Vecinos asustados, policías en alerta, una autorización judicial imprudente, idas y venidas de las dos empresas funerarias de Ushuaia y dolor extra para la familia signaron el fallecimiento de una persona de 35 años en su domicilio. Ocurrió este martes en la calle Isla de Año Nuevo, y prendió las luces de alarma ante la posibilidad de que se estuviera ante un deceso por COVID 19 en Tierra del Fuego. Se le efectuó un hisopado post mortem que finalmente dio negativo.
Ushuaia (Diario Prensa Libre).- La muerte de un vecino capitalino en su casa, en donde residía con su familia, prendió las luces de alarma ante la posibilidad de que se estuviera ante un deceso por covid 19 en Tierra del Fuego. Se le efectuó un hisopado post mortem pero sin esperar el resultado, la Justicia dispuso la entrega del cuerpo a una funeraria. La confusión de los actores ante el hallazgo, sobre cómo proceder para evitar contagios por manipulación de restos mortales sospechosos, se constituyó en un serio llamado de atención que los funcionarios sanitarios deberán tener en cuenta.
Un importante despliegue policial se realizó el pasado martes 14 de abril en la calle Isla de Año Nuevo, en donde se produjo el fallecimiento de un hombre de alrededor de 35 años de edad, en el domicilio que compartía con su familia. Inmediatamente los vecinos se alarmaron y al preguntar por las razones del corte de la calle y del desplazamiento de patrulleros y uniformados, por lo bajo alguien les dijo: “Parece ser que murió una persona por coronavirus porque tuvo fiebre, pero hay que confirmarlo…”. Al concurrir la empresa Oviedo a aproximadamente las 17, evaluó que no estaban dadas las condiciones para retirar el cuerpo y se retiró del inmueble, ante lo que el médico judicial interviniente, el Dr. Claudio Ravasi, dispuso que se practicara en el lugar un hisopado post mortem para determinar si el deceso se había producido o no por covid 19, con resultado a obtenerse entre las 24 y 48 horas posteriores.
Entonces acudió la empresa Manantial pero debió retirarse también porque – les habrían explicado a los empleados – “Oviedo tiene un convenio con la Justicia”. El tiempo pasaba y sin que nadie supiera qué hacer, la Justicia dispuso que el cuerpo finalmente fuera retirado de la vivienda familiar – ante la negativa de la primera que concurrió – por la empresa Manantial, que debió regresar nuevamente al domicilio para trasladarlo a sus instalaciones, casi en horas de la medianoche. Los restos – increíblemente – permanecieron en el local mortuorio mientras se procesaba el análisis. Se trataba de determinar fehacientemente si el vecino de Ushuaia había fallecido por la dolencia congénita que lo afectaba, por otras causas médicas o por coronavirus, posibilidad factible ésta última según lo consideró el profesional que realizó la toma de las muestras salivales. El resultado llegó 24 horas después: fue negativo.
Las idas y vueltas y la confusión reinante ante la presunción de que el deceso había ocurrido por el virus pandémico, arrojaron como saldo una carga extra de dolor a los familiares del fallecido y una potencial y evitable exposición a la comunidad por haber este permanecido varias horas fuera del circuito profiláctico y protocolar que debería existir para este tipo de sospechas.