Cuando faltan menos de 15 días para que asuma el gobierno de Alberto Fernández, el equipo económico que lo acompaña comenzó a tantear informalmente la posibilidad de renegociar el actual acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, y transformarlo en un nuevo stand by.
Buenos Aires.- En el equipo económico del presidente electo descartan la opción de un acuerdo de «facilidades extendidas», que implicaría un monitoreo más intenso del FMI
La idea es que se pospongan y se reperfilen los pagos con el organismo de préstamos -inicialmente acordado por u$s57.000 millones-, que según el cronograma vigente comenzarían a pagarse en 2021. Pero ya se asume que la condición para que eso ocurra es que la Argentina deberá olvidarse del cobro pendiente por u$s5.400 millones y de nuevos desembolsos a futuro.
Esto es lo que la Argentina podría conseguir para oxigenar el perfil de vencimientos total de la deuda pública y tener mayor margen negociar con los acreedores privados, a cambio de que el FMI acceda a espaciar las revisiones técnicas periódicas del organismo y relaje ciertas exigencias al país para que pueda desplegar un plan económico en pos del crecimiento. Eso sí, la Argentina deberá seguir el camino de equilibrar sus cuentas públicas.
Se trata de «la opción más sensata» a la que podrían aspirar ambas partes en una negociación, admitieron a iProfesional técnicos desde los dos lados del mostrador, tanto del organismo, con acceso a informes técnicos del país, como colaboradores con aspiraciones a ocupar cargos en la cartera económica o de relaciones con los organismos en la próxima etapa de la Argentina.
Por lo pronto, el presidente electo ya hizo pública su decisión de pedirle al FMI que no desembolse el tramo restante aprobado en el marco del stand by -unos u$s11.000 millones- y abogó por un nuevo marco negociador que resulte cumplible en el actual contexto del país.
Si vos tenés un problema porque estás muy endeudado, creo que la solución no es seguir endeudándote», remarcó Fernández en una entrevista radial. «¿Tengo un problemón y voy a pedir 11 mil millones de dólares más?», insistió.
«No quiero firmar acuerdos que no voy a cumplir, esos acuerdos los firmó Macri y no cumplió ninguno. Yo voy a firmar uno y lo voy a cumplir. La primera regla para cumplir es decir ‘no me presten más plata y déjenme desarrollarme para poder pagarles'», aseguró Fernández.
No a las «facilidades extendidas»
Como balance de la era macrista, la Argentina culmina 2019 con una deuda al Fondo de cerca de u$s52.000 millones, y prácticamente todos los pagos se concentran en 2022 y 2023, lo que implica una carga fuerte -solo del organismo- en esos dos años, por u$s 46.000 millones entre capital e intereses, según las cuentas que maneja Ecolatina.
En concreto, la Argentina tiene dos posibilidades para sentarse a hablar con el Fondo: «un nuevo acuerdo stand by, o bien un Acuerdo de Facilidades Extendidas, donde la Argentina puede solicitar más dinero para aliviar su carga de vencimientos en los próximos años, pero en condiciones a las cuales el futuro Presidente no estaría muy dispuesto a tolerar desde el arranque, y menos con la crisis económica actual», explican colaboradores del próximo gobierno.
«Un Acuerdo de Facilidades Extendidas requiere condiciones macroeconómicas más rígidas y un monitoreo constante del FMI. Si con el acuerdo stand by vigente las revisiones eran cada tres meses, con uno de facilidades extendidas el monitoreo sería mensual y con metas macroeconómicas muy concretas, y exigencia de un plan económico fiscal que puede resultar más duro para la Argentina y para la nueva gestión», resumió un miembro del staff del Fondo.
En este contexto, «la Argentina no tiene mucho margen de maniobra y podría aspirar a renegociar el acuerdo vigente, posponiendo los pagos, y olvidarse de los desembolsos», continuó.
De esta forma, el próximo gobierno no tendría que estar sometido a revisiones rígidas mensuales y, al no haber nuevos desembolsos, tampoco hay una necesidad imperiosa de que las mismas sean trimestrales, mientras las Argentina se encamine a cumplir con ciertos parámetros», se explayó el técnico.
A nivel político, la fuente descuenta que Donald Trump se volcará por «la solución más pragmática, dada las circunstancias» y que, pese a las resistencia de Alemania, Japón y Holanda, la votación terminaría volcándose a la opción más viable para los intereses de las partes y garantizar que la Argentina siga pagando su deuda al Fondo.
Nuevos negociadores, más pragmatismo
Un paso en este sentido de «la nueva realidad» lo dio ya el propio FMI, que designó como nuevo jefe de misión a Luis Cubedoo, un hombre que conoce el paño argentino muy bien, ya que se había desempeñado como segundo de John Thornton, el enviado permanente del Fondo en la Argentina a partir del 2003. Cubedoo, llegó incluso antes que el inglés en el 2002 y permaneció en el cargo hasta el 2004.
A diferencia de Thornton, que «era un Talibán inglés», Cubedoo, de nacionalidad venezolana y de 23 años de trayectoria en el organismo, es considerado por sus colegas en el Fondo como» más heterodoxo, y conoce a Guillermo Nielsen y a muchos de los integrantes del equipo, ya que tuvo que lidiar con ellos» durante la presidencias de Eduardo Duhalde y Néstor Kirchner. Cubedoo, que está casado con una argentina, es también es visto como «menos rígido que su antecesor, Roberto Caldarelli, y eso puede descomprimir un poco la tensión de las misiones técnicas del Fondo».
Cubedoo fue testigo privilegiado del FMI cuando Néstor Kirchner y Roberto Lavagna arreglaron seguir pagándole al organismo, sin recibir más desembolsos, para dejar libre terreno a la Argentina para salir del default de la deuda con los privados en el 2005. Aquí la situación es similar en la relación con el Fondo, pero más delicada con los acreedores, desde el punto de vista de que se intenta evitar el default total, y mantenerlo en «selectivo», como fue el caso de Uruguay.
Es decir, se intentaría solamente extender los plazos de pago de la deuda y eventualmente aplicar una quita de intereses, cuidando de no tocar el capital.
«Es un escenario complicado para la Argentina pero aún es posible», explican asesores económicos de Fernández.
La situación del Fondo con la Argentina es muy delicada también, luego de haberle otorgado el mayor préstamo de la historia del organismo, que compromete cerca de 40% de su cartera de préstamos. Por lo que se aceptaría la propuesta de un nuevo plan de pagos de la Argentina.
No es la primera vez que la Argentina pone el Fondo en apuros; más allá del default del 2001, en diciembre de 2005, cuando Kirchner decidió cancelar la totalidad de la deuda con el FMI, ya sin Lavagna como ministro, se produjo un golpe de efecto importante en las cuentas del organismo.
Argentina se subió a la misma ola de «desendeudamiento con el Fondo» como lo hicieron Brasil, Indonesia y Turquía, y esto provocó un desbalance muy fuerte en las finanzas del FMI, ya que se nutría del pago de intereses de esos países, y como consecuencia se vio obligado a recortar en un 12% sus gastos propios de personal, ya sin cuatro países que atender y sin intereses para cobrar, recordó el funcionario del Fondo.
Desde el punto de vista de los funcionarios de Alberto –y también de muchos acreedores- todo esto es necesario, ya que la Argentina debería afrontar vencimientos de entre u$s30.000 millones de dólares y u$s36.800 millones, según los cálculos privados. De ese total, menos de 5.000 millones son de organismos, factibles de ser renegociados y el resto es con el mercado de los privados, con quienes Fernández deberá encarar la próxima reestructuración de la deuda.