La civilización no nació democrática. La democracia fue un invento del hombre, que al menos para occidente se remonta a los tiempos de los antiguos griegos. La idea política de “democracia” se conforma con la unión de los vocablos “demos”, que significa “pueblo”, con “kratos”, que significa “autoridad o gobierno”. Ambos términos en conjunto le dan el significado a la palabra de “gobierno del pueblo”.
La democracia como idea política surge en los poemas del poeta griego Homero, allí donde los jefes heroicos (los aristoi) se trataban como iguales a la hora de decidir si continuar con el asedio o no de mítica la ciudad de Troya.
Como sociedad política, la democracia, nace en la ciudad-estado de Atenas del siglo VI a.C. Así podemos decir que el pueblo ateniense fue el primer estado democrático.
¿Qué implica un estado regido por reglas democráticas? Que el gobierno asegure la igualdad política de sus ciudadanos. Que todos tengan derechos políticos iguales. No hay ciudadano que tengo poder por encima de otro, ni que su voluntad esté sometida a la voluntad de otro. Que, por ejemplo, a la hora de decidir sobre un asunto de interés común, como cuando los jefes heroicos de Homero discutían si invadir Troya, hablen, deliberen y decidan como iguales.
La antigua Atenas, el primer pueblo democrático, adoptó el modelo democrático conocido como democracia directa, donde el pueblo reunido en Asamblea (el ágora) decidía sobre los asuntos públicos de manera directa, sin elección previa de representantes o intermediarios.
Pasaría mucho tiempo para que la idea política de democracia retornara a la arena política. Fue con la Constitución norteamericana de Filadelfia de 1787 que reaparece con fuerza la democracia en escena nuevamente, y que se expande y consolida por todo occidente a lo largo del siglo XIX. Lo que John Maynard Keynes llamaría “el magnífico milagro del siglo XIX”. Ahora no bajo la forma de democracia directa, sino de democracia indirecta o democracia representativa, adaptada a la nueva forma de estado, el “estado-nación”.
El primer principio de la democracia es la “Lex Majoris Partis” (ley de la mayoría) que es la ley fundamental de toda sociedad de individuos con iguales derechos. ¿Pero la democracia se agota con sólo el ejercicio del derecho de voto en elecciones libres y transparentes? La teoría política contemporánea desarrolló hace un par de centurias el concepto de democracia deliberativa, posición sostenida en Argentina por Carlos Santiago Nino. El concepto de democracia deliberativa, que fuera desarrollado por el filósofo inglés John Stuart Mill, ha recibido el nombre de “gobierno por discusión” que, sostienen algunos, comprende mejor su significado que no es otro sino que los ciudadanos deliberen, intercambien opiniones y debatan sus razones en cuestiones de políticas públicas.
Si bien la idea y la práctica democrática está consolidadas en occidente, todavía la delimitación de su contenido es tema de profundo debate entre intelectuales, estadistas y aún entre la propia ciudadanía.
(*) Daniel Ferreyra es abogado del foro local de Río Grande.