Un matrimonio ushuaiense cumplirá este viernes 60 años e invitaron a toda la ciudad a los festejos. «La mayoría de la gente nos conoce. Invitarlos a todos nos pareció un modo de compartir este acontecimiento con la ciudad que nos vio crecer. Esperamos que vengan muchos», contó María Pontoni, quien conoció al amor de su vida en un colectivo.
Ushuaia.- El conductor de colectivos de la Armada Argentina Cayetano «Coco» Gorjón se animó a rozar por primera vez la mano de la pasajera María Pontoni en mayo de 1957, en Ushuaia, y aunque entonces no lo imaginaba, ese fue el primero de una serie de pasos que lo llevaron a casarse en 1959 y a sostener un matrimonio que el próximo viernes cumplirá 60 años, y que será celebrado con una convocatoria a todos los habitantes de la capital de Tierra del Fuego.
«La mayoría de la gente nos conoce. Invitarlos a todos nos pareció un modo de compartir este acontecimiento con la ciudad que nos vio crecer. Esperamos que vengan muchos», contó Pontoni mientras ultima los preparativos de la misa de confirmación de votos que se realizará el viernes a las 20.30 en la iglesia «Nuestra Señora de la Merced», en pleno centro de Ushuaia.
Pontoni tenía 17 años, trabajaba en un almacén de ramos generales y utilizaba el servicio público de transporte que ofrecía la Armada a comienzos de 1957, cuando la institución también repartía la leña, la leche y el pan a los cerca de 3.000 habitantes del pueblo.
La mujer, que ahora tiene 79 años, había nacido en Italia y a los 8 años había llegado a Tierra del Fuego.
Por su parte «Coco» Gorjón tenía 20 años, había nacido en Cabildo, un pueblo cercano a la ciudad de Bahía Blanca, y estaba en Ushuaia cumpliendo el servicio militar obligatorio.
Su primer trabajo fue el de chofer del jefe de la Base Naval, y después le ofrecieron conducir el colectivo donde conoció a su mujer.
«Me abría la puerta de su lado para que no cruzara la calle. Yo estaba muerta con él pero lo disimulaba», recordó Pontoni.
«Un amigo me advirtió: tené cuidado con la gringa porque si le tocás la mano se va a enojar en serio. Yo le aposté un vermut a que me animaba. Y un día, mientras le daba el boleto, le agarré la mano y nunca más se la solté», rememoró Gorjón, que ahora tiene 82 años.
La pareja enfrentó al poco tiempo su primera gran dificultad, porque el padre de María no lo quería: lo trataba de «negrito de uniforme» e insistía con que su hija se merecía algo mejor.
«Era otra época. Los italianos buscaban yernos con dinero. Un día mi papá tomó literalmente una escopeta y lo espantó de casa amenazando con dispararle», relató Pontoni.
Pero la mujer no se amilanó: enfrentó a su padre y le dijo que de ser necesario se buscaría un tutor para que la autorizara a casarse, ya que todavía era menor de edad.
Finalmente «Don Pontoni aflojó», y tras dos años de noviazgo y de comprometerse en «secreto», se casaron el 1 de marzo de 1959, en el Registro Civil de Ushuaia.
Al poco tiempo tuvieron a su primera hija, Susana, después a Mónica, y actualmente tienen cinco nietos y cuatro bisnietos.
Después del servicio militar, «Coco» se incorporó a la Armada y años después pasó a ser personal civil de la institución para evitar ser trasladado a otro destino, antes de ingresar al correo argentino hasta su jubilación.
María fue ama de casa, cursó el secundario cuando tenía 50 años y después se dedicó a fundar y sostener un centro de abuelos llamado «Doña Tránsito».
«Muchos nos preguntan cómo hacemos. Creo que la clave es compartir y ceder. El amor apasionado se va transformando pero no deja de ser amor. Mi único consejo es que cuando una discusión se prolonga, conviene interrumpirla y volver sobre el tema más tarde. Esa es una buena receta», recomendó Pontoni.
«Ella es más frontal. Yo no parezco pero tengo mi carácter. Discutimos como cualquier pareja, pero aprendimos a entendernos. Nuestra casa está siempre llena y eso nos da mucha felicidad», acotó Gorjón.
Después de la renovación de votos por las «bodas de diamante», la pareja planea otro festejo el sábado, en la sede de la Sociedad Italiana de Ushuaia.
En lugar de regalos, les piden a familiares, amigos y vecinos, que los ayuden con la «luna de miel», que será en octubre y consistirá en un viaje a Italia, donde María piensa llegar hasta su ciudad natal, y donde Coco, como siempre, estará a su lado.
Fuente: El Liberal de Santiago del Estero