Campaña con Alberto Fernández y la mirada puesta en 2023

El tigrense asumió su debilidad e hizo una jugada arriesgada mientras trata de preservar capital político y rearmar su liderazgo desde el Congreso, después de que ni Cristina Kirchner se bajaba para dejarle la vicepresidencia a Sergio Massa, ni Alberto Fernández se bajaba para dejarle la postulación presidencial, ni Axel Kicillof se bajará para dejarle la candidatura a gobernador de Buenos Aires, ni habrá una interna del peronismo opositor.

Buenos Aires.- La ola de especulaciones y versiones que desde hace semanas se tejen en las charlas políticas iban aumentando su creatividad a medida que el tigrense estiraba y le daba suspenso a su decisión: se contentará con encabezar la lista de diputados.

El anuncio, hecho por el protagonista de la historia, dejó en claro que se trataba de una decisión tomada sin entusiasmo. Massa no pudo evitar que se notara un semblante algo compungido, que se hace más notorio si se lo compara, por ejemplo, con la actitud exultante e hiperactiva de Miguel Pichetto desde el día en el que Mauricio Macri se propuso ser candidato a vicepresidente.

La imagen que transmitió el ahora candidato a diputado es la de alguien que ha llegado a la conclusión de que tiene que hacer un repliegue estratégico. La entrelínea de sus declaraciones tuvo una clara insinuación de que quiere postularse a la presidencia en 2023.

Bajo esa premisa, el acuerdo con el kirchnerismo que algunos pueden asimilar a una derrota política, es visto por Massa como la única forma posible de preservar su aparato político –que debe renovar cargos en intendencias y en bancas del Congreso- y desde allí rearmar sus aspiraciones para dentro de cuatro años.

En política, tener 47 años de edad significa ser joven, y lo que Massa transmite hoy es que su principal apuesta es por la paciencia. A fin de cuentas, si Alberto Fernández pierde, él quedará ubicado en una posición estratégica como para erigirse en nuevo líder de la oposición dentro del Congreso. Y si Alberto Fernández gana, tratará de compartir la mesa chica del poder.

Al menos, esa es la estrategia. No todos creen que sea factible de cumplimiento, claro.

«Hoy, que estamos en campaña, posiblemente Massa sea bien tratado por el espacio kirchnerista, pero no me lo imagino que ese trato continúe después de la elección. Le van a pasar factura por lo que hizo y lo que dijo en los últimos años», observa Lucas Romero, analista de la consultora Synopsis. Que, además, pone en duda que el kichnerismo cumpla la promesa de darle a Massa la presidencia de la Cámara de Diputados.

 

Un desenlace previsible

 

Lo cierto es que, a pesar de la expectativa generada y de los rumores sobre la forma en que Massa se uniría al kirchnerismo, hoy nadie se mostró demasiado sorprendido.

«Fue una decisión previsible dentro del desbarranco del espacio Alternativa Federal. Massa baja sus pretensiones porque con esta movida quedo debilitado», señala el politólogo Ricardo Rouvier.

«Me parece que las alternativas se le fueron angostando  y esa fue la puerta que le dejaron abierta», agrega el consultor Roberto Starke, para quien Massa «dilapidó mucho capital en esta operación».

Mientras que su colega Julio Burdman afirma que la decisión de Massa estaba clara desde hacía semanas: «Él estuvo jugando con esta posibilidad desde hace tiempo. Finalmente se dio cuenta que no le convenía insistir con la tercera vía. Él sabe que a pesar que hoy tenga un caudal de votos reducido tiene poder de negociación porque su incorporación le da más carnadura política al espacio opositor», argumenta.

En la misma línea, el encuestador y analista Luis Costa califica la decisión como «lógica y racional» y cree que no hace más que confirmar una postura realista que está primando en el peronismo.

«El partido se orienta fortaleciendo a quien tiene hoy mayor poder de voto y no pone las intenciones personales por encima de la oportunidad de un cambio político. Hoy Massa asume el rol nuevo que le da la sociedad y se ubica sumando, más que compitiendo».

 

Un futuro cargado de dudas

 

Las dudas y las divergencias aparecen cuando se trata de imaginar el aporte de Massa en términos de votos. Hay de todo en términos de encuestas: desde las que dicen que el tigrense apenas le aporta dos puntos porcentuales al espacio neo-kirchnerista hasta los que afirman que suma ocho puntos, con lo cual la fórmula Fernández-Fernández llega al 42% de los votos en primera vuelta.

De momento, no está claro qué tan protagónico será el rol de Massa en la campaña. Si, como él mismo definió, todo el arco político se volcó hacia la «ancha avenida del medio» en detrimento de las voces más extremistas, posiblemente eso estaría indicando que, mientras Cristina Kirchner continuaría con su estrategia de bajo perfil, él acompañará a Alberto Fernández como imagen de la renovación centrista.

En todo caso, la gran cuestión es saber si, gane o pierda el Frente de Todos, Massa logrará retener capital político e identidad propia o si se diluirá dentro del peronismo.

Algunos analistas, como Starke, ven su jugada como un «triunfo pírrico», porque se asegura un lugar en el Congreso –y acaso la intendencia de Tigre para su esposa Malena-, pero con el alto costo de haber perdido apoyo de su electorado original.

Para Burdman, Massa intenta mandar un mensaje a toda la dirigencia política, en el sentido de que el peronismo ganará ahora una impronta más centrista gracias a su reincorporación.

A fin de cuentas, recuerda Burdman, lo que también revela esta jugada política es un reconocimiento de que el experimento de la alianza con Margarita Stolbizer en 2017 no fue bien recibida por sus votantes.

«Es una voltereta que tiene sus riesgos. Porque si te contradecís tanto tu reputación se afecta. Pero la habilidad política de Massa le va a permitir que no sea un problema tan grave, va a ponerse en un lugar más preservado, haciendo eje en su relación con Alberto Fernández y no con Cristina», argumenta el analista.

De todas formas, lo que hoy se percibe es que Massa corre riesgos. Desde ambos costados pueden hacerle pagar el costo de frases y actitudes de otros momentos.

«Va a tratar de expresar las diferencias que tuvo con el kirchnerismo para preservar identidad, pero no le va a resultar fácil», observa Romero, de Synopsis, para quien lo que logró Massa en las últimas semanas fue la atención de la opinión pública «pero no por algo bueno sino por algo malo».

Y agrega: «Pero en todo caso, lo que hubo fue una sobreexposición exagerada de Massa, cuando lo que vimos en realidad fue un político que estuvo viendo cómo vendía mejor su derrota».

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