El fundador del Tren del Fin del Mundo, Enrique Díaz, contó la experiencia de llevar adelante un proyecto que en su momento tenía todo en contra y hoy es un emblema dentro de los paseos turísticos que ofrece la capital fueguina. La idea partió de la propia historia de Tierra del Fuego, vinculada con la cárcel, y se trató de respetar el recorrido que hacían los presos. Sobre la ampliación del recorrido, dijo que no es viable pero sí que se podrían sumar tranvías electromecánicos, que aliviarían el caos del tránsito en la ciudad.
Río Grande.- El fundador del Tren del Fin del Mundo, Enrique Díaz, dialogó con Radio Provincia sobre el proyecto que desarrolló cuando todas las condiciones parecían estar en contra, y hoy se ha convertido en un emblema de los paseos turísticos por la capital fueguina.
“Ushuaia va a seguir creciendo, sigue siendo la ciudad más austral del mundo, aunque los chilenos estén en desacuerdo, y por los paisajes que tiene va a seguir siendo el eje central. En Río Grande están con otra proyección, como la producción de alimentos, que me llena de orgullo. No solamente son pollos y verduras, porque también van a desarrollar otros productos. Río Grande puede abastecer todos los mercados que demanda Ushuaia más lo que requiera la Antártida y las bases antárticas. Hay un potencial enorme y ese es el futuro para la provincia y el objetivo principal de Río Grande”, señaló.
“Yo fui el fundador, el que inauguró y el que construyó todo el ferrocarril, a excepción de dos vagones nuevos. Todo lo he construido yo a lo largo de 23 años. El proyecto del tren lo vendí hace 7 años, y lo compraron tres empresarios de Ushuaia, uno es Ángel Brisighelli, otros es Daniel Preto y el otro es Fernández Alsogaray. Todos están ligados al turismo y están con una actividad comercial fuerte. Son empresarios notorios en la ciudad”, destacó.
Relató que “el proyecto surgió en el año 1992, antes que el tren desarrollé una gran agencia marítima, que se llamaba Tranex, y cuando todo el mundo me decía que llevara el dinero afuera, decidí invertir en un proyecto original, con la menor competencia posible. Fue un proyecto muy difícil y complejo, porque son cuatro los trenes. Si bien es una escala menor, es un ferrocarril con todas las de la ley. El tren es parte de la historia de Tierra del Fuego porque gracias a ese tren subsistió la cárcel y decidimos recorrer los mismos lugares por donde habían andado los presos. De ese tren no había quedado nada, salvo el terraplén. Ahí empezamos con la construcción de una estación, de la locomotora, de un taller para abastecernos nosotros mismos y no depender del exterior. Capacitamos gente y realmente fue un desafío muy grande”, dijo.
Consultado sobre la posibilidad de ampliar el recorrido, consideró que “ya no es viable, era viable en el momento que yo lo inicié. El tren al principio tenía un 99% de enemigos y un 1% de amigos. Ni mi propia familia ni mi círculo de amigos estaban convencidos de la realización del proyecto. Todos pensaban que era una locura y mi idea del tren se la planteé al entonces intendente Jorge Garramuño y él estuvo muy de acuerdo. Me gasté un dineral en el proyecto en el momento en que no estaba el avance de los barrios. Ya ahora no se podría hacer, pero hay una alternativa de continuar hacia la ciudad con tranvías electromecánicos. Eso no tiene un alto costo, a diferencia de un tranvía eléctrico. En este caso se hace el tendido de las vías y se colocan tranvías como existen en Europa, que se colocan con un motor. Eso le daría un aire más turístico al proyecto pero también solucionaría el problema del tráfico automotor, que en Ushuaia es gravísimo y va a ser peor en los próximos años”, advirtió.
Sobre la posibilidad de poner un tren que una a Río Grande con Ushuaia, que en su momento propuso Luis “Tachi” Trejo, dijo que “no es una idea correcta, primero porque no hay volumen de carga; segundo, el tren tendría que atravesar la cordillera, con todos sus desniveles. Para hacer un tren habría que hacer una inversión de 1.500 millones de dólares. El ferrocarril a lo sumo podría tener un encanto turístico pero muy poca gente haría el recorrido, porque el turista que llega a Ushuaia solamente está uno o dos días, a lo sumo tres. Luego hay que considerar el costo de mantenimiento, que sería monstruoso”, concluyó.