No todo ocurre en el mundo de las finanzas, en un contexto de derrumbe de la denominada economía real, que tendrá posiblemente en los próximos meses los peores registros de la administración Macri, lo que suceda en el futuro cercano definirá si la Argentina va hacia un nuevo salto en el nivel de desempleo y pobreza.
Buenos Aires.- Alberto Fernández tiene el diagnóstico de que la sociedad sufre una fatiga severa después de un año y medio continuado desde que estalló la crisis cambiaria, confía uno de los economistas cercanos al candidato.
Y, en respuesta a ello, consdiera que si le toca finalmente ganar las elecciones y asumir el próximo 10 de diciembre, seguramente habrá medidas que vayan más allá de la lógica urgencia por volver a ganar la confianza de los mercados y de los argentinos que corren a comprar dólares cada vez que les sobra un peso.
El cierre de varias plantas industriales por culpa de la profundización de la crisis, refieren las fuentes consultadas, incrementó la preocupación de Fernández.
Existe, en ese sentido, un cada vez mayor temor a que los próximos meses se produzca un salto del desempleo y de la pobreza, ante la constante caída de la demanda interna y las elevadas tasas de interés.
En este marco, si Alberto Fernández llega a la Presidencia tendrá en el tablero de comando un plan de recuperación de la industria, sector que ha sufrido una notable postergación durante los últimos años.
Para el candidato, la puesta en marcha de este plan debería ser clave para la recuperación de puestos de trabajo de calidad. Desde 2015, la industria perdió 150.000 empleos. Se trató de un fenómeno de achicamiento que se había iniciado tiempo antes, pero que durante la administración Macri se profundizó.
De hecho, el último período fuerte de creación de empleo en la industria ocurrió entre 2002 y 2008. Durante aquellos años, el empleo «en blanco» se incrementó en 470.000 puestos. Era un momento especial: la Argentina acababa de dejar una década de convertibilidad, durante la cual el el sector fabril también perdió posiciones.
Un dato lo refleja: mientras el PIB 1992-1999 se expandió 18%, el producto industrial lo hizo apenas en un 7%, de acuerdo a los datos recopilados por los economistas Daniel Azpiazu, Eduardo M. Basualdo y Martín Schorr.
Fernández cree que, si finalmente gana las elecciones y accede a la Casa Rosada, pondrá en marcha un plan para reivindicar a las principales ramas de actividad. Sobre todo a los rubros mano de obra intensivos.
La situación fabril es muy complicada; tanto que la utilización de la capacidad instalada se encuentra en tan sólo el 58,7%, por lo que -antes de expandirse con inversiones-, las fábricas disponen de suficiente margen para crecer así como están, sin necesidad de inyecciones de capital relevantes.
«Vamos a ir paso a paso. Primero, lo primordial es dejar de caer. Durante la era Macri, la industria cayó todos los meses, con excepción de uno solo. Cuando estos procesos negativos están lanzados, lo más difícil es cortarlos», resume uno de los asesores «industriales» de Fernández, quien pide mantenerse bajo el anonimato para cumplir con la regla de oro que ha «bajado» el candidato a sus economistas: no hablar para evitar agitar las aguas en un momento tan frágil.
La financiación de un modelo con medidas conocidas
El esquema imaginado por el equipo de Fernández tiene una cuestión medular: lo que se viene es una especie de «negociación multi banda» (con diferentes sectores económicos) para tratar de redireccionar recursos que ayuden a reconstituir la actividad de la industria.
¿De qué se trata? En los primeros borradores que manejan los asesores de Alberto F. se explicitan «cinco a seis ejes» para salir del pozo de la crisis.
-Transferencias de recursos: entraría perfectamente en el concepto que la propia Cristina Kirchner viene pronunciando cada vez que presenta su libro «Sinceramente».
Se encuentra bajo el paraguas de un «nuevo contrato social», pero que en los hechos significa que «los que más tienen sean solidarios con los que menos tienen», como planteó la expresidenta.
En concreto, la idea pasaría por quitarles margen de rentabilidad a empresas de servicios públicos -en particular se evalúa sobre algunas eléctricas- y a las concesionarias de peajes, que perciben ingresos por doble vía: los tickets vendidos a los particulares y los subsidios del Estado.
Lo mismo vale para las retenciones que se cobran al «campo». No es ningún secreto que, si triunfa Alberto F., habrá una actualización de lo que el Estado percibe como «derechos de exportación» al sector rural.
La única duda que existe refiere al monto de esa actualización: si lo que hoy en día es un monto fijo de $4 pasará a otro de $6; o si directamente se sustituirá la fórmula vigente por otra que tome en cuenta los precios móviles.
-Financiamiento a empresas: este punto se vincula, indefectiblemente, con el anterior. Cuáles serán los sectores y empresas que merecerían una ayuda. Es decir, una asignación de recursos.
La mira está puesta en aquellos sectores más castigados en los últimos años, pero que en caso de una recuperación serían los primeros en captar mano de obra.
En la lista figuran: calzados, textiles, indumentaria, muebles y metalúrgicas. En todos los casos, la idea es asistir a pequeñas y medianas empresas. Sería a través de una tarifa subsidiada. Y un financiamiento mediante un fondo específico, liderado por la banca pública.
«Necesitamos que las Pymes puedan acceder a capital de trabajo o al descuento de cheques y que no sea más caro que el 30% o el 35% anual», dice la fuente.
En contra de lo que aconteció durante el gobierno de Cristina Kirchner, no habría la chance de obtener financiamiento a través de la Anses, cuyo FGS ha quedado golpeado por las decisiones tomadas durante la crisis.
-Protección comercial: la intención es poner una «administración cuantitativa» del comercio exterior. Esto significa la imposición de cupos a las importaciones de productos sensibles. En los primeros borradores se descarta un incremento de aranceles ya que «terminan encareciendo los productos que entran».
En cambio, existe la idea de aumentar el respaldo a aquellos sectores que inviertan y tomen personal. Dado que el diagnóstico es que la capacidad ociosa en la industria se encuentra en niveles históricamente elevados, no habría que esperar nuevas inyecciones de capital en las empresas. Pero sí habría margen para incrementar las dotaciones de personal, según las expectativas «albertistas».
Desde el equipo del candidato alientan un estudio «sector por sector». Aunque arriesgan que esa protección comercial deberá acompañarse por un «monitoreo de los precios».
«Los beneficios vendrán con algo a cambio», prometen. Los sectores que, sugieren, podrían volcarse a ese sistema serían algunos de los ya mencionados: calzados, textiles, indumentaria, muebles y hasta el metalúrgico.
También habría una iniciativa para reflotar el «compre nacional» con el objetivo de respaldar el trabajo en las pymes.
Son medidas que suenan a cosa conocida, claro. En su mayoría, fueron aplicadas durante diversas etapas de la gestión kirchneristas -y años antes habían sido puestas en práctica muchas veces- y, como suele ocurrir en la Argentina, se trata de medidas que retrotraen al viejo debate sobre cómo desarrollar una industria nacional y hasta dónde el resto de los sectores deben contribuir a su financiación.
Lo cierto es que, con los niveles de capacidad ociosa tocando niveles récord y ante el temor de un agravamiento del desempleo, todo hace pensar que no habrá mucho margen para la oposición política ante una nueva versión de las fórmulas proteccionistas. El equipo de Alberto Fernández lo sabe, y sigue puliendo los detalles de su plan.