El Senado sancionó la ley que crea las áreas Yaganes y Burdwood II que permitirá estudiar y conservar especies vulnerables amenazadas.
Buenos Aires (Infobae).- Los albatros de ceja negra y los lobos finos sudamericanos se pueden sentir más protegidos. El Senado de la Argentina sancionó una ley por la cual triplica el área protegida marina, precisamente en los espacios donde habitan estas especies vulnerables amenazadas. Se trata de «Yaganes» y «Namuncurá-Banco Burdwood II», que aseguran un incremento de la superficie marina protegida a más de 9,5% y acercan al país a cumplir con la meta internacional del 10% para 2020 fijada por la Convención sobre la Diversidad Biológica.
La aprobación de la ley es el resultado de un largo proceso que partió de la identificación de áreas con alto valor de conservación. Este trabajo intersectorial y participativo contó con el aporte de expertos de organismos nacionales, instituciones científico-académicas y organizaciones de la sociedad civil, que analizaron el Mar Argentino en base a los criterios del Convenio sobre la Diversidad Biológica.
«Este es un gran logro para nuestro país. El 36% del territorio argentino es mar y solamente 2,6% estaba protegido hasta ahora. Gracias a esta nueva ley, estamos alcanzando los objetivos establecidos por el Gobierno, pero que fueron apoyados por todo el arco político que votó esta ley», resaltó Martina Sasso, Coordinadora del Programa Marino de CLT Argentina.
La fundación también trabaja junto a un grupo de ONG’s de Tierra del Fuego para impulsar el Área Protegida Península Mitre, cuya creación por ley se tratará el próximo viernes 14 de diciembre y preservará 350.000 hectáreas en tierra y 500.000 hectáreas en mar.
Estas nuevas áreas «representan un logro de los procesos de debate democrático, además de un significativo beneficio para la conservación. Parques de mar y cielo en los que una inmensa cantidad de pingüinos y albatros, lobos y elefantes marinos, tiburones, rayas, corales fríos y otras muchas especies, podrán cumplir con sus ciclos de vida en paz y como natura manda. Las organizaciones argentinas que conforman el Foro para la Conservación del Mar Patagónico agradecen a las autoridades provinciales y nacionales su trabajo por el bien común», reflexionó Claudio Campagna, presidente de la red que nuclea a las organizaciones de la sociedad civil por la conservación marina regional.
La mayoría de las Áreas Marinas Protegidas argentinas son costeras y pequeñas, exceptuando la primera, y hasta ahora única, área protegida oceánica del país, «Namuncurá/Banco Burdwood», creada en 2013. «Yaganes» y «Namuncurá/Banco Burdwood II» incorporarán más de 90.000 km2 de hábitat puramente oceánico. Y sobre todo, fortalecerán el Sistema Nacional de Áreas Marinas Protegidas, que busca construir una red de áreas planificadas y gestionadas como un conjunto coherente, bajo la responsabilidad de la Administración de Parques Nacionales.
El nuevo carácter de estas zonas contribuye, en el largo plazo, con la actividad pesquera al permitir la recuperación de los stocks y mejorar las capturas alrededor de la reserva.
Según los impulsores de la iniciativa, el efecto derrame se genera de la siguiente manera: 1) aumento del tamaño de los peces reproductores y del número de larvas; 2) migración del recurso hacia afuera del área protegida, generando nuevos «hotspots de pesca»; 3) redistribución y disminución del esfuerzo pesquero en las orillas del área marina protegida; 4) mejora del rendimiento de las pesquerías.
«El establecimiento de estas áreas permite y facilita la solicitud y obtención de certificaciones de sostenibilidad a las pesquerías. Asimismo, promueven el acceso a mercados más exigentes y permiten obtener mayor rentabilidad», explicó CLT mediante un comunicado.
Además, las áreas marinas protegidas son una herramienta fundamental para la conservación: restauran poblaciones de peces de interés comercial, protegen la biodiversidad marina y los hábitats críticos y favorecen la adaptación al cambio climático al proteger los hábitats y las especies responsables de la fijación y almacenamiento de carbono en el mar.
Además, estimulan la investigación científica y la educación y protegen los sitios de interés cultural y arqueológico.
Las repercusiones por estas nuevas áreas marinas protegidas llegaron hasta la COP24, en Polonia, en donde la Argentina es parte de las discusiones para elaborar un reglamento para cumplir el Acuerdo de París de lucha contra el cambio climático. El secretario de Ambiente de la Nación, Sergio Bergman, celebró la sanción de la norma: «Nuestro país está cumpliendo con la agenda que nos propusimos de conservar la biodiversidad mediante leyes de protección de áreas marinas. Este logro no sólo define nuestra identidad como argentinos, sino como habitantes de la casa común que vamos a dejar a las futuras generaciones».
El pueblo yagán, originario de la Tierra del Fuego, se encuentra hoy representado por unos pocos descendientes que nos recuerdan la dependencia del ser humano de los ambientes del mar. Ese pueblo, más que ningún otro, comprendería la trascendencia de haber creado este parque marino. La riqueza en especies y recursos de la plataforma continental argentina se asocian a la corriente de Malvinas, cuyas aguas fluyen hacia el norte pasando por el mar de los Yaganes.
La protección de estas aguas beneficiará a muchas especies del Mar Argentino, no sólo a las que dependen del área para su alimentación, sino a especies que pueden observarse en la superficie, como pingüinos y lobos marinos, y otras que viven en el oscuro y frío fondo del mar, como las esponjas y los corales fríos.
Burdwood II
Duplicará hacia el sur la superficie del área marina protegida «Namuncurá / Banco Burdwood» y permitirá incorporar un amplio sector del talud que rodea al banco, donde se ha identificado la mayor abundancia de especies vulnerables, formadoras de ecosistemas. Es un área única por la riqueza de sus fondos marinos. Allí habitan numerosas especies de invertebrados, como esponjas y corales de aguas frías que forman coloridos «jardines» o «bosques» subacuáticos. El área también es relevante para el ciclo de vida de peces de interés pesquero, como la merluza negra, la merluza de cola y la polaca, entre otras.