Así lo entendió el ex Convencional Constituyente Ruggero Preto a 30 años de haberse sancionado la carta magna provincial. Sin embargo entendió que debería reformarse el régimen electoral establecido en la Constitución Provincial para tornarlo más transparente y evitar fraudes.
Río Grande.- En diálogo con Canal 11 de Ushuaia, el ex Convencional Constituyente y Senador Nacional mandato cumplido, Ruggero Preto, confió que “es una gran emoción porque hace 30 años, cuando recibimos la responsabilidad del pueblo del entonces Territorio Nacional de Tierra del Fuego, de ser nada más y nada menos quienes redactáramos el texto de la Constitución que iba a regir los destinos de la provincia en el futuro inmediato. Sin lugar a dudas fue una enorme responsabilidad y en lo personal me sentí muy halagado de haber sido uno de los elegidos y formar parte del grupo de 19 convencionales que redactó la Constitución Provincial”.
“Entramos al recinto por primera vez con la mística propia de la obligación que teníamos de dictar la madre de todas las leyes que es la Constitución de la Provincia. Obviamente que fue un momento complejo porque la Convención no tenía un reglamento para funcionar, había que dictar uno y la mayoría de nosotros no teníamos experiencia legislativa y cometimos de alguna manera el acto de inocencia de creer que todos iban a entender que rápidamente había que sancionar un reglamento para pasar a lo fundamental que era redactar la Constitución. Y no fue así, tuvimos que hacer varias sesiones para dictar un reglamento y eso hizo de alguna manera que tomáramos conciencia también, de que los debates eran parte de las situaciones que teníamos que atravesar y ponerle ganas y ponerle paciencia también, para lograr de alguna manera los objetivos que todos nos proponíamos
Contexto político social
Preto analizó la coyuntura política que le permitió al MPF obtener 11 de las 19 bancas de convencionales constituyentes. “En lo que a constitución se refiere, había un clima de participación y de euforia en la población; hubo mucho debate al respecto porque -una curiosidad de la campaña electoral- el Movimiento Popular Fueguino fue el único partido que había presentado un proyecto de Constitución y de cara a la sociedad lo había puesto a consideración de la ciudadanía. Algunos de los otros partidos tenían uno que otro proyecto, pero cometieron -a mi juicio- un error político de dedicarse durante la campaña a criticar nuestro proyecto, en lugar de promocionar las bondades del proyecto propio, con lo cual, el pueblo de Tierra del Fuego terminó hablando de la Constitución provincial sin que todavía se hubiera sancionado, por esta situación tan particular que se dio por la campaña electoral para la elección de convencionales constituyentes”.
En relación al contexto social, Ruggero Preto entendió que “con respecto a hoy era mucho más tranquilo, mucho más aplomado, por su carácter bucólico de pueblo y no de gran urbe, ni tampoco sometido a un contexto de estrés político o institucional como se está viviendo hoy con la salvedad de la discusión que se dio, en un marco muy particular también, de la situación del entonces Gobernador del Territorio, el Dr. Martín Torres, quien fue reemplazado por el Gobierno nacional como delegado del mismo, y se ocasionó toda una situación en la que el entonces Gobernador se dirigió a la Convención Constituyente para que opinara si era válido o no que se lo destituyera, siendo que la Ley de Provincialización fijaba que las autoridades que estuvieran ocupando sus cargos en ese momento, iban a continuar en los mismos hasta que se sancionara la Constitución y se eligieran a las nuevas autoridades que iban a ser las primeras autoridades provinciales”.
Agregó que “obviamente la Constituyente -cosa que nunca se entendió del todo- no tenía las atribuciones para opinar al respecto porque el artículo que habla específicamente sobre las atribuciones de la Convención, dice taxativamente que esta asamblea estaba exclusivamente para sancionar la Constitución, no podíamos nosotros incursionar en ningún otro terreno que no fuera la Constitución en sí misma”.
En ese punto recordó que “tuvimos que declarar abstracto el pedido que hizo por escrito el Dr. Carlos Martín Torres y eso trajo algún debate también que se zanjó rápidamente -para bien o para mal- con el cambio de autoridades producidas por el Gobierno nacional (Aquiles Fariña y luego Matilde Menéndez)”.
Preto aseguró que “no encontramos ningún obstáculo, todo lo contrario, hubo un clima de gran colaboración, no solo en la población sino también en las autoridades, tanto territoriales como nacionales; trabajamos en un clima de mucha cordialidad, de mucho respeto, hubo debates muy fuertes, pero siempre dentro de ese clima de cordialidad, comprensión y por sobre todas las cosas de respeto hacia la opinión de los demás y esa fue la base fundamental por la cual logramos que casi el 75 por ciento de los artículos que constituyen la Constitución Provincial fueron aprobados por total unanimidad de los 19 convencionales presentes”.
No hay que cambiar la Constitución
“Nuestra constitución, que algunos tacharon de reglamentarista, pero que fue considerada la más moderna del país por los constitucionalistas, tenía tanto derechos como obligaciones, fundamentalmente dirigidas a quienes tenían que regir los destinos de la provincia y eso ocasionó en algunos sectores, mucha resistencia, porque ya se sabe que el ser humano siempre tiende a querer confundir la libertad de acción con el libertinaje y nosotros teníamos claro que para generar factores de poder, hay que ponerle límites al poder y para poner esos límites hay que lidiar con intereses, con ideologías, que muchas veces no contemplan la necesidad de que esos límites estén presentes y que se prolonguen en el tiempo”, observó Ruggero Preto.
“Después de 30 años sigo pensando que la Constitución Provincial está muy bien como está y no debería ser cambiada en ningún aspecto, salvo por ahí -soy partidario a esta altura de que las cosas se modernizan- se podría analizar el cambio del inciso séptimo del artículo 201 del régimen electoral, para modificar el tema de las boletas separadas, colores diferentes, etcétera, por algo más moderno, por ejemplo, soy partícipe -y avalo con las virtudes y defectos que pueda tener- del sistema de boleta electrónica, el voto por computadora con papel impreso donde el elector pone su voto en la computadora para que el escrutinio sea instantáneo; pero emite un papelito con su voto que se pone en una urna, con lo cual hay un doble control que disminuye enormemente la posibilidad de un fraude”, propuso.
Entendió que “este es un régimen muy resistido en el país y en el mundo porque reduce los riesgos de fraude a la mínima expresión y por eso no siempre los dirigentes de la clase política está a favor de estos cambios. Pero yo diría que lo demás está bien y no habría que cambiar la Constitución. Lo único que lamento, a 30 años vista, es que la Constitución no se haya cumplido en muchos de sus artículos; si se hubiera cumplido, la situación de la provincia sería otra y las consecuencias serían diferentes”.
Gobernamos con la constitución en la mano
Ruggero Preto además fue Ministro de Economía en los primeros cuatro años de la gestión del MPF. “Varios en el Gabinete, incluido el Gobernador, habíamos sido convencionales constituyentes, así que teníamos muy claro qué podíamos hacer y qué no podíamos hacer y eso nos trajo muchas dificultades porque cuando se discutían determinadas cosas en la flamante provincia, siempre había que sacar el marco de límite que fijaba la Constitución y eso no todos lo comprendían, especialmente a nivel nacional. A mi me tocó tener una situación bastante compleja en la Corte Suprema de Justicia de la Nación defendiendo las regalías petrolíferas de la provincia en un debate muy áspero con algún miembro de la corte y con el Procurador del Tesoro de la Nación, el Dr. García Lema y en un determinado momento les tuve que decir: ‘Señores, yo soy ministro de una provincia, por lo tanto tengo obligaciones ministeriales, no soy Ruggero Preto tomando decisiones y mis límites están en la Constitución que yo mismo ayudé a sancionar, entonces no me pidan que yo ceda en esto o ceda en aquello y no pidan que haga algo que mis obligaciones me lo impiden’ y está bien que sea así, porque al prohibírmelas, no estoy cediendo cosas que no debo ceder”.