El presidente del Centro de Almaceneros de Río Grande estimó una baja del 50% en la venta de productos de primera necesidad. Hay un cambio de conducta del cliente, que usa la tarjeta de débito los primeros 15 días y luego opta por la de crédito, con lo que se acumula deuda en concepto de alimentos. Cuestionó las cifras del INDEC que no reflejan la realidad, dado que en las últimas dos semanas la carne aumentó un 10% y no se ha tomado en cuenta el impacto de las tarifas de luz y gas. Destacó el aporte de las aplicaciones del municipio y el gobierno para que la gente pueda comparar precios, que ha beneficiado a los pequeños comercios por sobre los supermercados. Las perspectivas para fin de año son pesimistas y se esperan menos ventas que en 2023.
Río Grande.- El presidente del Centro de Almaceneros de Río Grande, Luis Schreiber, fue consultado en el programa ‘Buscando el Equilibrio’ por Radio Provincia sobre las mediciones del INDEC, que arrojaron una inflación para agosto de 4,2% y las consideró mentirosas, porque “no han tomado la suba del gas, de la luz, de la nafta. Algunos productos subieron un 5%, otros un 8% y hay algunas promociones de productos que no se pueden mover o se están por vencer. No sé qué precios toman, porque la carne sigue aumentando todas las semanas y en los últimos quince días subió un 10%. El consumo de carne viene en caída y no estamos vendiendo ni la mitad de lo que vendíamos hace un año. La gente se cuida mucho, han cambiado la forma de comprar porque antes pedían dos churrascos y ahora piden un poquito de carne picada. Se cuidan mucho en hacer las comidas”, observó.
“Los lácteos también siguen aumentando, la leche estaba a 1.200 y ya está a 1.600 en los negocios chicos. La marca más conocida es más cara, pero conseguí otra de buena calidad que está a ese precio. Uno trae lo más barato, pero que sea de calidad. La fruta y la verdura aumentaron pero tienen altibajos, porque son de estación. Ahora se está acomodando el precio del tomate, que venía muy alto. De lo que es indispensable no bajó nada. Se acomodó el precio, porque habían subido muchísimo. El arroz llegó a 4.000 pesos y ahora volvió a estar en 2.000 pesos. Esto es producto de la especulación de las grandes empresas. Un bizcochuelo de primera marca estaba a 3.500 pesos y ahora está de vuelta a 2.600, pero no es lo básico”, aclaró.
Remarcó que los servicios se tienen que tener en cuenta en las mediciones, “por el impacto que tienen en los precios. Yo tengo heladera de bebidas para la cerveza y las gaseosas y a la noche la apago. De gas estaba pagando 5.000 pesos y me vinieron 35.000. Tengo un calefactor chiquito y lo prendemos cuando hace mucho frío y lo que más consume es el termotanque. Para una panadería que elabora es mucho más el aumento y eso se lo tiene que pasar al producto. De luz hace seis meses pagábamos 40 mil pesos y ahora pagamos 260.000. Es mucho y no se toman en cuenta esos costos. Uno se los quisiera trasladar a la mercadería, pero si lo hacemos no se vende. Esta situación complicada se va a agravar producto del desempleo que se va a venir en adelante. Ya tenemos desempleo y cada vez se agrava más”, advirtió.
La mitad de ventas
Schreiber estimó “una caída del 50% en las ventas en el último año”, siendo un comercio de productos de primera necesidad. “No solamente cayeron las ventas por producto, sino que el que llevaba una gaseosa grande hoy se lleva un sobre de jugo, y la diferencia de ganancia es abismal. Se han dejado de consumir gaseosas, vinos buenos, de las cervezas se venden las más baratas. Antes se llevaban un kilo de cebollas, un kilo de zanahorias, un kilo de manzanas, y ahora llevan dos zanahorias, una cebolla, dos manzanas, lo básico y necesario para el momento. Antes teníamos clientes que compraban todo el mes con la tarjeta de débito, ahora compran medio mes con la de débito y el otro medio mes con la de crédito. Ya a fin de mes no llegan y por ahí piden la última semana que los acompañemos con algo para terminar el mes”, detalló.
“El mes se termina el 15 y lo más grave es que están comprando en los grandes supermercados la mercadería en 12 pagos, para patear la deuda para adelante. Nosotros sabemos que eso es grave porque comen mañana, lo pagan durante el año y se acumula deuda”, sostuvo.
Con respecto a la compra en mayoristas, dijo que “la gente trata de comprar cuando hay ofertas. Si es un producto que se vende, se aprovecha la oferta. Uno trata de tener más ofertas porque es lo que se está moviendo. Nosotros compramos todo en la provincia, cuando recién habíamos armado el centro de almaceneros estuvimos un tiempo comprando afuera, pero hoy hacemos arreglos con los mayoristas de acá, porque no hay plata para aguantar una compra afuera. Andamos muy al día”, aseguró.
“Uno tiene la posibilidad de negociar con los mayoristas el precio con algún descuento por pago al contado por ejemplo. Nos han hecho muchas ofertas y hemos vendido bien porque lo hemos trasladado. Cuando el comercio de barrio traslada el precio que le ofrece el mayorista, se hace una buena campaña y se venden bien algunos productos, siempre de la canasta básica”, señaló.
La clientela “se mantiene, porque la gente ya está acostumbrada y siempre son los mismos los que vienen. Ya llevamos muchos años, siguen viniendo pero compran de una manera distinta para poder llegar”, apuntó.
Regularización de deudas
Por otra parte se lo consultó sobre el régimen de regularización de deudas, cuyo tratamiento sigue postergando la Legislatura. “Hay muchos comercios con problemas que no llegan a pagar, por eso han pedido la moratoria. Lo que más se debe es el 931, porque prefieren pagarle al empleado que pagar los aportes, y con Rentas o impuestos municipales pasa lo mismo porque no se llega. En un 70% los problemas son iguales y en Río Grande está difícil el tema del gas”, expresó.
“Nosotros siempre tratamos de llevar la problemática de las pymes y siempre le decimos al gobierno que conviene más que nosotros vendamos, porque el gobierno recibe Ingresos Brutos por lo que nos vende el mayorista y por lo que vendemos nosotros. Es el doble de impuesto para un mismo producto. Si lo venden los que tienen convenio multilateral reciben la mitad o menos, y encima le mandan el dinero en tres o cuatro meses. Siempre les pedimos que cuiden a los pequeños comercios, que son los que más aportan”, subrayó.
Aporte de las aplicaciones
También dio cuenta del aporte positivo de las aplicaciones vinculadas con el Observatorio de Precios Bajos y afirmó que “a todos nos ha beneficiado. En vez de andar por todos lados buscando precios, la gente se puede sentar cinco minutos en una computadora y ver el precio de todos los productos básicos y eso ayuda un montón. La persona que no trabaja con los mayoristas por lo menos tiene una referencia de lo que quiere comprar. Eso sirvió muchísimo y lo estuvimos hablando con la gente que lo armó, porque en algunos lados estaba al doble cierta mercadería y esto ayudó a que se vean reflejados todos y empiecen a acomodar los precios. Esto tiene que ver mucho con la especulación de las grandes empresas que, por no tener ventas, han tenido que bajar productos”.
“Yo estoy con la app del municipio y de la página del gobierno, y ahí se visibilizan las ofertas de algunos comercios de barrio. Si la diferencia es muy poca, la gente no se moviliza hasta el supermercado y compra en el almacén de la esquina. Para eso ha servido mucho la página de gobierno y la app del municipio”, valoró.
Fin de año pesimista
Por último aportó una mirada pesimista de cara a las ventas de fin de año. “Las fiestas que pasaron fueron muy malas y estas fiestas creo que van a ser peores. Si no cambian la política económica que están llevando adelante, no creo que vaya a cambiar mucho esto”, concluyó.