Gracias al ingenio de un joven descendiente de su fundador, Thomas Bridges, la Estancia Harberton ya se alimenta completamente de electricidad con paneles solares. Se trata de Mathew Lynch, quien estudia Ingeniería en el ITBA de Buenos Aires y se propuso dar un salto tecnológico para dotar al famoso establecimiento rural de energía renovable. Su orgullosa madre, Abby Goodall, compartió que “hasta hace un par de días nuestra electricidad era producida por generadores propios, que funcionan a gasoil”. Thomas Bridges dejó un enorme legado histórico a Tierra del Fuego.
Río Grande (Ramón Taborda Strusiat).- Harberton es la primera estancia del lado argentino de Tierra del Fuego, fundada en 1886 por Thomas Bridges. Hoy sigue en manos de descendientes de la misma familia. Es administrada en este momento por Abby Goodall (quinta generación) y su marido Ricardo Lynch.
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La Estancia Harberton fue declarada Monumento Histórico Nacional.
“Harberton empezó en 1886 con ovejas y vacas, para luego depender casi exclusivamente de la producción de lana. Cuando se abrió la Ruta J (en 1978 por el conflicto con Chile), empezaron a llegar los perros asilvestrados y atrás de ellos, los cuatreros. Ambos hicieron estragos con la producción ovina. Sumado a la baja en el precio de la lana, nos pasamos a la cría de vacunos”, compartió Abby Goodall.
Las vacas pudieron sobrevivir a los perros cimarrones, pero no así a los cuatreros. “Con la apertura de la ruta también llegaron los curiosos. Un día, al regresar de un rodeo, nos encontramos con gente extraña tomando nuestro café, en nuestras tazas, sentado en nuestro living, frente al hogar. Fue el momento de tomar una decisión importante”, recordó.
“Sumado a esto, empezó a llegar un catamarán que bajaba muchísima gente en el muelle de Harberton, atravesando todo el casco para subirse a un bus. Esto sin permiso y sin dejarnos nada a cambio. Mi mamá, Natalie Goodall, decidió hacer algo al respecto”, añadió.
Justamente su mamá, Rae Natalie Prosser de Goodall, organizó un tour guiado del casco y con su familia reorganizó parte de la casa principal para hacer una casa de té. “Esos primeros años atendimos a la gente que llegaba un poco a los ponchazos. Mi papá (Tommy Goodall) y yo salíamos a hacer los tours guiados. Algunos días tuve que hacer hasta siete tours seguidos. Ahí empezamos, aunque antes de eso mi mamá había recibido a turistas que venían en barco. Les preparábamos un asado”, evocó la entrevistada.
“Eventualmente -cuando nos cansamos de hacer tantas guiadas que nos sacaban mucho tiempo- empezamos a contratar hijas de amigos para trabajar durante el verano. La empresa creció y ahora contratamos a estudiantes de turismo y hotelería, en muchos casos brindándoles la posibilidad de su primer trabajo en el área que estudian, cosa que pocas empresas hacen. Harberton se ha convertido en un semillero para guías de turismo para Tierra del Fuego”, resaltó.
Con respecto a la parte ganadera, “la dejamos en manos de terceros, que alquilan el campo para producción vacuna”, dijo.
“Mamá es la que armó el museo de mamíferos marinos que está en Harberton, el Museo Acatushun. Es magnífico. Es como estar bajo el mar viendo todos los delfines y ballenas en tamaño real”, graficó.
“En octubre recibimos a los alumnos de escuelas de Tierra del Fuego sin cargo, para que los chicos puedan conocer parte de la historia de nuestra isla”, confió.
Estancia electrificada
“Mi hijo del medio, Matthew Lynch, estudia Ingeniería Mecánica en el ITBA de Buenos Aires. Hace dos años empezó a averiguar por paneles solares, inversores, baterías, consumos, etc. Estoy tremendamente orgullosa de decir que este muchacho de 23 años es quien logró cambiar parte de la historia de la estancia, instalando 30 paneles solares para alimentar a todo el casco”, elogió la mamá.
Recordó que “empezamos dándole la energía solar solo al museo, luego al sector donde viven los guías, para finalmente conectar toda la estancia a las baterías que almacenan la energía producida por el sol”.
En ese sentido comentó que “hasta hace un par de días nuestra electricidad era producida por generadores propios, que funcionan a gasoil”.
Sobre el ingenio y la determinación de su hijo Mathew, Abby Goodall dijo que “es un muchacho increíble. También armó un sistema de internet e intranet en la estancia, con cámaras de seguridad que maneja desde Buenos Aires. Desde los 14 años que navega en la fragata holandesa Bark Europa cada verano. Con 23 años ya tiene diez viajes a la Antártida. Empezó como marinero y ahora es guía del barco, aunque prefiere el trabajo de subir y bajar velas”, confió.
Ella y Ricardo tienen tres hijos, el mayor, Thomas, “que ahora está trabajando conmigo, tiene 25. Matthew 23 y Kathy 22”, precisó.
“Mis tres chicos son maravillosos. Cada uno a su manera. Siempre participan con lo que estemos haciendo, y nos ayudan a pensar en el futuro”, halagó.
Harberton es una estancia mediana para Tierra del Fuego. Fue donada a Thomas Bridges cómo agradecimiento por todos los años que trabajó en la zona como misionero. Fue concedida estratégicamente por el presidente Julio Argentino Roca con la condición que, durante cierta cantidad de años, pusiera ganado bovino o vacuno en cada una de las islas que son parte de Harberton. Esto fue para demostrar posesión efectiva de argentinos en las islas del Canal de Beagle, y gracias a esto Argentina no tiene costa seca sobre el Canal. Thomas Bridges se había nacionalizado argentino tras la llegada de Augusto Lasserre a Ushuaia y fue la primera persona en izar la Bandera argentina en Tierra del Fuego.
Una familia muy unida
La familia sigue viviendo en la casa original construida con amor en 1887. “En este momento mi marido y yo formamos un equipo de administración, repartiendo las tareas. Llevamos seis generaciones de la familia en Tierra del Fuego y en Harberton”, comentó Abby Goodall.
“Mi papá tiene casi 86 años. Los cumple ahora en abril. Mamá ya falleció”, acotó. Su hermana Anne, y dos de sus hijas, viven en Ushuaia.
La familia Lawrence fue la segunda familia blanca en vivir en Tierra del Fuego. Los Bridges los primeros. El hijo menor de los Bridges (Guillermo) de casó con la hija menor de los Lawrence (Minnie May). Ellos fueron los bisabuelos de Abby Goodall y están enterrados en Harberton.
John Goodall –papá de Adrián y Tommy, y abuelo de Abby, Anne y de Cristina y Simón Goodall- se casó con Clarita Bridges, hija de Guillermo y Minnie May. John, a su vez, fue quien introdujo las truchas a los ríos de Tierra del Fuego, que ahora se encuentran entre los cinco mejores lugares de pesca del mundo”.
Una historia de puentes
La historia de la famosa Estancia Harberton, a orillas del Canal Beagle, nace hace 177 años y a miles de kilómetros, en una ciudad que justamente se llamaba Bridgetown, pero que en inglés antiguo, se denominaba Brymoostonnin (ciudad en el puente). Poblada desde la noche de los tiempos por la tribu celta de los Dobunni, tras la batalla del Puente de Hastings (1066) por parte de Guillermo el Bastardo, se convirtió en baluarte normando y su nombre trascendió a la historia como Bristol.
Esta ciudad cortada por la mitad por el río Avon, tuvo muchos puentes para cruzarlo; y en uno de ellos, un niño de alrededor de dos años, fue encontrado abandonado en 1844. La única señal era una letra ‘T’ bordada en su ropa y los prácticos ingleses que lo rescataron lo bautizaron Thomas Bridges por haber sido encontrado con esa letra T bordada y sobre un puente.
Pocos años después, un pastor anglicano, George Despard, lo adoptó.
El pintor del siglo XVIII y XIX Sir Thomas Lawrence también era de Bristol y posiblemente estaba emparentado con la familia de John Lawrence que acompañó años más tarde el regreso de Thomas Bridges a Ushuaia.
Un marido de una de las nietas de Bridges, John Goodall, participó de la construcción del Puente Colgante de Río Grande, además de introducir la trucha en Tierra del Fuego y construir el Frigorífico CAP.
Un enorme legado
Según cuentan Lucas Bridges (*) y María Brunswig de Bamberg (**), en 1856, Despard se mudó a las islas Malvinas, a hacerse cargo de la misión anglicana establecida en la isla Keppel o Vigía, llevando consigo a su esposa, sus hijos y su hijo adoptivo Thomas Bridges. Desde esta misión iniciaron los trabajos misionales trasladando a yámanas desde el canal Beagle a las Malvinas para su educación cristiana. En esos años Thomas Bridges comenzó a aprender la lengua de los yámanas y escribió un diccionario con aproximadamente 30.000 palabras.
En 1859, Despard creyó que los yámanas ya estaban lo suficientemente acostumbrados a estar con el hombre blanco y envió un barco con personas para establecer una misión Wulaia (al oeste de la isla Navarino), pero durante la primera ceremonia religiosa los yámanas mataron a todos los navegantes excepto al cocinero, que se había quedado en el barco. En 1861, Despard se entera de que habían fracasado y decide renunciar y regresar a Europa. Thomas, de tan solo 18 o 19 años de edad, se queda a cargo de la Misión en Malvinas. En el año 1863 Thomas Bridges hizo su primer viaje a Tierra del Fuego y la ventaja que él tenía sobre los demás misioneros era que podía hablar el idioma yámana, y de esa forma decirles que no quería lastimarlos y solo quería ayudar.
Al frente de la Sociedad Misionera Patagónica
Cuatro años más tarde, Thomas Bridges y el nuevo director de la Sociedad Misionera de América del Sur, Waite Stirling, visitaron Tierra del Fuego. Como Thomas Bridges conocía el idioma, fueron bien recibidos. Comenzaron a llevar yámanas a las Malvinas, donde fueron catequizados y se les enseñó carpintería, horticultura, etc. En 1869, el misionero Stirling se estableció en Ushuaia, donde fundó una nueva misión. Este misionero se quedó allí por seis meses.
Mientras tanto, Thomas Bridges viajó a Inglaterra y fue ordenado diácono anglicano, allí se casó con Mary Ann Varder y luego regresó a las Malvinas. Los Lawrence llegaron más tarde a Ushuaia, en 1873.
Asentamiento en Ushuaia
En 1871, se instalaron los Bridges en la misión de Ushuaia, y en 1873 llegaron los Lawrence y los Lewis y varias familias yámanas que habían vivido en la misión de las Malvinas, quienes trataron de vivir de manera sedentaria y cosechando huertos. En los siguientes años Thomas Bridges fue padre de seis hijos.
En 1884 el Gobierno argentino estableció una subprefectura en Ushuaia en el margen opuesto de la bahía de donde se hallaba la misión. Thomas Bridges aceptó la soberanía argentina sobre la misión y fue invitado por el Comodoro Augusto Lasserre a izar la bandera argentina por primera vez en estas tierras; a su vez, el gobierno reconoció y brindó apoyo a la misión.
Según el relato de su hijo Lucas, dos años más tarde Thomas Bridges abandonó su rol de misionero y comenzó a dedicarse a la cría de ovejas, ya que esta era la única manera en que podría mantener a su gran familia.
La vida en la estancia Harberton
Thomas Bridges renunció a la misión y viajó a Buenos Aires a entrevistarse con el perito Francisco Pascasio Moreno, Bartolomé Mitre y Julio Argentino Roca para que le dieran una porción de tierra para fundar una estancia en Tierra del Fuego. El 28 de septiembre de 1886 le donaron 20.000 hectáreas a 60 kilómetros al este de Ushuaia. Allí fundó la Estancia Harberton, nombre dado en honor al lugar de nacimiento de la esposa de Thomas Bridges, en Harberton, Devon. Esta estancia fue la primera del lado Argentino de Tierra del Fuego y la primera que introdujo el ganado vacuno y lanar en Tierra del Fuego.
Poco después se inició la fiebre del oro en Tierra del Fuego, con terribles consecuencias para los indígenas yámanas y shelk’nam, ya que se produjeron matanzas y violaciones de mujeres. Lo que provocó (junto con otras causas) un brusco descenso de las poblaciones aborígenes, las cuales quedaron prácticamente al borde del exterminio.
En 1898 murió Thomas Bridges en un viaje a Buenos Aires, a los 56 años de edad.
Fue inhumado en el actual Cementerio Británico de Buenos Aires ubicado en el barrio de la Chacarita. Su tumba es un Monumento Histórico Nacional.