La fabricante de productos alimenticios, una de las líderes del mercado local, está revisando otra vez su lista de precios. Unos 300 ítems serán afectados. Apenas finalice el fin de semana, el exigente plan antiinflacionario que acaba de reconfirmar el Gobierno tendrá su primer llamado de atención: Molinos, la fabricante de alimentos más grande del país, aumentará sus productos hasta un 15,5%.
Buenos Aires.- Así lo informó la compañía a sus clientes -en su mayoría cadenas de supermercados y mayoristas- en un extenso correo electrónico el último viernes, en el que precisó todos los detalles.
Los incrementos incluyen a casi 300 productos, la mayoría integrantes de la canasta básica alimentaria. Como las listas de precios de Molinos suelen ser referentes para el resto de la industria alimenticia, la decisión puede tener un alto impacto en la vida cotidiana de millones de argentinos.
Hay ajustes en los precios de aceites, harinas, fideos, arroz, café, yerbas, café, pastas rellenas, rebozadores, premezclas para hacer pizzas o bizcochuelos y hasta en los congelados.
Se trata de aumentos en casi toda su línea de productos. Sólo quedan al margen algunos ítems, por una cuestión estacional, como las gelatinas o el polvo para preparar helados.
Molinos suele modificar sus listas de manera gradual. Sin embargo, ahora se transformó en una práctica que se repitió en los últimos meses.
La nueva lista tendrá vigencia a partir de este lunes 18. En el correo a los clientes, la empresa no ofrece argumento alguno para justificarlos. «Ante cualquier duda, a su disposición», propone escuetamente.
Formación de precios
Las cadenas de supermercados y los mayoristas deberán decidir, a partir de ahora, en qué proporción trasladan estos mayores costos a las góndolas. No siempre esto ocurre de golpe, sino semana a semana. Los grandes comercios suelen conducirse con prudencia para que los clientes no los terminen culpando de la inflación.
«Una cosa es cuando los movimientos son manejables y en algunos rubros, pero otra cosa es cuando el ajuste es generalizado y con números elevados», señaló a iProfesional, sin ocultar su preocupación, la gerente de una de las principales cadenas de supermercados.
Los incrementos, rubro por rubro, tendrán la siguiente magnitud:
– Aceites: entre 7% y 11,3%. Los que menos se encarecen son los de oliva. Molinos, en este apartado, como en otros, es dueña de las principales marcas del mercado: Cocinero, Lira, Ideal y Patito. Mención aparte para el aceite en aerosol, que sube 15,9%.
– Fideos: entre 8,5% a 9,3%. La compañía, aquí también, tiene en su oferta a las etiquetas dominantes: Matarazzo, Lucchetti, Terrabusi, Canale, Favorita, Don Vicente y Del Verde. Debido a esto, a los consumidores no se les hará nada fácil «escapar» de los ajustes.
– Yerbas: desde 5,6% hasta 15,5%. Llamativamente, la marca que más sube es Chamigo, que se encuentra incluida en el plan de «Precios Cuidados». Molinos, además, elabora Cruz de Malta y Nobleza Gaucha, que también presentan remarcaciones desde este lunes.
– Harinas: se trata de uno de los productos que más se incrementaron el año pasado. Ahora suben entre 4,1% y 7%. Molinos fabrica dos de las líderes: Blancaflor y Favorita.
– Arroz: aumentos de 5% promedio para los productos Gallo y Máximo.
– Café: 5% en una sola marca, Arlistán.
– Rebozadores: incremento de 11,6% en otro nombre reconocido en las góndolas, Preferido.
– Premezclas: los polvos para preparar bizcochuelos (Exquisita) y prepizzas aumentan entre 5,9% y 11,6%.
– Congelados: es uno de los rubros que más trepan, entre 14% y 15,7%. También está entre los que mayores costos acarrea: desde la logística hasta el mantenimiento en frío, justo dos variables de las que se encarecieron de manera importante en los últimos tiempos, de la mano de las tarifas energéticas y el valor de los combustibles. Aquí, Molinos maneja marcas que elaboran milanesas e industrializan vegetales, por ejemplo.
– Pastas rellenas: el alza de precios es aquí del 9%.
Mal timing
Los aumentos de la principal industria de alimentos llega justo cuando el Gobierno relanzó su plan antiinflacionario.
Después de los malos resultados de enero y febrero, con la acumulación nada menos que de 9,3% en alimentos, el anuncio de Molinos pone en duda la perspectiva de una rápida desaceleración de los precios.
No caben dudas, además, de la trascendencia política que puede tener el constante encarecimiento en los comestibles.
Justamente, ahora el Gobierno focalizó toda su artillería en lograr que la cotización del dólar se mantenga lo más quieta posible para, así, evitar que la inflación continúe realimentándose.
El Banco Central acaba de anunciar una batería de medidas a fin de extremar su esquema monetario. Hasta ahora, el modelo de «emisión cero» no tuvo ningún éxito en aliviar la dinámica inflacionaria, que este fin de semana vuelve a cuestionar Molinos con un movimiento generalizado en su lista de precios.
A pesar de que el apretón monetario no dio los resultados esperados, el Gobierno redobló la apuesta. La idea parece clara: que el dólar no tenga combustible para seguir subiendo, como sucedió en las últimas semanas, mientras las tasas de interés se mantienen elevadas, por encima del 60% anual.
Lo que algunos analistas económicos perciben -y que en el Banco Central ya tomaron nota- refiere al impacto que esta política tendrá sobre la actividad económica. Y si bien el BCRA quiso ayudar a la recuperación, con una tendencia bajista en el costo del dinero allá por el mes de enero, ahora esa chance quedó seriamente dañada.
Hay un dato adicional para preocuparse: durante febrero, los alimentos que más subieron fueron las carnes y los lácteos. En cambio, los productos farináceos se movieron menos. Ahora parecen despertarse.
Y las primeras semanas de este mes, tanto las carnes como los lácteos siguieron encareciéndose.
Un rápido repaso por las góndolas permite observar que los precios relevados por el Indec para elaborar el índice de febrero ya no existen más.
En promedio, los cortes más populares de carne vacuna subieron entre 10% y 15% en la primera quincena del mes. Un kilo de cuadril ya vale entre $320 y $350. Lo mismo que el vacío. Y el kilo de pollo ya no está a $72, como reflejó el Indec, sino que vale entre $92 y $95, con excepción de algunos supermercados, que expenden el pollo entero congelado a $60 por kilo.
Lo mismo vale para la leche en sachet, que cuesta $39, un 9% por encima a lo registrado por el Indec para el mes pasado.
Y los lácteos volvieron a moverse entre 5% y 10%, dependiendo de la variedad de quesos y las marcas de mantecas.
Lo que emerge de esta situación es que, a menos que el Gobierno logre que realmente la inflación se desacelere, será muy complicado que los salarios le ganen la carrera a los precios y el consumo despierte.
En público, el ministro Dujovne dijo esta última semana que ese objetivo debería cumplirse en los próximos meses. No está claro que pueda lograrse mientras se mantenga la actual dinámica de los precios, que Guido Sandleris justificó en la aparente recomposición de los márgenes empresarios.
Pero con tasas de interés escalando, sin los ajustes de tarifas y con una dureza monetaria escalofriante luce probable que, más temprano que tarde, la inflación disminuya.
Será momento, entonces, de observar con atención el escenario político en las vísperas de las elecciones.