Cristina Segovia y sus tres hijos, uno de ellos con discapacidad y el otro con una enfermedad preexistente, fueron noticia porque terminaron internados al intoxicarse con monóxido de carbono. Su atención se demoró, porque no les enviaron la ambulancia desde el Hospital Regional Río Grande cuando la requerían y tuvieron que trasladarse por sus propios medios, al otro día. Pero, además, hoy se encuentran sin gas por el retiro del medidor por personal de Camuzzi y los arreglos necesarios tienen un costo superior al millón seiscientos mil pesos. La crónica policial pasó, pero el drama sigue.
Río Grande – (Por José Piñeiro) – Días atrás, una noticia daba cuenta del traslado de una mamá con sus tres hijos, uno de ellos con discapacidad y otro con problemas de salud preexistentes, a la guardia del Hospital Regional de Río Grande; por una intoxicación con monóxido de carbono. Pero como suele suceder detrás de las noticias policiales, lo sucedido tuvo relación con una compleja situación social. En este caso, que afecta a una mamá que debe hacer frente al cuidado de sus tres hijos en soledad, quien hoy se encuentra sin gas en la vivienda en medio del gélido invierno que atravesamos.
Cuenta Cristina Segovia que, el jueves pasado por la noche, sus nenes comienzan a sentirse mal y “empiezan a vomitar, primero la más chiquita de 10, después el nene de 14 y siguió el de 12. Con vómitos, dolores de cabeza, dolores de panza, entonces como ya era la una y pico de la mañana y no tenía cómo para poder llevarlos, agarré y llamé al 107 para que me mandaran una ambulancia. Les expliqué la situación, les dije que el nene de 12 tiene carnet de discapacidad y el otro tiene problemas de diabetes tipo 2 y una fístula bilateral, en su corazón”.
“Pregunté si me podían mandar la ambulancia, porque no tenía los medios para ir. La chica del 107 me dice que le avisa a la doctora y a los 20 minutos me dice que me vuelve a llamar. Después me llama y me dice que la doctora considera que no era de urgencia, entonces por eso no me mandan la ambulancia. Le vuelvo a decir lo mismo, le comento lo mismo, y me dice que no, que la doctora Paz consideraba que no era de riesgo la situación”, señala la mujer.
Entonces menciona que, esa noche, trató de arreglárselas “como podía” hasta que “se hizo de día y los nenes se despertaron. Pero seguían estando en la misma situación, les dolía la cabeza, la panza, así que los cambié y nos fuimos a la guardia. Y bueno, cuando los revisan, el que peor estaba era el nene de 14 que tenía muchos dolores de estómago y muchos dolores de cabeza, se doblaba de los dolores. Así que me lo dejan internado, dicen que le iban a poner suero, que lo iban a tratar. Pero cuando le sacan sangre, se dan cuenta que estaba con una intoxicación por monóxido de carbono”, advierte la mamá.
Cristina Segovia comenta que luego, cuando vuelve para ver a su hijo, el médico interviniente le pregunta con quién más vive y al señalarle ella que tiene una hija y un hijo más, recién entonces le dicen que los busque y que retorne con ellos al hospital, porque todos estaban intoxicados con monóxido. Es entonces cuando se produce la internación de toda la familia para su tratamiento. “Nosotros pasamos 6 horas en la guardia con oxígeno”, menciona, indicando que luego les dan de alta. Pero, al volver a su casa, el medidor de gas les había sido retirado por personal de Camuzzi.
Pasó la noticia, pero el drama no
Cristina no solo sostiene la familia, además estudia y es parte del Bachillerato Popular “Presente” que funciona en Río Grande, fue desde allí que se impulsa una campaña que circula en las redes, para ayudarla a superar la situación. Resulta que la empresa Camuzzi, para devolverle el gas, le exige que haga los trabajos necesarios para que la instalación sea segura. Esos trabajos, en una primera etapa, implican una inversión de más de un millón seiscientos mil pesos que ella no puede afrontar.
Apenas les dieron de alta, desde el hospital dice que se comunicaron con el área social del Gobierno para consultar si les podrían brindar asistencia, ya que a la vivienda no podían retornar por el frío y el corte del servicio. Pero les señalaron que “no tenían lugar” para alojarlos. Hoy, señala que “los únicos que estuvieron y que me ayudaron, tanto con frazadas, como con colchones, me llevaron módulos, leche para los chicos, yogur y esas cosas, fueron desde el Municipio”, indica Segovia.
Después dice que tiene que volver a su casa, porque ya no la pueden recibir en la vivienda de una amiga, dónde estuvo circunstancialmente, pero advierte que “para poder estar en la casa, tengo que tener las ventanas todas cubiertas con nylon. Solamente puedo poner dos caloventores, porque no se aguanta el frío y porque saltan las térmicas”, señaló.
Menciona que, por esta circunstancia, abrió una cuenta en Mercado Pago y agradece “a los vecinos y vecinas de la ciudad de Río Grande”, que se encuentran colaborando. La obra le cuesta “un millón seiscientos mil pesos, porque en teoría hay que hacer unas modificaciones, los caños ahora pasan por adentro de la casa, porque es una propiedad vieja y ahora hay que hacer el plano y todo nuevo. Recién una vez que Camuzzi dé el ok, me darían el gas en el comedor y el living, después tendría 90 días para hacer el resto. Pero para que comiencen los trabajos, tengo que entregar la mitad”, señaló.
Cristina dice que, desde que se separó, siempre se las estuvo “arreglando sola”, pero reconoce que “esta situación me superó”. La situación se complica más, porque la casa es propiedad de sus exsuegros, el padre de los niños no tiene trato alguno con ellos y hoy no podría avanzar con los trámites para hacer la conexión de gas, por esa situación. Pide una casa social o de recupero del IPVyH, dónde se encuentra anotada, pero le dijeron que no hay en existencia. Sigue apelando a la solidaridad de la comunidad, a través de su cuenta de Mercado Pago con el alias: CRISROCO o llamándola al 2964-699145; pero sabe que necesita la ayuda de un estado que debería estar presente, para tener el impulso necesario para comenzar a salir de la angustiante situación que hoy atraviesa junto a su hija y sus dos hijos. Mientras tanto, sigue la pelea.