Martina Rocca perdió a su papá cuando tenía 7 años y decidió ayudar a otros donando su cabello. Ahora tiene una organización que regala pelucas a personas con problemas de salud.
Ushuaia.- Martina Rocca es una adolescente que vive con su mamá en Ushuaia, la fría ciudad de Tierra del Fuego, famosa entre los turistas por ser “El fin del mundo”. Cuando tenía siete años, vivió el golpe más duro de su corta vida: perdió a su papá a causa de una esclerodermia. Como parte de la lucha contra la enfermedad, su familia solía pedir donantes de sangre.
Para ayudar a otros y quizás como una forma de exorcizar el dolor de la pérdida, Martina quiso donar sangre pero su mamá le explicó que la ley exige tener 18 años. Comenzaron a averiguar de qué forma se podía colaborar con otras personas y encontraron una solución: la donación de cabello. La niña fue a una peluquería de su ciudad, se lo cortó y volvió a casa con una cortina de p en las manos.
Como en su ciudad no había fábricas de pelucas oncológicas, su pelo viajó a una ubicada en Mar del Plata. El gesto se hizo viral y otras personas comenzaron a imitarla en ese rincón de la Argentina donde se acaba la tierra y varios cientos de kilómetros más allá comienza la Antártida. Hasta que apareció una mujer que quería mandar su pelo, pero no tenía el dinero para hacerlo. Martina y su mamá Daniela Ocampo asumieron la responsabilidad. Y ése fue el germen de agrupación Dar+ Pelucas Solidarias.
En 2017, el municipio de Ushuaia premió su esfuerzo y la eligió “Embajadora de la Ciudad”. Cuando le preguntaron cuál era su sueño, Martina tenía la respuesta lista: “Quiero que las pelucas se hagan en Ushuaia”. Así impulsó una capacitación en su ciudad, a cargo de la ONG Doná Cabello Argentina. Ahora, Dar+ Pelucas Solidarias confecciona y distribuye pelucas gratuitas en ciudades de Tierra del Fuego y la Patagonia.
“El título de embajadora de Ushuaia nos permitió dar a conocer el proyecto y capacitarnos para comenzar a hacer las pelucas acá. Con el tiempo, se fue sumando gente. Al principio, instalamos una fábrica de pelucas en un club y en un centro de jubilados. Ahora está en casa de una de las peluqueras”, cuenta Martina, que en 2019 recibió el premio “Abanderados” de Fundación Noble.
La organización tiene un sistema de comodato de las pelucas. Obtienen el cabello de algunas peluquerías y de las donaciones de particulares. “Se acercan las personas que quieren y necesitan una peluca. Se las damos hasta que estén listas para devolverlas; incluso pueden personalizarlas a su gusto. Comencé esto con la intención de ayudar a la gente. Me da mucha felicidad ver lo que fue pasando con el tiempo. No había una organización en la Patagonia que se dedicara a hacer este tipo de pelucas con pelo real. Tenías que mandar a pedirlas a otro lugar”, dice la adolescente de 16 años.
Fuente: Diario El País.