El Dr. Ernesto ‘Nené’ Löffler se encuentra socializando el tercero de sus cinco libros, titulado ‘Supremacía y primacía normativa’ con el predicado ‘La Constitución nacional frente a los tratados internacionales de derechos humanos’, en el cual plantea la doctrina de que la Constitución nacional “está un peldaño por encima de los instrumentos internacionales de Derechos Humanos”, lo que se podría libremente calificar como una soberanía del derecho argentino aplicado a su territorio. En sendas entrevistas, una a JCAnoticias y otro anterior a FM Fuego, el magistrado fue consultado sobre otros aspectos de su vida, de sus triunfos, anhelos y también sobre su postulación a la máxima magistratura judicial como ministro de la corte fueguina.
Río Grande.- En diálogo con el periodista Julio Alday Curioni (JCAnoticias), el Dr. Ernesto ‘Nené’ Löffler habló sobre el tercero de su quinto libro, titulado ‘Supremacía y primacía normativa’ con el predicado ‘La Constitución nacional frente a los tratados internacionales de derechos humanos’ publicado por la Editorial Ábaco de Rodolfo Depalma y con Estudio Preliminar de Alfonso Santiago.
“Este es el tercero de mis libros, el cuarto ya está listo y el quinto ya estaría circulando por las librerías del país y la provincia en diciembre”, explicó el magistrado.
Löffler confió que “estoy muy contento porque este libro es el fruto de muchos años de esfuerzos, investigación, viajes y estudios que están volcados en sus páginas donde tratamos un problema que ya habíamos detectado desde la facultad y que se evidenció claramente en la primera década de este siglo que comenzamos”.
Agregó que hubo sendos fallos de la Corte Suprema de Justicia de la Nación “y una nueva doctrina que denomino en mi libro ‘Doctrina Internacionalista’ que en resumen trata sobre la interacción del Sistema Interamericano de Derechos Humanos y la Convención Americana de Derechos Humanos. Al no existir a nivel constitucional ninguna norma que permita sostener la supremacía del orden convencional sobre el orden constitucional, de modo análogo a como el art. 31 de nuestra Constitución dispone con toda claridad la supremacía del derecho federal sobre el derecho provincial y viene a llenar ese vacío jurisprudencial”.
La publicación, estrictamente técnica, tuvo su punto de partida cuando el Dr. Ernesto Adrián Löffler cursaba Derecho Constitucional en la Facultad de Derecho en la Universidad de Buenos Aires (UBA) hacia el año 1987 y 1988 con profesores de la talla de los doctores Miguel Ángel Ekmekdjián, Néstor Pedro Sagues, Carlos S. Nino, Germán Bidart Campos. “A nosotros nos enseñaron que la Constitución nacional era la norma más importante del ordenamiento jurídico argentino, básicamente por el juego armónico que está en la primera parte de la Constitución. La reforma constitucional de 1994 y un fallo anterior a ella de la Corte Suprema de Justicia de 1992, vino a dar argumentos -a lo que después denomino Tesis Internacionalista- a través de un grupo de doctrinarios y jueces que señalaban que antes que la Constitución estaba el derecho internacional, especialmente el derecho internacional sobre los derechos humanos”.
En ese sentido ahondó que “la sentencia de los organismos creados a nivel internacional para sustanciar causas de derechos humanos eran superiores a los fallos de la Corte Suprema de Justicia de la Nación y esto no tiene apoyo normativo alguno e invocan como disposición para sostener lo que sostienen, los artículos 26, 27 y 46 de la Convención de Viena sobre el derecho de los tratados (*) que en el ordenamiento jurídico argentino, como nosotros explicamos en el libro, es un instrumento internacional que tiene jerarquía infra constitucional –está por debajo de la Constitución-, si bien es supra legal”.
Recordó que “cuando comenzamos el estudio apasionante de este tema, la teníamos todas en contra; la doctrina en contra, la jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia desde el año 2003 hasta el 2017 en contra, pero aún así, creí que tenía argumentos para defender mi posición y es que la Constitución Nacional está un peldaño, una cenefa, por encima de los instrumentos internacionales de Derechos Humanos”.
Primacía de la Constitución nacional
También en una entrevista a FM Fuego hace un tiempo, había sostenido que justamente “la puesta en marcha del Sistema Interamericano de Derechos Humanos (SIDH) ha creado el problema de su articulación y armonización con la protección que también realizan las normas y tribunales nacionales. Como señala el Preámbulo de la Convención Americana de Derechos Humanos, el SIDH es coadyuvante, complementario y subsidiario de la protección que brindan los Estados nacionales, que son los principales responsables de su garantía y promoción”, entendió.
Sobre este punto observó Löffler que “ambos sistemas son diferentes, independientes y no hay entre ellos una estricta dependencia jerárquica. Se trata de un sistema multifocal, ya que cada uno de estos dos subsistemas tiene normas y órganos propios, cuya operación ha de articularse y armonizarse. Debido a ello, el diálogo interjurisdiccional surge como una necesidad ineludible y creciente”.
“La Corte Suprema argentina ha ido desarrollando una serie de doctrinas y criterios jurisprudenciales de cara al logro de ese objetivo de creciente armonización: entre otras, la adhesión a la doctrina del monismo de fuentes, el carácter operativo de los derechos reconocidos en los tratados internacionales de derechos humanos, la supremacía de esos tratados sobre las leyes ordinarias y la presunción de la plena compatibilidad de dichos tratados con la Constitución nacional. Sin embargo, no existe a nivel constitucional ninguna norma que permita sostener la supremacía del orden convencional sobre el orden constitucional, de modo análogo a como el art. 31 de nuestra Constitución dispone con toda claridad la supremacía del derecho federal sobre el derecho provincial”.
El autor de este libro ha defendido en su tesis doctoral, sobre la que se basa esta obra, la postura de que, “en el supuesto caso de un conflicto insalvable entre normas constitucionales y convencionales donde no sea posible su armonización, el juez nacional debe optar por dar eficacia a la norma constitucional por sobre la convencional”.
El nacimiento de una vocación
El Dr. Ernesto ‘Nené’ Löfler fue consultado sobre cómo nació su vocación por el derecho. “Mi deseo era ser Ingeniero Nuclear; siempre me gustaba muchos las matemáticas, la física y la química. Iba a seguir esa carrera. Como segunda opción tenía la carrera de medicina y mi papá –que era médico- (**) siempre me decía: ‘la medicina no porque las oportunidades en la vida están en la calle. Si sos médico vas a estar todo el día en el hospital y las oportunidades te van a pasar, no las vas a poder aprovechar. Buscate una carrera que te permita estar en más contacto con la gente como ocurre en la sociedad’ y esa carrera era la de derecho que yo la tenía como tercera opción y después del accidente donde falleció mi papá desistí de Ingeniería Nuclear y entre medicina y derecho me incliné por este último y siempre tuve el sueño de en algún momento ser juez”, compartió.
Cuando el derecho es una pasión
Ese sueño se cumplió, hoy Löffler es juez de la Cámara de Apelaciones de Tierra del Fuego y se postula para ser ministro del Superior Tribunal.
Su currículum tiene 70 páginas y 3 tomos de anexos, fruto de su carrera en estos últimos 14 años.
“El que presenté al Consejo de la Magistratura es un resumen con lo académico, lo jurisdiccional, algunas sentencias que hemos dictado desde la Cámara de Apelaciones que las han publicado y las han comentado”, dijo ante la consulta.
“El derecho es una pasión para mi. Uno cuando más lo estudia, cuando más se compenetra con las instituciones que nos rigen, más deseo nos da de seguir estudiando y profundizando, de ir analizando, de ir para atrás en el tiempo. Me pasó en mi tesis doctoral cuando decidí tocar el tema para mi trabajo, y el Director de Tesis me dijo: ‘Ernesto, te estás yendo muy atrás’, porque yo estaba arrancando con el constitucionalismo del mundo de la Grecia clásica, luego el derecho romano. Él me dijo: ‘arrancá desde el constitucionalismo clásico, desde la Constitución de Filadelfia de 1787’; es decir, dos milenios después. El derecho es así, uno se apasiona y busca las raíces de cada instituto, la dogmática del derecho, su hermenéutica, su filosofía profundamente humana, para comprender las leyes y poder aplicarla”, apuntó.
Löffler es profesor y coordinador de la carrera de derecho en la UCES. “Siempre les digo a mis alumnos que hay que perseverar para triunfar en la vida, no triunfa el inteligente. Triunfa el que investiga, el que estudia todos los días y se prepara con responsabilidad. No triunfa aquél que deja el trabajo para el final, aquél que posterga horas de estudio y no se sienta a investigar y demás. Termina fracasando y no solo en la carrera, sino en la vida”, observó.
Agregó: “Lo mismo es en la carrera de Juez, donde uno se exige permanentemente más, estudia, analiza porque el derecho está en constante evolución, no solo el mismo concepto de derecho, sino también el modo de operarlo. Ahora vemos las tecnologías de las TICS, las tecnologías de la información y las comunicaciones sociales, como han penetrado en los procesos judiciales. Tenemos muchas herramientas para emplear, para darle a cada uno lo suyo y administrar justicia que antes no teníamos y eso agiliza y esa agilización nos impele a capacitarnos permanentemente”.
No en vano Löffler obtuvo Medalla de Oro cuando se recibió en Derecho Constitucional y desde el 2010 a la fecha, integra el Departamento Judicial de la Universidad Austral. “Este año organizamos una jornada donde participaron más de dos mil personas vía remota donde se trató el tema de la Inteligencia Artificial aplicada al proceso judicial. ¿Una máquina terminará suplantando al juez?”, se preguntó y respondió: “esto todavía no puede ocurrir porque no hay algoritmos que permitan programar una computadora con saber prudencial. La palabra final siempre la tiene que tener un ser humano que siempre tiene que estar en la toma de decisiones”, postuló.
No en vano se denomina al fallo de un magistrado ‘sentencia’ porque es justamente el ‘sentir’, el juez debe saber valorar muchas cosas, algunas hasta subjetivas “y hay muchas de estas cuestiones que a las computadoras se les escapa”, completó.
El acompañamiento de la familia
El Dr. Ernesto Adrián Löffler está casado con Marilina Henninger, tienen dos hijas, Teté quien es abogada y Anita quien estudia medicina. “Mis horas de estudio, el trabajo intelectual, la investigación, siempre, te restan horas exclusivas que uno le dedica a la familia. Sin embargo, todos en mi familia se involucraron en mis proyectos, dándome opiniones, haciendo las veces de correctores literarios, regalándome tiempos que son todos… sin ellos no hubiese alcanzado las metas que trazamos juntos”, dijo emocionado.
(*) Convención de Viena sobre el derecho de los tratados
Art. 26
“Pacta sunt servanda. Todo tratado en vigor obliga a las partes y debe ser cumplido por ellas de buena fe.”
Art. 27
“Una parte no podrá invocar las disposiciones de su derecho interno como justificación del incumplimiento de un tratado. Esta norma se entenderá sin perjuicio de lo dispuesto en el artículo 46.”
Art. 46
“1. El hecho de que el consentimiento de un Estado en obligarse por un tratado haya sido manifestado en violación de una disposición de su derecho interno concerniente a la competencia para celebrar tratados no podrá ser alegado por dicho Estado como vicio de su consentimiento, a menos que esa violación sea manifiesta y afecte a una norma de importancia fundamental de su derecho interno.”
“2. Una violación es manifiesta si resulta objetivamente evidente para cualquier Estado que proceda en la materia conforme a la práctica usual y de buena fe.”
(**) El padre del Dr. Ernesto Adrián Löffler se llamaba Ernesto Julio Löffler. Falleció el 15 de mayo de 1984 acompañando a la comitiva del entonces gobernador fueguino Ramón Trejo Noel en el avión Lear Jet de la Gobernación que se estrelló en el canal Beagle. Fue un médico muy querido que ayudó a traer al mundo a muchos fueguinos, algunos de los cuales se llaman Ernesto Julio por él, lo que demuestra la valoración que la sociedad fueguina tenía de él. Cuando ocurrió el accidente, era Legislador Territorial por el voto popular.