El presidente Alberto Fernández anticipó en su discurso inaugural que va a «declarar la emergencia sanitaria» y ratificó que le devolverá el rango de Ministerio a Salud. En cuanto a lo económico, el anuncio más importante fue que el nuevo Gobierno arrancará sin Ley de Presupuesto 2020, o sea, sin que el mismo Parlamento tenga nada para decir sobre cómo se articulan los gastos de un primer año que resultará clave para lo que vendrá. También indicó que los fondos secretos de inteligencia dejarán de serlo y serán derivados al plan contra la inseguridad alimentaria. “Por una vez habrá espías de cuarta con hambre, parece”, dijo. También a corto plazo se sabrá que significan la reforma judicial y la relación de nuevo tipo con los medios de comunicación planteados en el discurso de ayer.
Buenos Aires.- El flamante presidente de la Argentina, Alberto Fernández, brindó su primer discurso como mandatario frente a la Asamblea Legislativa minutos después de jurar como jefe de Estado. Sus palabras estuvieron destinadas a cerrar la grieta aunque no dejó de repasar los datos más preocupantes de la crisis económica que atraviesa el país y anticipó las primeras medidas que tomará como titular del Poder Ejecutivo.
[slideshow_deploy id=’45630′]
Al lado de la exasperante vacuidad oral a la que nos acostumbró Mauricio Macri, el discurso de Alberto Fernández ante la Asamblea Legislativa pareció una pieza digna de Winston Churchill o Fernando Henrique Cardoso, calmo, seguro, componedor, estratégico, es decir todo lo que se espera de un Presidente que está asumiendo bajo promesa de reunificar al país.
El jefe de Estado hizo un discurso de 60 minutos que utilizó para describir sus prioridades en el gobierno y proponer un nuevo acuerdo social que primero beneficie a los sectores más castigados por la crisis económica.
De principio y a fin lo nombró a Raúl Alfonsín, al principio, cuando recordó que hace 36 años volvíamos a la democracia, al final, para anticipar que cuando termine su mandato se cumplirán 40 años de vida institucional y, para ese entonces, espera poder demostrar que el radical tenía razón, que con democracia se cura, se come y se educa.
En el medio, el discurso del flamante presidente Alberto Fernández inauguró palabras nuevas e ignoró otras. Hizo pronunciamientos y también efectuó anuncios. Se repitió la necesidad de salir de la pobreza y del hambre que padecen 15 millones de argentinos, y confió en diversas oportunidades en la ciencia argentina y en las oportunidades que brinda la tecnología para alcanzar esos objetivos.
El primer pedido de Alberto como jefe de Estado fue construir un nuevo contrato de ciudadanía social como condición necesaria para volver a caminar, y para lograr ese objetivo, sostuvo, es necesario «recuperar un conjunto de equilibrios sociales, económicos y productivos que hoy no tenemos».
Invitó a tener una nueva mirada de humanidad para, luego, instaurar una de las expresiones que, quizás, perduren en el tiempo, es decir superar el muro del rencor y del odio entre los argentinos. Prefirió esa expresión antes que la grieta. Y la estableció como paraguas para superar varios muros: el del hambre, el del despilfarro de las energías productivas, el de las emociones porque son esos muros «y no nuestras ideas distintas (…) los que nos dividen este tiempo histórico».
Valoró la diferencia de criterios como modo de superar «el muro de las fracturas» para crear una ética de las prioridades y las emergencias.
Fue el momento en que mencionó a los más de 15 millones de personas que sufren inseguridad alimentaria en un país que es productor de alimentos. Anunció, así, que luchar contra el hambre será la prioridad y apeló a la solidaridad porque hay economías familiares asfixiadas, pymes en situaciones dramáticas y fábricas con capacidad ociosa.
Mencionó las dificultades del mundo laboral y consideró que el Nuevo Contrato de Ciudadanía Social debe articular al Estado con las fuerzas políticas, la producción, los gremios, los movimientos sociales, el entramado científico y tecnológico y las universidades.
Insistió en la necesidad de restablecer los equilibrios macroeconómicos «indispensables» para, luego, enumerar los datos de inflación, desocupación, devaluación, PBI, pobreza, deuda externa, indigencia, producción industrial, empresas en actividad que se registraron en los últimos años, y que suponen un retroceso de 10 años.
“No se le dará tratamiento parlamentario al Presupuesto Nacional propuesto por el gobierno saliente”
Fue el momento de ratificar un anuncio conocido: que no se le dará tratamiento parlamentario al Presupuesto Nacional propuesto por el gobierno saliente. Y que la salida se forjará a partir de la construcción de un proyecto propio «donde haya incentivos para producir y no para especular».
«Una Argentina con una visión de proyecto nacional de desarrollo en el cual la agroindustria, la industria manufacturera, los servicios basados en conocimiento, las Pymes, las economías regionales y el conjunto de actividades productivas sean capaces de agregar valor a nuestras materias primas para exportarlas y potenciar un robusto mercado interno», enfatizó.
Fue insistente con la idea de tener un «proyecto de desarrollo» que permita trabajar en nuevos ejes «para transformar nuestra estructura productiva, con políticas activas que den cuenta del cambio tecnológico vertiginoso que enfrentamos, de la interrelación entre industrias, recursos naturales y servicios», subrayó.
Habló de la deuda externa y del FMI. Repitió, tal como lo viene diciendo desde el resultado de las PASO, que la voluntad del país es pagar pero que, para ello, es necesario primero crecer.
Y volvió a mencionar, ya por tercera vez, la necesidad de tener solidaridad en la emergencia. Sobrevoló una vez más el pedido a los sectores productivos que hoy ya están haciendo su aporte vía las retenciones, aunque esta vez la demanda alcanzó también a las provincias. Y no lo puso sólo en términos fiscales. También aludió a la necesidad de ser innovadores en este acuerdo básico de solidaridad.
Habló de infraestructura. Pero no de manera grandilocuente. Destacó que se necesita tener obra pública local que mejore la seguridad vial y la accesibilidad. Y garantizó «la absoluta transparencia e la administración de los recursos destinados a la obra pública». Una manera de diferenciarse de la gestión kirchnerista en relación a este tema.
Habló de vivienda, de salud, y de atender esas necesidades en un contexto convulsionado. El siguiente tópico fue referir a la necesidad de la Argentina de estar inserta en la globalización. Habló de conquistar nuevos mercados y de motorizar exportaciones, posiblemente los únicos hilos continuadores de la gestión de Mauricio Macri que dio algunos pasos en este sentido.
Reafirmó el compromiso de continuar reclamando por la soberanía de las Islas Malvinas
Aprovechó ese momento para reafirmar el compromiso de continuar reclamando por la soberanía de las Islas Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur, tarea para la que se requiere una política de Estado.
Incluyó en la agenda la cuestión ambiental, inspirados en la Encíclica Laudato Si, del papa Francisco, a quien llamó «querido», razón por la que este Gobierno decidió jerarquizar a esa área con un ministerio. Y evidencia de la buena relación que tendrá con la Iglesia. Anticipo de que no mencionaría el tema del aborto más adelante, cuando referiría a continuar luchando por la equidad de género y la eliminación de toda violencia contra la mujer.
Recordó que el 10 de diciembre es el día de los Derechos Humanos y que la Argentina volvía a comprometerse con ellos. «Una democracia sin justicia independiente no es democracia», sentenció, para abrir el capítulo dedicado al tema más espinoso y pendiente que tiene el país.
Y usó la expresión Nunca Más, tan significativa para todos los argentinos, para referirse a «esa Justicia no independiente, contaminada por servicios de inteligencia, operadores judiciales, procedimientos oscuros y linchamientos mediáticos». Reforzó, en este tramo, las declaraciones que la semana pasada había emitido en contra de un artículo del periodista de La Nación, Hugo Alconada Mon.
Habló de la Justicia que cambia según los gobiernos de turno, de la que judicializa disensos para eliminar adversarios, de la que demora y la que manipula. Subió el tono de voz para decir que «Nunca más es nunca más».
Retomó, aquí, el concepto del muro. Superar el muro de estos pendientes porque ha sido la garantía de la impunidad estructural. Hizo, aquí, su nuevo anuncio: el envío al Congreso de un conjunto de leyes que reforme al sistema judicial.
Intervención de la AFI
También anticipó que intervendrá la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) para reestructurar ese sistema. Y aprovechó este paso para cuestionar nuevamente al Gobierno saliente cuando emitió el decreto 656/16 por considerar que permitió «consagrar el secreto para el empleo de los fondos reservados por parte de los agentes de inteligencia del Estado».
Mencionó la necesidad de transformar la política de seguridad ciudadana y prevención de la violencia.
«Estamos convencidos de que la ciencia, la tecnología, la producción para la Defensa y la ciberdefensa pueden constituirse en vectores fundamentales del desarrollo nacional», enfatizó.
“Reivindicamos a la investigación científica y tecnológica”
Fue el pie para avanzar con los temas de libertad de expresión y medios, y para referir a las noticias falsas. Refirió a los desafíos tecnológicos que también enfrentan los medios y al acompañamiento que habrá del Gobierno para «consolidarlos como una gran industria del conocimiento», afirmó.
Mostró, así, que habrá buena relación con ese mundo aunque volvió a aprovechar el momento para criticar a la gestión macrista por usar $9.000 millones para propaganda oficial cuando hay tantas necesidades urgentes.
Dijo que ese monto se reducirá y se destinará a mejorar la calidad educativa. «No queremos avisos pagos con dinero de todos para que elogien las bondades del gobierno de turno», aseveró. Aunque quedó claro que habrá una reestructuración en ese nivel. «No habrá pauta del Estado para financiar programas individuales de periodistas», siguió. Volvió a enmarcar esta declaración en el esfuerzo por mejorar la cuestión educativa.
«Reivindicamos a la investigación científica y tecnológica porque ningún país podrá desarrollarse sin generar conocimientos y sin facilitar el acceso de toda la sociedad al conocimiento», agregó, para explicar por qué esa área volvía a tener rango de ministerio.
«Queremos que el cambio tecnológico tenga alma, que esté al servicio de vivir bien, que multiplique productividad, inclusión y equidad», siguió. Otra forma de demostrar que está muy al tanto de los desafíos que hoy plantea la tecnología y que apostar a ella y a la ciencia resultan caminos de desarrollo.
Antes de finalizar se refirió a las mujeres, a las que apoyará para que estén en primer plano sus derechos, las desigualdades de género, económicas, políticas y culturales. «Ni Una Menos debe ser una bandera de toda la sociedad y de todos los poderes de la república. El Estado debe reducir drásticamente la violencia contra las mujeres hasta su total erradicación», subrayó. Sin embargo, no se refirió al aborto, cuyo proyecto de legalización quiere impulsar.
«No existe la posibilidad de pedirle sacrificios a quien tiene hambre»
Se acercaba el final y las palabras emergencia y solidaridad volvieron a aparecer. «No existe la posibilidad de pedirle sacrificios a quien tiene hambre», dijo. Por eso señaló que el esfuerzo solidario le corresponderá a quien tenga más capacidad de darlo.
Agradeció a Cristina por su «visión estratégica», y recordó a su madre, a Esteban Righi, quien fuera Procurador del Tesoro hasta el primer gobierno de Cristina, y a Néstor Kirchner, además de sus compañeros y compañeras políticos.
Manifestó el deseo de la Argentina que imagina cuando deje la presidencia. Preguntó si como sociedad y como dirigentes seremos capaces de atrevernos a construir «esta serena y posible utopía a la cual nos llama hoy la historia».
«Quiero ser el presidente de la escucha, del diálogo, del acuerdo para construir el país de todos», enfatizó.
Volvió al principio de su discurso. A Alfonsín, el padre de la democracia argentina. Y a los 40 años que cumplirá este sistema cuando Fernández deje esta gestión, y el deseo de que se cumplan y se crean los principios democráticos que a los argentinos nos dejó el radical.