“Después de la devaluación del 14 de agosto hubo un sacudón muy fuerte en términos de reacomodamiento de precios y eso generó perjuicios en las ventas, afectó la demanda de los consumidores, a la cadena del frigorífico, a los engordadores. Es un producto necesario y consumido, pero lamentablemente con los vaivenes de la macroeconomía, la gente cada vez consume menos”, dijo.

“Hay carne de la zona que se produce y se engorda una parte acá, y el resto va al continente para engordar al ternero. Luego vuelve convertido en media res. Son asimetrías que hay que corregir en este producto tan necesario en la canasta básica. Según los últimos datos, el consumo de carne ha bajado en la Argentina y está entre los 46 y 47 kilos por año y por habitante, hablando de carne bovina. Siempre Tierra del Fuego estuvo por encima de la media, y se corresponde con el poder adquisitivo. Igualmente no creo que estemos por encima de los 50 kilos, cuando antes estábamos en 68 kilos. Para poder abastecer el mercado local necesitamos alrededor de 65 mil novillos por año de producción y estamos muy lejos de alcanzar ese número porque nuestra producción de terneros está entre los 15 y 17 mil al año. Esto representa un 20% de lo que necesitamos producir. De ese 20%, más de la mitad se va a engordar afuera. Vuelve faenado, con todos los costos que implican la cadena de frío y el flete”, planteó.

“El frigorífico trabaja contra pedido y además necesita completar el camión. Un equipo está trayendo entre 250 y 280 medias reses por semana, y están entrando alrededor de cinco equipos por semana. El costo es alto por el flete y la distancia”, insistió.

 

Demanda asegurada

 

La posibilidad de inversión en producción de carnes no tiene techo por la demanda cautiva en la provincia, que sigue creciendo por el incremento de la población. “El consumo de carne es algo consolidado, porque tenemos una población en una situación de reproducción plena, por lo tanto nuestro incremento demográfico interno está por encima de la media y necesitamos alimentarnos bien. Esto requiere de mayor producción de alimentos además de toda la infraestructura necesaria para contener no sólo la migración que viene sino el incremento demográfico interno”, expresó.

Con respecto al consumo de cerdo, dijo que “ronda los 7 u 8 kilos por habitante por año, de acuerdo al promedio nacional. Estimo que debemos estar por debajo de ese indicador. El consumo de pollo se ha incrementado, al ser un producto muy barato, por una situación de crisis”.

Consultado acerca de cómo mejorar rendimiento y calidad, dijo que “cualquier actividad productiva está directamente gobernada por los incentivos. Acá tenemos todos los incentivos, porque tenemos una demanda sostenida y tenemos excelentes condiciones fitosanitarias, el medioambiente es muy sano para desarrollar carnes orgánicas, pensando en el mercado interno, que es tentador para todos, aunque no tanto para los locales. La mayoría de los productores locales tiene muy afianzado un sistema de producción extensivo. Si bien es de baja productividad, es bastante seguro y con baja incorporación de insumos externos. Faltaría fabricar alimentos para el ganado, porque nuestra producción se basa en el aprovechamiento del pastizal nativo. Eso nos permite tener una vaca cada diez hectáreas. Si esa misma superficie la convirtiéramos en pastura, podríamos trabajar con una vaca cada una hectárea o dos. Eso aumentaría muchísimo la productividad y se podría incrementar el stock de madres. Nunca nos vamos a autoabastecer porque cuando lleguemos a lo que necesitamos hoy, la población va a ser el doble. Eso también es un incentivo, porque tenemos asegurada la comercialización”, subrayó.

Comparó la situación con la Tierra del Fuego chilena, donde “llevan más de 12 mil hectáreas de pastura y los frigoríficos de Cerro Sombrero y Porvenir están exportando a Estados Unidos a un valor de entre 8 y 10 mil dólares la tonelada. El chileno piensa de una manera totalmente distinta, es más pragmático y está mucho menos intervenido por el Estado. El productor chileno tiene una vocación privada muy importante, y el Estado acompaña sin inmiscuirse. Eso ha generado una forma de producir totalmente distinta de la que tenemos nosotros”.

Destacó que dentro de todo “hay productores que han empezado a comprar maquinarias y de a poco van teniendo sus hectáreas de pastura, más que nada para reserva de invierno. Cuando me tocó pasar por la gestión pública hicimos una compra de un equipo forrajero que lo maneja la provincia y el INTA, con lo cual está a disposición de los productores locales. Entiendo que el Ministerio de Producción y Ambiente de la provincia está abocado a seguir promoviendo la utilización de esa maquinaria juntamente con el INTA. La decisión siempre la tiene el productor y está medio lento el tema. El camino es por ahí y no hay otra forma que hacer comida para poder tener más vacas”, sentenció.

En cuanto a la producción ovina, dijo que “va en una decadencia lamentable y lo lamento mucho porque soy un ovejero por naturaleza. Sufro mucho cuando veo que se van achicando las majadas y acá hay responsabilidades compartidas. El descontrol que hubo con los perros es básicamente lo que generó esta decadencia abrupta en los últimos 15 años. La demanda es alta por parte de la población y por el turismo, que se incrementa año a año con los cruceros. Nosotros podríamos proveer desde acá y sin embargo el 80% lo cargan en Punta Arenas. No tenemos volumen ni un hilo conductor que para mí debiera ser la Asociación Rural, que debería marcar el rumbo. Son los que tienen la llave para poder producir más”, concluyó.

 

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