Emprendimiento de mejillones en Almanza afectado por incumplimientos de la provincia

El propietario de Australmar, Fabián Valdez, expuso los inconvenientes desde hace más de un año que impiden exportar mejillones al continente, por falta de pago de la provincia de los estudios del agua que realiza SENASA. Como residente de Almanza desde hace 20 años, habló sobre la falta de infraestructura para el desarrollo y el costo que tienen los emprendedores, al tener que usar gas envasado. No están dadas las condiciones para instalar una planta de procesamiento a gran escala, por falta de agua y cloacas. La conectividad la toman de Chile, a través de una antena instalada en Puerto Williams. El emprendedor reclamó más presencia del Estado.

Río Grande.- El titular de la empresa Australmar, Fabián Valdés, quien lleva 20 años radicado en Almanza, habló con Radio Provincia sobre su emprendimiento y las limitaciones de desarrollo por incumplimientos de la provincia y falta de infraestructura básica.

“El primer proyecto fue el cultivo de mejillones en forma artesanal, después lo empezamos a hacer en forma industrial. Intentamos otros proyectos, como la cría de truchas y la pesca de centolla y centollón, y armamos una planta de proceso.Tuvimos altas y bajas en estos 20 años, los primeros 10 años podíamos vender mejillones en Río Grande y Ushuaia, también trucha procesada, después empezamos a salir de la provincia y habilitamos la planta por SENASA. Este año tuvimos inconvenientes con el mejillón, con la trucha tuvimos problemas cuando se aprobó la ley que prohíbe la salmonicultura y hoy la mayor producción es de centolla y centollón, además del mejillón donde más inversión pusimos”, dijo.

“En el caso de mejillón tenemos una parcela de cuatro hectáreas y dentro de un año y medio estimamos hacer unas 150 toneladas. La industria más cercana es la de Chile y para ellos 150 toneladas no es nada, pero para nosotros es un montón. Estamos pensando vender fuera de la provincia, en el continente, porque tenemos que buscar un mercado más grande, pero para nosotros fue un golpe bajísimo el incumplimiento de pago por parte de la provincia. Dependemos de que la provincia haga el monitoreo de las aguas, porque el mejillón tiene varias toxinas y algunas son mortales para el ser humano, por eso hay que hacer un monitoreo constante. Yo lo hago porque proceso el producto, pero la provincia tiene que hacer un monitoreo por zonas. Durante un año y medio la provincia estuvo haciendo los muestreos y mandándolos a analizar en Buenos Aires, porque todavía no tienen el equipamiento para hacerlo acá. Eso se mandó al laboratorio de la red SENASA y lamentablemente la provincia no pagó esos estudios y el SENASA nos cortó el servicio. Todos caímos en la misma bolsa y este inconveniente todavía no se solucionó. Quedamos parados totalmente, porque tuvimos que suspender la habilitación de SENASA, con todas las consecuencias para la gente que está trabajando en la planta. Hace un año estamos esperando una respuesta de la provincia”, aseguró.

“La Secretaría de Pesca y Acuicultura, que depende del Ministerio de Producción, tiene que resolver esto. En la provincia nosotros somos los únicos que tenemos una planta habilitada por SENASA para moluscos. Hay unas plantas de procesamiento en Ushuaia que están tratando de habilitar por SENASA para poder tener el tránsito federal y, si esto no se destraba, ellos van a estar en las mismas condiciones que nosotros. Si hoy hubiese dos o tres plantas de proceso, ninguna podría mandar mejillones al continente. Se pueden comercializar moluscos en la provincia pero, con la envergadura del proyecto, no es rentable por lo que hemos invertido”, planteó.

“Nosotros le vendemos a los cruceros hace varios años, vendemos en los restaurantes, en los hoteles, en algunos mercados también y en las ferias. Todo el mejillón que no pudimos sacar al continente estamos tratando de venderlo. La marca nuestra es Australmar y hay dos o tres mercados que tienen nuestros productos”, informó.

 

Prohibición de salmonicultura

 

También dio cuenta del perjuicio que le causó la ley que prohíbe la salmonicultura. “Tenemos que trabajar fuera del mar, y la trucha que hacemos es de plato, porque la temperatura del agua es muy baja y no crece. Desde el desove hasta que la trucha está lista, lleva dos años, y tratamos de que crezca lo máximo posible. A nosotros lo que nos prohibió la ley de salmonicultura es hacer la trucha en el mar, donde tenemos una temperatura más constante y la trucha sigue creciendo. Hoy hacemos una trucha de 300 gramos, de plato”, dijo.

“Yo fui el principal afectado por la ley de salmonicultura, porque teníamos un permiso en el mar para pescar hasta 100 toneladas, que no provocan impacto. Cuando se empezó a gestar en la Legislatura me invitaron y expuse mi parte. Yo estoy en contra de la salmonicultura a gran escala en el Canal Beagle, pero estoy a favor en una escala artesanal, investigativa. Estamos hablando de trucha además del salmón y creo que se puede hacer bien. La salmonicultura no existía en la provincia y se prohibió por las dudas, por la falta de fiscalización que tiene la Argentina y, si es por eso, no se puede hacer nada. Hoy existen muchos sistemas amigables con el medio ambiente, hay que fiscalizar y sin ninguna duda se puede hacer”, sostuvo.

“Nosotros trabajamos con tanques australianos y hemos invertido mucho dinero. Es un proyecto familiar y no bajamos los brazos. Tenemos embarcaciones que cuestan 100 mil dólares, y hemos invertido mucho. Hace un año teníamos 10 operarios, en Ushuaia tenemos una oficina así que empleábamos unas 15 ó 17 personas. Hoy estoy solo con mi mujer y quedó la gente en la oficina, esperando que se destrabe todo esto y ver si podemos retomar el trabajo”, manifestó.

Confió en que el peso de Newsan, que está invirtiendo en pesca, logre que la provincia pague lo que debe. “Con la empresa Newsan trabajé casi tres años, como asesor y consultor sobre el cultivo de mejillones y trabajamos en conjunto, ayudándonos, ellos con toda su envergadura y nosotros con nuestro conocimiento. Newsan quiere exportar y creo que la situación se va a destrabar. Yo no puedo ir al SENASA a pagar y hacerlo por mi cuenta, sino que tiene que intervenir el Estado. Por el momento Newsan no tiene pensado hacer una planta de proceso en la zona y las condiciones de Almanza no están para eso, porque no tenemos cloacaz ni agua. Estamos cultivando en el mismo lugar y nos estamos contaminando, así que hay mucho por hacer en Almanza antes de instalar una planta. Entiendo que la planta de proceso de Newsan se va a instalar en Ushuaia, por un tema de servicios, y requiere de 50 operarios como mínimo. Hoy ya tienen 20 personas trabajando y no hay infraestructura en Almanza para toda esa gente, no se mantienen los caminos para traer la gente y falta mucho. En comunicaciones tomo la señal de Chile, porque en Puerto Williams tienen una muy buena antena de 4G. No tenemos nada que sea del Estado, ni una repetidora ni una antena propia y tenemos que pagar a precio dólar. Tenemos unas 10 personas que han podido acceder al título de propiedad, después de 25 ó 30 años, sobre una población estable de 50 ó 60 personas”, señaló.

 

Plaga de castores

 

Otra ausencia del Estado se da en el control de plagas. “Es un problema imposible de dominar, hace que no baja el agua y le baja la calidad por la contaminación del mismo castor. Nos limita muchísimo y también tenemos la rata almizclera y el visón, porque hay muchos en la zona, que rompen las redes y atacan a las truchas. Es una lucha con todos los animales que no son autóctonos. Nosotros veníamos mucha trucha en los restaurantes y hoteles de Ushuaia y hoy bajé la producción y solamente le vendo a los restaurantes de Almanza”, dijo.

 

Producción de centolla

 

Con respecto a la producción de centolla, también hubo bajas por la política del Estado. “Desde que estoy pescando en el Canal de Beagle viene bajando la producción y no se está recuperando, por un mal manejo de fiscalización. No hacemos mucho y tampoco nos dedicamos 100% a la pesca de centolla. Hacemos unas 50 centollas cada vez que salimos a pescar y hoy las estamos vendiendo vivas a los restaurantes y en alguna oportunidad las mando a Buenos Aires por avión, cuando tenemos una pesca buena. Hay más cantidad de centollón, pero tiene menos demanda. Es un cangrejo bastante más chico y el valor varía muchísimo. Una centolla viva cuesta no menos de 50 mil pesos y pesa como máximo dos kilos, el promedio es un 1,200 kilos. El centollón no se suele vender vivo y más que nada se busca la centolla. La centolla que permiten pescar tiene unos 14 años de vida, porque es muy longeva y tarda mucho en llegar al tamaño”, describió.

 

Qué falta en Almanza

 

Puntualmente sobre las necesidades de Almanza, dijo que “necesitamos una decisión política pensada a largo plazo. El cultivo de mejillones tiene que ir acompañado con un lineamiento a largo plazo, con bastante fiscalización. Falta mucha decisión política para decir por qué camino queremos ir y qué impronta le queremos dar a Almanza, que a la par ha crecido un montón turísticamente. Falta más presencia del Estado, que la escuela funcione como debe, que haya una sala de primeros auxilios porque no tenemos nada, no tenemos cloacas ni agua, y el gas es envasado. Los bonos que dan no alcanzan para los emprendimientos y cuesta fortunas mantener las plantas. En la planta de proceso estoy pagando 350 mil pesos de gas por mes. En verano se llena de gente y falta marcar un rumbo. Nuestro litoral marítimo es inmenso, tenemos mucha pesca y tenemos mucho potencial en acuicultura. Tenemos aguas prístinas y podemos tener productos de calidad. Almanza es mi lugar en el mundo y voy a seguir apostando, con mucha esperanza en que las generaciones futuras tengan un lugar donde desarrollarse”, concluyó.

 

 

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