El reconocido neurocientífico Facundo Manes, de amplia trayectoria a nivel nacional e internacional, aseguró que la pandemia y las medidas como la cuarentena, han afectado sensiblemente la salud mental de los argentinos. A los síntomas iniciales de ansiedad -que con el tiempo se mantuvieron- comenzaron a aparecer síntomas de angustia y de depresión. El especialista recomendó no sobreinformarse de noticias del COVID y observó que “la salud mental debe ser parte central en la respuesta a la pandemia”. Entendió que “debemos intentar hacer lecturas realistas de lo que está pasando, para que el miedo no nos paralice ni nos impida accionar”.
Río Grande.- El neurocientífico Facundo Manes fue entrevistado en el programa ‘De la Mejor Manera’ que se emite por Radio Universidad 93.5 MHZ donde ahondó en la situación de la salud mental de los argentinos en el contexto de la pandemia por el COVID-19 que azota al globo.
Cabe destacar que Facundo Manes, es creador del Instituto de Neurología Cognitiva (INECO), presidente honorífico de la Fundación INECO, ex rector de la Universidad Favaloro y director del Instituto de Neurociencias de la Fundación Favaloro. En 2018 se convirtió en el primer presidente hispanoparlante de la International Society for Frontotemporal Dementias.
El entrevistado fue consultado puntualmente sobre el impacto de las medidas dispuestas por la OMS y las diferentes instancias sanitarias y políticas en la población, a lo que respondió con datos científicos concretos. “Estamos llevamos adelante un estudio viendo como impacta la pandemia, la cuarentena en el bienestar mental y esto es importante porque la salud es el completo estado de bienestar físico, mental y social; no podemos diferenciar la salud física de la salud mental”, observó.
El médico agregó que “la salud mental debe ser parte central en la respuesta a la pandemia –remarcó- y por eso queríamos saber cómo estábamos los argentinos y la verdad que los números de los datos que encontramos no son muy alentadores y son muy preocupantes porque encontramos al principio de todo esto muchos síntomas de ansiedad que con el tiempo se mantuvieron, pero empezaron a aparecer síntomas de angustia, de depresión y la verdad es que estamos todos fatigados porque hace meses la gente venía haciendo cosas que no hacía y eso requiere gasto mental y también, hace tiempo que no hace cosas que venía haciendo, lo que también insume un gasto mental”, reparó.
Resumió en este sentido que “estamos todos fatigados, agotados mentalmente y además con mucha incertidumbre que también requiere gasto mental y por eso es importante hablar de esto y que los medios de comunicación puedan difundir que la salud mental debe ser parte central en la respuesta a la pandemia y que los gobiernos, sea nacional, provincial o municipal con todas las herramientas de difusión que tienen una campaña de lo que nosotros llamamos ‘psicoeducación’; darle a la gente herramientas para regular las emociones”.
El estudio que están confeccionando revela ya prima facie que en todo el país “más allá de los infectados y los casos por zonas o regiones, la gente no solo está preocupada por la salud: está preocupada por la economía, por el trabajo, por el país y no encontramos una correlación de que había más depresión y ansiedad en lugares con más infectados y muertes, porque todo el mundo está preocupado”, contrastó.
Aseguró que esta situación “impactas sobre todo en los jóvenes, en las mujeres, en la gente que vive en la pobreza -en los vulnerables-, en los adultos mayores y en nosotros que trabajamos en el sistema de salud y más allá de estos grupos que son los más impactados, todos estamos siendo impactados en nuestra salud mental”.
“Las autoridades tienen que darnos un horizonte y ciertas perspectivas”
Recordó que en la pandemia previa en el sudeste asiático y su brote en Canadá, “se estudió muy bien, con muchos datos científicos, el impacto que tuvo en la salud mental y también, lo que es muy importante, cómo actúa las autoridades porque si ellas no dicen la verdad, esto nos impacta negativamente y nos hace sentir peor. Si las autoridades no piensan en el bien común y están pensando en su futuro político, también nos cae mal, nos afecta; mientras la sociedad se está empobreciendo y con miedo de perder el trabajo. Es importante que las autoridades digan ‘no sabemos’ porque eso genera más confianza y revelan que lo que dicen es porque lo saben y también lo importante es que ellas nos den cierto horizonte, cierta perspectiva y no caer en falsas expectativas”.
A modo de ejemplo, el Dr. Manes recordó que al principio de la pandemia “se cerró el país porque se creía que así el virus no iba a llegar y sin embargo llegó. Ahora tenemos que entender que esta situación va a durar –ojalá me equivoque- y pienso que recién en el 2022 vamos a poder mirar para atrás porque el 2021 creo que va a ser un año de la vacuna contra el virus, de su distribución geográfica interna para lograr el 70 por ciento de la inmunidad de un país que es lo que necesita para dejar atrás todo esto, lo que va a tardar por lo menos un año”.
En este punto, el entrevistado volvió a recalcar en “no caer en las falsas expectativas de que esto se resuelve en marzo o en cualquier fecha temprana. Vamos a tener que convivir con el virus y por lo tanto tenemos que tener menos miedo y más cuidado”, propuso.
“El miedo nos paraliza”
El Dr. Manes observó que “el miedo nos paraliza, el miedo nos pone a la defensiva y el miedo no puede ser la guía cuando hablamos de futuro; tenemos que cumplir con todas las medidas que ya sabemos, pero tenemos que salir de todo esto juntos y tener una perspectiva. Le vamos a ganar al virus, pero va a tardar un tiempo”, auguró.
“La sobreinformación es dañina”
El neurocientífico remarcó que el exceso de información sobre este coronavirus “es mala” y recordó que “en lo personal, siempre aconsejo a la gente que se informen sobre el COVID 10 ó 15 minutos por día en medios de comunicación confiables, pero no más tiempo, porque lo que ocurre en el cerebro es que se genera una conducta que nosotros llamamos ‘negligencia de la probabilidad’ y esto significa que si una persona de mediana edad, por ejemplo la mía que es 51 años, que se ha hecho un chequeo médico que le dio bien. Las posibilidades de que se infecte y enferme gravemente hasta morir, son muy bajas porque así lo demuestran las estadísticas, aunque pueda ocurrir. Ahora, si esa persona está viendo todo el día noticias sobre el COVID, los muertos en Estados Unidos, España, Italia o en la Argentina, en el cerebro se le va a generar una ‘negligencia de la probabilidad’: pensará que va a tener más chances de enfermarse y morirse de las que realmente tiene y por eso la recomendación es no sobreinformarse, no ir a lugares poco confiables porque la sobreinformación nos angustia, nos afecta negativamente sobre todo en los jóvenes que la están pasando muy mal”.
Manes en los medios nacionales
Justamente el prestigioso neurocientífico argentino es permanentemente consultado por los principales medios nacionales.
Por ejemplo, en Infobae se refirió por primera vez sobre el nuevo mundo que dejará la pandemia global por coronavirus. Manes señaló enfáticamente que se deben hacer lecturas realistas sobre lo que está pasando, para que el miedo no paralice, ni impida la acción. Por qué la empatía y la resiliencia serán las mejores herramientas para sobreponernos a este trauma colectivo. Advirtió que la fragmentación social y el “sálvese quien pueda” podría llevarnos definitivamente al desastre, y cómo el virus está reconfigurando las relaciones de las sociedades con sus gobiernos.
Por primera vez en la historia de la humanidad, existe también una pandemia de miedo y ansiedad globalizada. Ante un contexto amenazante como el que estamos viviendo se activan los sistemas del cerebro que tienen que ver con el manejo y la respuesta frente al peligro y la situación de incertidumbre. Las respuestas del peligro, a su vez, se relacionan con los sistemas de la ansiedad, una emoción muy ligada al miedo pero que reacciona antes de que el peligro esté presente de manera real o inminente. Es una respuesta adaptativa que frente a situaciones de peligro puede ser muy útil, ya que nos ayuda a la supervivencia. El problema es que el miedo excesivo nos puede paralizar, haciéndonos menos efectivos en la resolución de problemas concretos. Los sentimientos de miedo, ansiedad y tristeza son normales y esperables dada esta situación porque en este momento uno no sabe con certeza qué tan extendida o grave será la enfermedad y el impacto que tendrá. Debemos intentar hacer lecturas realistas de lo que está pasando, para que el miedo no nos paralice ni nos impida accionar.