Un 27,3% de la población estuvo debajo de la línea de pobreza durante el primer semestre de este año, mientras que un 4,9% no logró cubrir sus necesidades básicas, entrando en la indigencia. De acuerdo con datos del Indec, el período entre enero y junio del 2018 representa una leve desmejora de la situación social. El porcentaje de la población que no cubre la canasta básica total aumentó 1,6 puntos porcentuales respecto del segundo semestre del año pasado.
Buenos Aires.- Con una población estimada en 44 millones de personas, un índice de pobreza de 27,3% implica que 11,8 millones de personas están en esa situación, de los cuales, unos 800.000 cayeron en esa condición durante el último semestre.
Los mayores índices de pobreza se detectaron en Corrientes, con el 36,8%, Concordia 34,7%, el Gran Buenos Aires, 31,9%, Jujuy y Santa Fe, ambas con guarismo en torno al 30%.
Por efectos de la devaluación, el índice de pobreza alcanzó al término del primer semestre del año a 27,3%, por debajo del 28,6% de igual período del año pasado pero con un crecimiento respecto del 25,7% del segundo semestre de 2017, informó el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec).
En tanto, la indigencia, entendida como los pobres cuyos ingresos ni siquiera les alcanza para comprar el mínimo de alimentación indispensable para la subsistencia, bajó en relación al primer semestre de 2017 4,9% contra 6,2%, pero también creció este semestre 0,1%.
Para junio de este año, cuando se cerró la medición del Indec, una pareja, con dos hijos de seis y ocho años, necesitó de $ 19.601 para comprar los bienes y servicios que integran la Canasta Básica Total y de esta manera no caer por debajo de la línea de la pobreza.
La presidencia de Macri arrancó con una pobreza del 32,2% en el segundo trimestre de 2016, para disminuir al 30,3% en el segundo semestre de ese año, al 28,6% en el primer semestre de 2017 y al 25,7% en la segunda mitad de ese año.
Estos «movimientos» en el índice de pobreza durante el primer semestre del año se dieron a la par de dos oscilaciones económicas bien diferenciados, mientras que en entre enero y marzo el PBI creció 3,1% en términos interanuales, entre abril y mayo bajó 4,2% por la sequía y la inestabilidad financiera.
Ese aumento se explica por el insuficiente aumento del empleo, más aún frente a un singular crecimiento de la oferta de trabajadores y a que se aceleró la inflación, y debilitó el poder de compra de las familias.
Las expectativas por los datos parciales de la segunda mitad del año, que se harán públicos a comienzos de 2019, indican que quedará nítidamente reflejado el efecto negativo del mayor impacto de la devaluación y de la suba de los precios sobre la capacidad de compra de los salarios y jubilaciones.
Se prevé que la medición del segundo semestre reflejará con nitidez los efectos negativos del mayor impacto de la devaluación y de la suba de los precios sobre la capacidad de compra de los salarios y jubilaciones.
Combinando un primer período de recuperación económica de los primeros tres meses del año con el punto de inflexión que representó el comienzo de las turbulencias cambiarias, provocaron que la medición del primer semestre fuera 1,6 puntos porcentuales superior al de final de 2017, cuando totalizó 25,7%.
La medición del Indec tiene en cuenta el nivel de vida en los 31 centros urbanos más poblados del país.
Sin embargo, respecto de igual tramo del año anterior se mantuvo la tendencia bajista, porque aún las estadísticas oficiales dieron cuenta de crecimiento neto del empleo, mientras que los ajustes por la movilidad jubilatoria posibilitaron atenuar el efecto de la mayor inflación.
El aumento corta la tendencia a la baja que venía formándose en los últimos tres semestres anteriores, luego de la reformulación del Indec.
A finales de diciembre del año pasado, unas 7 millones de personas estaban clasificadas como en situación de pobreza.
Con el mínimo cambio respecto de fin del año pasado, ahora 7,5 millones de personas se encontraron en situación de pobreza durante la primera mitad del año, mientras que el dato de indigencia de 4,9% de la población representa a 1,3 millones de personas.
En agosto, el organismo estadístico había relevado un aumento de 3,6% en la línea de pobreza, definida por la canasta básica total (CBT), a $6.753. Mientras tanto, el mínimo necesario para cubrir las necesidades alimentarias fue de $2.701, un 2,8% mayor que el dato de julio.
De los desagregados regionales, se destacaron los casos del Noreste (30,2%) y el Noroeste (28,6%) como los de mayores personas en situación de pobreza. También se destacan algunos ejemplos provinciales como es el caso del de Gran Buenos Aires, donde el 31,9% de la población estuvo clasificado como pobre, debido a la combinación de aumentos inflacionarios generales y el efecto tarifario en los frentes de transporte y energéticos que pegaron en mayor medida ahí.
Desde el cambio de la metodología de medición de la pobreza e indigencia, en el segundo semestre de 2016, se redujo la población afectada en 1,9 millones y 560 mil personas, respectivamente.
Fuentes del Gobierno destacaron que desde que se modificó la metodología de medición de la pobreza por parte de la gestión anterior, a partir del segundo semestre de 2016 la pobreza se redujo en 4,9 puntos porcentuales, desde un pico del 32,2% de la población. Significó una mejora para 1,9 millones de personas.
Mientras que en el caso de la indigencia, que comprende a personas y hogares que no reúnen los ingresos mínimos para poder comprar la canasta básica alimentaria, la reducción en ese período fue de 1,4 puntos porcentuales, disminuyó en 560 mil personas.