Río Grande.- Miguel Gómez, un cordobés de Villa María, un día se le ocurrió un sueño loco: montar su bicicleta y llegar a Ushuaia, nada menos. Lo consiguió tras pedalear tres meses. Ahora pedalea de regreso hacia Jesús María (Córdoba), donde acaba de nacer su tercer nieto. “Se llama Giovanni y es hijo de mi hija mayor, que tenía tres meses de embarazo cuando me fui” cuenta, mientras se prepara para continuar pedaleando hacia el norte, por la ruta nacional 35. “Me gustaría llegar a casa el 16 de abril, justo cuando se cumplirán seis meses de mi partida”, añade.
Un rato antes de que retomara su ruta, el diario La Arena de La Pampa lo entrevistó en el barrio Butaló, donde una familia santarroseña le ofreció alojamiento. “Este viaje ha sido una experiencia increíble, que me permitió conocer muchas personas y recorrer paisajes maravillosos”, dice. Miguel tiene 53 años y trabaja como maestro pastelero en una panadería de su pueblo: “antes de salir presenté mi renuncia, pero no me la aceptaron, así que podré mantener el empleo cuando vuelva”, celebra.
Lleva recorridos unos diez mil kilómetros. “Fue mi viaje más prolongado hasta ahora. En Córdoba, donde participo de varios grupos ciclistas, ya había realizado tres ciclo viajes previos, todos en territorio provincial, pero el más largo apenas había sido de 700 kilómetros”, comenta.
Camino de montaña.
En su raid rumbo al extremo sur Miguel pasó por “Carlos Paz, las altas cumbres, Cura Brochero, Mina Clavero y Villa Dolores, luego crucé San Luis e ingresé a Mendoza, donde tomé el desvío hacia Monte Comán, costeando San Rafael, Valle Grande, el Cañón del Atuel y El Nihuil”. En El Sosneado tomaría finalmente la mítica ruta 40, que lo condujo hasta Río Turbio. “Después pasé a Chile por el Paso Dorotea, llegué a Puerto Natale y seguí bajando hasta Angostura, también llamado Punta Delgada, donde subí a una barcaza para cruzar a la isla. Luego seguí el camino chileno que pasa por Cerro Sombrero y San Sebastián, para reingresar a Argentina y llegar hasta Río Grande, Tolhuin y finalmente, Ushuaia”, enumera.
En Tierra del Fuego permaneció casi un mes, antes de emprender el regreso por la costa del Atlántico. “Crucé en barcaza hasta el continente, tomé la ruta hacia Río Gallegos y luego seguí bordeando el mar hasta San Antonio Oeste y Las Grutas, donde paré a descansar un par de semanas”. Tras reanudar su viaje fue sorprendido por un temporal de viento en la zona de general Conesa: “no se veía nada, era imposible seguir avanzando y también había pronóstico de lluvia, así que bajé de la bicicleta y empecé a caminar por la banquina”, confesó.
Finalmente, unos veinte kilómetros antes de Río Colorado, una camioneta frenó y lo levantó: “me trajo hasta Ataliva Roca, donde retomé el viaje en bicicleta. Y así pude conocer el Parque Luro, un lugar muy bello cuya existencia desconocía”, explicó.
Viajar, una pasión.
Miguel monta una bicicleta Venzo, rodado 29, con cubiertas anchas que le permiten avanzar en cualquier terreno. “No tuve ningún problema en todo el trayecto, aunque entre Moquehue y Río Turbio, por el peso y la exigencia del terreno corté 12 rayos de la rueda trasera, que finalmente logré reparar cuando llegué a Puerto Natale”.
Carga entre 55 y 60 kilos de equipaje, distribuido en dos alforjas y un bolso estanco donde guarda la bolsa de dormir y algo de ropa. “También llevo una carpa, alimentos, una cocina, elementos de higiene y una mochila hidrante, porque el agua esa esencial”, advierte. Si bien tenía dinero ahorrado para completar su aventura “durante el viaje hago todas las changas que puedo para que resulte autosustentable”, aclara.
Pedaleando recorre “entre 90 y 120 kilómetros por día, parando para descansar y dormir en estaciones de servicio abandonadas, campings y casas de familias conocidas”. Actualmente, los ciclo viajeros recurren a comunidades digitales como “warmshowers” para comunicarse y compartir datos sobre caminos y sitios de alojamiento, aunque el cordobés confía mucho en “la generosidad de las personas, que ayudan en todo el camino, como unos trabajadores de Villa Pehuenia que me alojaron tres días en una casa alquilada por la empresa que los tiene contratados” o los familiares de su esposa residentes en Las Lajas (Neuquén), donde descansó varios días.
Y si bien le faltan unos 700 kilómetros para llegar a Jesús María, donde su familia lo espera ansiosamente, Miguel ya imagina sus próximos viajes: “me gustaría volar hasta Santa Cruz de la Sierra (Bolivia) y desde allí volver en bicicleta hasta el Salar de Uyuni y bajar por la ruta 40 hasta Mendoza para regresar a Córdoba, y también sueño recorrer en bicicleta la Carretera Austral, desde Puerto Natale por Puerto Yungai, Villa O’Higgins hasta llegar a Punta Arenas”, finalizó.